David Ruiz, veterano líder de misiones, reflexiona sobre el legado y el futuro de las misiones en América Latina

David Ruiz
David Ruiz, ex presidente ejecutivo de COMIBAM y veterano líder misionero, en el stand de su ministerio durante el congreso COMIBAM 2025 en Ciudad de Panamá, Panamá. Diario Cristiano Internacional

Mientras líderes misioneros de todo el mundo iberoamericano se reunían en Ciudad de Panamá para COMIBAM 2025, una voz experimentada ofreció una perspectiva a largo plazo sobre el desarrollo, los retos y el futuro del movimiento. David Ruiz, ex director ejecutivo de COMIBAM y de la Comisión de Misiones de la Alianza Evangélica Mundial, se sentó con Diario Cristiano Internacional para reflexionar sobre cuatro décadas de crecimiento misionero en América Latina y el camino por recorrer.

Con profundas raíces en el ministerio de la iglesia local y la movilización continental, Ruiz ha pasado su vida construyendo estructuras y relaciones para ayudar a América Latina a ocupar su lugar en las misiones globales. En la entrevista, compartió su trayectoria personal en las misiones, las percepciones de los años de formación de COMIBAM y su visión de cómo las iglesias latinoamericanas pueden seguir respondiendo a la Gran Comisión en un contexto global cada vez más complejo.

Un llamado desde la base

El viaje misionero de Ruiz comenzó inesperadamente a principios de la década de 1980, cuando su iglesia local en Guatemala, dirigida por el teólogo y estratega Dr. William Taylor, comenzó a comprender el mandato bíblico de alcance global. “En 1983, nuestra iglesia experimentó un cambio de mentalidad”, dijo Ruiz. “Empezamos a pensar seriamente en alcanzar a los no alcanzados, a pesar de que, en América Latina en ese momento, había muy poca infraestructura o imaginación para enviar misioneros.”

Este despertar se produjo antes de que se establecieran en la región instituciones u organismos formales de formación. “Éramos pioneros en un contexto en el que no había una hoja de ruta”, añade.

Con el tiempo, los miembros de su iglesia ayudaron a poner en marcha el proceso de planificación de lo que se convertiría en COMIBAM (Cooperación Misionera Iberoamericana), una plataforma de colaboración misionera en América Latina, España y la diáspora latina. Más tarde, Ruiz se convirtió en pastor de esa misma iglesia durante lo que él llamó su “época dorada” de participación en misiones. “No se trataba de mí”, subraya. "La iglesia ya había captado la visión. Nos convertimos en un modelo de cómo una iglesia latinoamericana podía comprometerse globalmente".

El creciente papel de la iglesia en el movimiento misionero regional dio lugar a más oportunidades de liderazgo para Ruiz. Fue invitado a servir como director ejecutivo de COMIBAM, donde ayudó a liderar tanto congresos estratégicos como un proceso de reevaluación interna para dar forma a la identidad y misión a largo plazo del movimiento.

En el año 2000, Ruiz se convirtió en presidente ejecutivo, entonces el cargo de mayor liderazgo. “El Señor me dio el privilegio de ayudar a plantar 23 movimientos misioneros nacionales en toda América Latina”, dijo. “Fue una época de enorme crecimiento y consolidación”.

Él articuló tres pilares que se convertirían en el centro de la identidad de COMIBAM: la centralidad de la iglesia local en la misión; el papel de apoyo, pero no dominante, de las agencias misioneras; y la necesidad de centros de formación para equipar a las iglesias para un compromiso transcultural eficaz. “Estos tres componentes ayudaron al movimiento a ganar madurez y tracción en toda la región”, afirmó.

Compartir lecciones más allá de América Latina

Tras concluir su mandato en COMIBAM en 2006, Ruiz asumió un nuevo cargo como director asociado -y posteriormente director ejecutivo- de la Comisión de Misiones de la Alianza Evangélica Mundial. Allí, buscó contextualizar las lecciones aprendidas en América Latina para otras regiones del mundo.

“Tuve la oportunidad de visitar países de África Oriental y Europa del Este y compartir el modelo que habíamos desarrollado”, dijo. “En varios lugares intentaron adaptar esas ideas a sus propias realidades”.

Más tarde, Ruiz volvió a dirigir una agencia misionera -Avante Español- con un nuevo mandato: enviar misioneros desde Latinoamérica, no sólo hacia ella. “Comenzamos el proceso de reclutar, formar y enviar latinoamericanos a los confines del mundo”, afirma.

Sin embargo, al tratar de ampliar esta labor, se encontró con un obstáculo crítico. “Nos dimos cuenta de que muchas iglesias no estaban preparadas para enviar”, dijo. “Carecían de visión, estructura y teología para las misiones”. Ese descubrimiento le llevó a lanzar la Missional Church Network, una plataforma interdenominacional destinada a ayudar a las iglesias a comprender su papel en la misión global de Dios. “Trabajamos directamente con los pastores para ayudarles a ver la visión bíblica y dar pasos prácticos para convertirse en iglesias enviadoras”, explica.

Un movimiento en transición

De vuelta a Panamá para el congreso de COMIBAM de 2025, Ruiz ofreció una perspectiva históricamente informada como uno de los veteranos del movimiento. Señaló que el COMIBAM actual es muy diferente del que él ayudó a formar hace dos décadas.

“Ahora hay mucha más diversidad”, afirma. "En nuestra época, los actores principales eran las iglesias, las agencias misioneras y los centros de formación. Hoy se observa una gama más amplia de iniciativas: traducción de la Biblia, ministerio entre los pobres, pueblos indígenas, personas con discapacidades. Es emocionante ver esa expansión".

También considera que se está produciendo una transición generacional. “Muchos de los líderes actuales eran participantes o personal subalterno en mi época”, afirma. "Ahora están dirigiendo, y eso es muy alentador. Muestra el fruto de la inversión a largo plazo".

Al mismo tiempo, Ruiz reconoció que la dirección de COMIBAM se enfrenta hoy a nuevas presiones. “Hay grandes expectativas de organizaciones mundiales y regionales que quieren que COMIBAM apoye sus agendas”, dijo. "Nosotros también experimentamos eso, pero creo que se ha intensificado. No envidio a quienes dirigen ahora: no es fácil navegar por esa dinámica al tiempo que se intenta mantener una visión autóctona".

Ruiz también sugirió que la reunión de 2025 representa una nueva fase en el ciclo vital del movimiento. “Para muchos participantes, éste es su primer congreso de COMIBAM”, afirmó. "No llevan la misma historia. Para ellos, este evento es un punto de partida más que una continuación. Eso aporta nuevas energías, pero también significa reconstruir la identidad desde los cimientos".

La dinámica Norte-Sur y la lucha por la mutualidad

Uno de los retos más amplios que abordó Ruiz es la evolución de las relaciones entre el Norte y el Sur en el ámbito de las misiones. A medida que América Latina y otras regiones del Sur han surgido como fuerzas emisoras de misiones, las cuestiones de poder, representación y respeto mutuo han pasado a primer plano.

“La buena noticia es que la iglesia mundial está empezando a reconocer lo que Dios está haciendo aquí”, dijo Ruiz. "Líderes de África, Asia y más allá vinieron a este congreso para observar y aprender. Eso es señal de un respeto creciente".

También destacó el aumento del liderazgo latinoamericano en las organizaciones mundiales. "Ahora hay latinoamericanos al frente de organismos internacionales. Eso es significativo: demuestra que la región no sólo envía misioneros, sino que produce líderes de talla mundial".

Aun así, advirtió que persisten ciertos patrones coloniales. “Algunas organizaciones todavía nos ven como herederos de un movimiento que comenzó en el Norte”, dijo. "Pero ése es un marco equivocado. El Señor nos está dando el testigo, no nos lo está pasando, sino que lo está poniendo en nuestras manos de nuevo para esta generación. Es nuestro llamado, no sólo su legado".

Ruiz también expresó su preocupación por el hecho de que las voces latinoamericanas queden a menudo excluidas de las conversaciones sobre planificación estratégica. “Se nos invita a participar en los programas, pero no a dar forma a la visión”, dijo. "Es un reto. Tenemos que pasar de una inclusión simbólica a una asociación significativa".

Signos de estancamiento y deriva post-misionera

Lo que más preocupa a Ruiz es lo que parece ser un estancamiento en el compromiso de las iglesias locales. “Mientras aumenta el número de misioneros enviados, observamos un estancamiento en el número de iglesias que participan activamente en las misiones”, afirma. "Y en algunos casos, las iglesias que antes lideraban el movimiento ya no envían misioneros. Es como si hubieran entrado en una fase post-misionera".

Ruiz calificó esta tendencia de profundamente preocupante. “Entre el primer COMIBAM en 1987 y hoy, la iglesia en América Latina ha crecido enormemente”, dijo. “Pero si ese crecimiento no se traduce en compromiso misionero, nos hemos perdido algo vital”.

Instó a los líderes a abordar directamente esta cuestión. "Tenemos que preguntarnos por qué las iglesias están dando un paso atrás. ¿Es fatiga? ¿Desilusión? ¿Falta de base teológica? Sea cual sea la causa, debemos volver a despertar a la iglesia a su vocación global".

Mirando al futuro

Al concluir COMIBAM 2025, Ruiz esbozó tres esperanzas para el movimiento de cara al futuro.

“En primer lugar, oro para que este congreso no se vea como un mero evento, sino como el inicio de un proceso”, dijo. “Especialmente para los que participan por primera vez, espero que regresen a sus iglesias y agencias con una visión renovada y desafiante para las naciones”.

En segundo lugar, espera que COMIBAM adquiera mayor respeto e inclusión en las conversaciones sobre la misión global. “No deberíamos ser meros ejecutores, sino estar en la mesa donde se diseñan las estrategias”, afirmó.

Por último, Ruiz pidió un compromiso renovado con la centralidad de la Iglesia. “En los últimos años, ha habido una tendencia hacia modelos impulsados por agencias”, dijo. "Pero la Iglesia debe estar en el centro de las misiones. Así es como Dios la diseñó. Y eso es lo que garantizará el futuro del movimiento".

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