
En el más reciente episodio de su podcast “Escuela de Pescadores”, el Dr. Luis Ángel Díaz-Pabón, sostuvo un profundo diálogo con el Dr. Samuel Pagán sobre la naturaleza de los milagros, un tema que ha capturado la atención de creyentes y escépticos por igual.
Ambos líderes coinciden en que un milagro es una intervención divina que va más allá de la comprensión científica y lógica actual, un acto de la misericordia de Dios que trae consigo una enseñanza profunda.
Tanto Díaz Pabón, cómo Pagán, son figuras muy respetadas en el ámbito teológico hispano. El Dr. Díaz-Pabón es un reconocido pastor y evangelista puertorriqueño, conocido por su labor al frente del Ministerio de Evangelismo Internacional y como editor general de la popular Biblia de estudio del Pescador. Por su parte, el Dr. Pagán es un destacado biblista y autor de más de cincuenta libros sobre teología, exégesis y pastoral. Ha servido como decano académico, presidente de instituciones teológicas y consultor de traducción para las Sociedades Bíblicas Unidas, consolidándose como una autoridad en el estudio de las Escrituras.
Durante la conversación, el Dr. Pagán desglosó los milagros de Jesús en cuatro categorías principales: sanidades, liberación de endemoniados, resurrecciones y dominio sobre la naturaleza. Estos actos, argumenta, no solo demostraban el poder de Jesús sobre la creación, sino que también revelaban la vastedad de su autoridad divina.
"Un milagro es una intervención divina que no podemos explicar desde el conocimiento actual que nos brindan las ciencias y la lógica. Un milagro es una intervención del Señor que supera nuestras comprensiones humanas", explicó Pagán.
Contrario a la idea de que los milagros cesaron con la era apostólica, los expertos afirman que Dios sigue obrando de maneras extraordinarias en la actualidad. “Dios no ha cambiado”, sostienen, “su capacidad para intervenir y su misericordia son las mismas hoy que en siglos pasados”. Incluso en el campo de la medicina, señalan, hay testimonios de médicos y cirujanos que reconocen intervenciones que solo pueden ser descritas como milagrosas.
El propósito de un milagro, explican, no es el espectáculo, sino la manifestación de la compasión de Dios y una oportunidad para la enseñanza. Cada milagro abre una nueva dimensión de entendimiento sobre un Dios que no está limitado por las restricciones humanas, sino que actúa movido por su misericordia.
"Un milagro no es un acto de buena suerte que tuvo la persona, [sino] un acto de misericordia de Dios que tiene una enseñanza. Y la gran pregunta es: ¿qué me quiere enseñar Dios con este milagro que yo he recibido? No es un acto de azar, no, no, no. Dios intencionalmente interviene", dijo el Dr. Pagán.
Finalmente, abordaron las diversas formas en que Dios puede sanar, ya sea a través de la medicina, donde Él otorga sabiduría a los profesionales de la salud, o directamente a través de la oración, donde su poder y misericordia se manifiestan.
El aceite de la unción, mencionado en el libro de Santiago, se interpreta como un símbolo del Espíritu Santo, representando energía, poder y autoridad divina en respuesta a la necesidad humana.
Para aquellos que han sido testigos de un milagro, la experiencia es transformadora e inolvidable, un evento que marca un antes y un después en su fe y comprensión de lo divino, afirman los especialistas.