
A los 24 años, Rafael Martínez vivía una vida marcada por el crimen, el narcotráfico y la violencia en las calles del Bronx. Todo cambió cuando una operación policial terminó con siete disparos dirigidos a él. Aunque sobrevivió milagrosamente, fue condenado a ocho años de prisión, donde tendría un encuentro que transformaría su historia para siempre.
En prisión, lejos de su antigua vida, escuchó una predicación que sacudió su interior:
“Cuando estuve preso un hombre entró a la prisión predicando que hay que acordarse del Señor en los días de la juventud, eso impactó mi vida”, relató Martínez.
Ese mensaje provocó un cambio profundo:
“Luego de esa predicación duré muchos días en los pasillos con lágrimas y con una actitud de arrepentimiento”, agregó.
A partir de ese momento, Rafael se dedicó a estudiar teología, hermenéutica y completar su educación secundaria, mostrando una conducta ejemplar que le valió la libertad anticipada a los 32 años.
Desde su salida, ha consagrado su vida al servicio cristiano y comunitario. Actualmente es pastor del Centro Internacional de Adoración Habacuc 3.2 junto a su esposa Antonia Martínez, y también se desempeña como empresario en el sector de la construcción.
Con 35 años de vida cristiana, Martínez ha trabajado activamente en ministerios carcelarios y programas sociales, brindando ayuda y esperanza a personas marginadas por la sociedad.
“Si se puede estar en Cristo, Él me cambió, cuando uno confiesa con su boca que Jesús es el Señor y cree en su corazón que Dios se levantó entre los muertos”, concluyó con firmeza.
La historia de Rafael Martínez es una inspiración para muchos, recordando que nadie está fuera del alcance de la gracia de Dios, sin importar cuán oscuro haya sido su pasado.