Tecnología sin sabiduría puede apagar la voz de Dios

Hiperconectividad en el teléfono celular
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Vivimos en la era de la información instantánea y la conectividad constante. Desde el momento en que despertamos hasta que nos acostamos, estamos cercados de pantallas: teléfonos inteligentes, tabletas, computadoras y televisores. La hiperconectividad digital se ha convertido en norma, ofreciéndonos una supuesta conveniencia y acceso ilimitado.

Sin embargo, para el cristiano, surge una pregunta crucial: ¿estamos usando la tecnología con sabiduría, o estamos siendo usados por ella, perdiendo el enfoque en lo verdaderamente esencial para nuestra vida espiritual y nuestras relaciones?

Las ventajas de la tecnología son innegables; nos permite mantenernos conectados con seres queridos, acceder a información valiosa y, sí, incluso difundir el Evangelio. Pero esta misma facilidad puede llevarnos a una adicción digital silenciosa, erosionando nuestra capacidad de concentración, profundizando la soledad en lugar de la conexión genuina y distrayéndonos de la presencia de Dios.

El rey Salomón en Proverbios 4:23 nos advierte: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”. Si nuestros corazones están constantemente saturados por el ruido digital y la validación superficial, ¿cómo podemos escuchar la voz de Dios o cultivar la vida abundante que Él nos ofrece?

La evidencia de los efectos negativos de la sobreexposición digital es cada vez mayor. Estudios muestran vínculos entre el uso excesivo de redes sociales y el aumento de la ansiedad, la depresión y la baja autoestima, especialmente entre los jóvenes.

La Academia Americana de Pediatría ha emitido pautas para el uso de pantallas en niños y adolescentes, destacando la importancia de limitar el tiempo y fomentar actividades fuera de línea para un desarrollo saludable. No se trata de demonizar la tecnología, sino de reconocer sus límites y sus potenciales peligros cuando no se maneja con discernimiento.

Como creyentes, estamos llamados a ser intencionales con nuestro tiempo y nuestras prioridades. Efesios 5:15-16 nos exhorta: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos”.

En la era digital, “aprovechar bien el tiempo” a menudo significa establecer límites claros, practicar la desconexión regular y priorizar el tiempo de calidad con Dios, la familia y la comunidad. Esto puede implicar silenciar notificaciones, designar “zonas libres de pantallas” en el hogar, o incluso tomar “ayunos digitales” para recalibrar nuestra perspectiva.

Debemos alentar conversaciones abiertas en nuestras iglesias sobre cómo la tecnología afecta nuestra espiritualidad, nuestras relaciones familiares y nuestra salud mental. No basta con prohibir; debemos enseñar el autocontrol, el discernimiento y la búsqueda activa de una vida plena en Cristo, que va más allá de cualquier algoritmo o pantalla.

Que nuestra sabiduría digital refleje Su luz, usándola para Su gloria, no para nuestra distracción o cautiverio.

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