
El pasado miércoles 15 de octubre de 2025 marcó un hito legislativo en Uruguay: el Senado aprobó una ley que regula la eutanasia, convirtiendo al país en el primero de América Latina en aprobar por Parlamento una norma de ese tipo, tal como informó Diario Cristiano. La votación terminó 20 a favor y 11 en contra.
En ese contexto, la Alianza Evangélica Latina (AEL) emitió un comunicado oficial titulado “Declaración Repudio a Ley de Legalización de la eutanasia en Uruguay”. En su texto, la AEL expresó su “rechazo” ante lo que considera una “ley contraria al don de la vida”, y pidió a la iglesia evangélica y a la sociedad que “se mantengan firmes en la defensa de la vida desde su concepción hasta su fin natural”.
El telón de fondo
El proyecto de ley había sido aprobado previamente en la Cámara de Representantes en agosto de 2025 con 64 votos a favor y 29 en contra, también informado por Diario Cristiano. Luego, alcanzó la sanción final en la cámara alta, lo que desencadenó el pronunciamiento cristiano. La prensa secular lo describe como “un paso inédito en América Latina”.
Los opositores señalan que la vida es un don inalienable, que el sufrimiento debe acompañarse con cuidados paliativos en lugar de acelerar la muerte.
En su declaración, la Alianza Evangélica Latina sostiene varios puntos claves:
- Que toda vida humana posee dignidad intrínseca y no puede ser objeto de terminación deliberada por el Estado.
- Que la aprobación de esta ley en Uruguay abre un camino de “cultura de muerte”, en contraste con los valores cristianos de la vida y la familia.
- Que la iglesia evangélica no puede permanecer pasiva: “Invitamos a nuestras iglesias y líderes a levantar su voz” es un llamado que figura en el texto.
- Que además se comprometen a apoyar políticas públicas que promuevan los cuidados paliativos y la atención al sufrimiento como respuestas dignas frente al final de la vida.
La AEL, con sede en Paraguay y múltiples miembros en la región, se presenta como la voz unificada de las iglesias evangélicas en temas sociales, y esta declaración refuerza ese perfil, dado que habla en nombre de 23 alianzas nacionales del continente americano y España.
Reacciones y tensiones
La aprobación de la ley no sorprendió del todo: medios uruguayos habían anticipado que se daría tras un largo debate. Pero el pronunciamiento evangélico añade una dimensión de tensión entre el Estado, la ética cristiana y la sociedad civil.
En el artículo de análisis de la AEL se menciona que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en fallo 2024, reafirmó que no existe un “derecho al suicidio asistido”. Esa referencia subraya que el rechazo no es sólo teológico, sino que también es respaldado por ciertas corrientes del derecho internacional según la AEL.
Además, otros líderes cristianos uruguayos ya habían manifestado su oposición. Por ejemplo, el Consejo de Representatividad Evangélica del Uruguay (CREU) había señalado públicamente que “decimos, tajantemente, no a la eutanasia. No a acelerar el proceso de la muerte”.
Qué significa esto para Uruguay
La ley entra en vigor y el Ejecutivo tiene la tarea de reglamentar su aplicación. Pero el pronunciamiento de la AEL sugiere que no será una transición tranquila: las iglesias evangélicas se preparan para un rol público más activo en el debate bioético y social.
Para las congregaciones evangélicas, este episodio puede reforzar su visibilidad pública y su propuesta social. Para el Estado, representa un desafío de diálogo con sectores que se sienten aludidos y preocupados.
Finalmente, este caso sirve de ejemplo de cómo en América Latina los temas del “final de la vida”, la ética médica y la fe se cruzan en esferas políticas, sociales y religiosas, generando dinámicas que van más allá del puro legislativo.





