Violencia en Colombia: desplazamientos y respuestas solidarias en zona fronteriza

Crisis Humanitaria en Colombia
Donaciones para los refugiados colectadas por la Gobernación del Norte de Santander, Colombia. Foto: Gobernación del Norte de Santander

La violencia que azota al departamento de Norte de Santander, Colombia, sumió en una de las crisis humanitarias más graves de los últimos años a miles de familias. Enfrentamientos entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN), las disidencias de las FARC y las Fuerzas Militares desataron un éxodo masivo en la región del Catatumbo, donde el miedo, la incertidumbre y el dolor son ahora parte del paisaje cotidiano.

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Según un reportaje de Infobae, el excombatiente de las FARC, Diego Tovar durante su intervención ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), en los últimos seis días se han registrado más de 80 asesinatos, un centenar de secuestros y el desplazamiento forzado de más de 30.000 personas.

El Catatumbo es una región colombiana ubicada en el noreste del departamento de Norte de Santander y una pequeña parte al suroeste del departamento del Cesar, que se extiende entre la Cordillera Oriental de Colombia y el Lago de Maracaibo, por lo cual se le ha llegado a considerar la región como "transfronteriza".

El conflicto en el Catatumbo, que según investigaciones tiene su origen en la pérdida de un cargamento de cocaína, escaló rápidamente en una guerra abierta entre grupos armados ilegales. 

Las calles de Tibú, otrora llenas de vida, hoy están desoladas. Los comercios están cerrados y la tristeza es palpable en los rostros de quienes aún permanecen en el área. Según un artículo de El Nacional, Richard Claro, alcalde de Tibú, señaló que “la comunidad vive en zozobra, y el miedo los obliga a salir en busca de refugio. Aún hay cuerpos sin vida que no han podido ser recuperados”.

Declaratoria de Emergencia: Respuesta Gubernamental
Ante la magnitud de la crisis, el gobernador de Norte de Santander, William Villamizar, declaró mediante los decretos 0042 y 0043 del 20 de enero pasado una Situación Especial de Orden Público y Emergencia Social y Económica en todo el departamento. Este acto busca acelerar la implementación de un plan de acción que permita atender de manera inmediata las necesidades de las familias afectadas.


En colaboración con entidades locales y nacionales, la Gobernación ya entregó asistencia humanitaria en los albergues de Tibú y Cúcuta, beneficiando a más de 300 familias. Las ayudas incluyen kits de aseo, alimentos, artículos de cocina, kits deportivos para los niños, y jornadas de atención médica. Sin embargo, el desafío es monumental, ya que las necesidades superan con creces la capacidad de respuesta inmediata.

CEDECOL: Solidaridad en acción
En medio de esta crisis, el Consejo Evangélico de Colombia (CEDECOL), miembro pleno de la Alianza Evangélica Latina, emitió un boletín urgente destacando la gravedad de la situación en Norte de Santander. 

CEDECOL también movilizó a sus iglesias y organizaciones afiliadas para brindar asistencia a los desplazados, ofreciendo refugio, alimentos y apoyo espiritual a las familias afectadas. Además, solicitan a la comunidad nacional e internacional a unirse en oración y acción para mitigar el sufrimiento de las víctimas del conflicto.

Refugios: Hogares temporales y llanto permanente
En el estadio General Santander de Cúcuta, uno de los principales centros de acogida, se percibe una atmósfera de desolación. Las palabras del alcalde de Cúcuta, quien confirma la llegada de más de 8.000 desplazados hasta el pasado lunes, reflejan la magnitud del problema. Entre el bullicio de los refugiados y el trabajo de voluntarios, resalta el llanto de niños y adultos que aún no pueden asimilar la pérdida de sus hogares y su vida tal como la conocían.

“Es muy triste. Caminas por el casco urbano y ves las calles vacías. La economía se ha detenido, y la desolación está en cada esquina”, añadió Richard Claro según la misma nota periodistica de El Nacional. Sus palabras resumen el sentimiento generalizado de quienes han sido víctimas de este conflicto.

Un futuro incierto pero no desesperanzado
Mientras tanto, el ministro de Defensa, Iván Velásquez, reafirmó el compromiso del Gobierno Nacional de proteger tanto a las víctimas directas del conflicto como a las comunidades desplazadas. “Debemos salvar vidas y garantizar condiciones de existencia dignas para las poblaciones movilizadas”, señaló.

Los esfuerzos actuales se centran no solo en atender la emergencia humanitaria, sino en buscar soluciones a largo plazo que garanticen la seguridad, reactivación económica y una presencia institucional sostenida en el Catatumbo. Sin embargo, la región enfrenta un complejo entramado de intereses ligados al narcotráfico y la presencia histórica de grupos armados ilegales, lo que dificulta vislumbrar una solución inmediata.

El Catatumbo clama por paz y estabilidad. Las familias desplazadas necesitan más que asistencia humanitaria; necesitan esperanza y una respuesta integral del Estado que ponga fin a la violencia. La comunidad internacional también tiene un papel clave en visibilizar esta tragedia y colaborar en la búsqueda de soluciones.

Hoy, más que nunca, la región necesita que las promesas se conviertan en acciones concretas, que los decretos se transformen en resultados tangibles, y que la esperanza renazca en un territorio que, pese a la adversidad, sigue resistiendo.

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