Tras dos largos años de angustia, los 20 rehenes que permanecían con vida en Gaza finalmente han sido liberados. Este acontecimiento marca un punto de inflexión, una victoria moral para una nación que nunca perdió la fe.
Pablo advierte a aquellos que están bajo su cuidado espiritual que no se dejen engañar por los “super apóstoles” que se disfrazan de apóstoles de Cristo y de siervos de justicia.
¿Cómo respondemos al Dios de la Biblia, supuestamente grande y malvado?
Aquí, donde el sol quema las piedras milenarias y el viento susurra salmos y lamentos, se libra una guerra que trasciende lo geopolítico: es teológica, histórica, moral y, para quienes creemos en las Escrituras, escatológica.
La narrativa de CNN no solo carece de fundamento científico, sino que además es espiritualmente peligrosa.
Es bueno conocer a Cristo, es maravilloso ser liberado por Él, pero no nos olvidemos de ir a los nuestros y contarles cuán grandes cosas el Señor ha hecho por nosotros.
Porque en un país donde ya hay más de 70 precandidatos presidenciales... lanzarse no es un acto de valentía. Es un acto de ruido. De distracción. De narcisismo disfrazado de patriotismo.
La noticia del asesinato de Charlie Kirk —activista, orador incansable, estratega cultural y defensor feroz de la verdad en las trincheras académicas— ha sacudido no solo a Estados Unidos, sino al mundo entero que aún cree en el diálogo, en la razón y en la vida. No fue un crimen aleatorio.
En Estados Unidos, hemos visto crecer el antisemitismo en la izquierda, pero también hay un contingente antisemita pequeño pero creciente en la derecha ostensiblemente cristiana.
La teología no es solo para pastores o teólogos. Es para todos los creyentes. Y la apologética, como rama de la teología, no busca imponer la fe, sino presentarla con claridad, humildad y solidez racional.
Si el escultismo tradicional forma ciudadanos, el escultismo cristiano forma discípulos. Aquí, cada desafío de campo es una metáfora de la vida. Cada fogata es un altar de oración. Cada promesa scout se renueva no solo con honor, sino con fe.
La confesión y la rendición de cuentas son vitales para la madurez cristiana, pero muchos evangélicos las evitan por miedo a la culpa y la vergüenza, lo que conduce a la inmadurez espiritual.
