Llamado, acción y comunidad: la fórmula que conecta a las nuevas generaciones con las misiones

Grupo de adolescentes y jovenes realizan actividades juntos como pintar murales
Viajes misioneros a corto plazo, espacios de oración, acompañamiento discipular y movimientos con identidad joven están dando frutos. freepik.com

Lejos de los estereotipos, los jóvenes no están ajenos a la misión cristiana global. Al contrario, muchos ya están movilizados, tienen claridad de su llamado y una profunda pasión por los menos alcanzados. Así lo afirma Juan David Echeverry, quien ocupa el cargo de Global Shared Mission Lead para la Four Square Church (Iglesia Cuadrangular).

En conversación con Diario Cristiano Internacional, Echeverry desmitificó la idea de que las nuevas generaciones deben ser convencidas o motivadas para involucrarse en la obra misionera. “Hay un mito muy grande: que los jóvenes tienen que ser movilizados. La realidad es que ya lo están. Solo necesitan espacio y plataformas”, afirmó.

Llamados a edad temprana, sin espacio para actuar

Durante encuentros recientes de líderes misioneros, quedó claro que la mayoría de quienes hoy dirigen organizaciones recibieron su llamado antes de los 25 años. Sin embargo, la edad media de los misioneros actuales es de 44 años, y se proyecta que seguirá subiendo. “Estamos desfasados generacionalmente. Si no damos espacio a la juventud, el movimiento puede desaparecer”, advirtió.

Echeverry destacó que casi todos los presentes en su grupo de trabajo fueron llamados en su juventud. “Antes había espacio. Hoy necesitamos volver a darles esa tarima para desarrollar sus dones y llamados”, explicó. Para él, esto es parte esencial de asegurar la longevidad del movimiento misionero.

Entender antes de movilizar

Uno de los mayores obstáculos, afirma, es que no estamos entendiendo a esta generación. “No puedes movilizar a quien no entiendes. Si pensamos que los jóvenes solo se comunican con emojis, no vamos a conectar. Dios los ha puesto en un tiempo específico para una generación específica”.

Y no es una cuestión teórica. La mayoría de los pueblos menos alcanzados están formados por jóvenes.

“Los mayores de 40 pueden hacer un buen trabajo con ellos, pero no como lo haría alguien de su misma edad”, señaló. En otras palabras, la juventud no solo es mano de obra misionera: es parte esencial del mismo campo a alcanzar.

Estrategias que están funcionando

Viajes misioneros a corto plazo, espacios de oración, acompañamiento discipular y movimientos con identidad joven como Preciosa Sangre o Movida están dando frutos.

“Lo que algunos criticaban como turismo cristiano es, en muchos casos, verdadero discipulado. Jesús también hizo viajes con sus discípulos”, dijo.

Para Echeverry, la clave está en permitir que la juventud diseñe y proponga nuevas formas de hacer misión. “No se trata de cambiar por cambiar, sino de escuchar cómo Dios los está llamando a ellos, y seguir ese diseño. Ahí está el éxito”.

Iglesias que acompañan, no solo observan

El rol de las iglesias locales es crucial. Echeverry compartió su propio testimonio: fue llamado a los ocho años, afirmado por un pastor a los doce, y enviado por su iglesia a los diecisiete. “Tomaron un riesgo, pero caminaron conmigo. Eso es discipulado real”, recordó.

El problema, apunta, es que muchas veces la iglesia teme los errores juveniles. Pero la formación no puede ocurrir sin espacio para fallar. “Necesitamos una tolerancia más amplia al error, no al pecado, sino al proceso de aprendizaje. Caminar con la gente requiere paciencia”, reflexionó.

A quienes sienten el llamado, pero no saben cómo comenzar, Echeverry da tres consejos: orar por el mundo hasta que Dios les indique un país; ser valientes para actuar; y no esperar. “Haz hoy con otros lo que te gustaría que hicieran contigo. Si no hay espacio, créalo. Discipula desde donde estés, aunque sea con niños”.

Un sueño a futuro

Cuando se le pregunta por su visión para los próximos diez años, no duda: “Quiero ver que el 50% de los misioneros sean menores de 30 años. Ver jóvenes vibrando por Jesús y las misiones, encendiendo el fuego de la pasión misionera en América Latina”.

Pero aclara que este cambio generacional no implica excluir a los mayores. “Ellos tienen un rol clave: caminar, mentorear, apoyar y construir tarimas. Solo así tendremos un movimiento verdaderamente intergeneracional y sostenible”.

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