La temporada de huracanes cobró vidas con mucha violencia, destruyó casas y su estela critica es hoy una oportunidad de ayuda humanitaria que la Asociación Evangelística Billy Graham (BGEA por sus siglas en inglés) entiende muy bien. Desde la llegada del primer gran huracán Helene y luego la de Milton, capellanes salieron a buscar a las personas necesitadas para llevarles elementos materiales de primera necesidad y por sobre todo asistirlos espiritualmente.
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El Centro de Entrenamientos de Billy Graham en The Cove pasó de ser un apacible centro de retiros a convertirse en un bullicioso centro de ayuda en catástrofes en el oeste de Carolina del Norte. “The Cove proporciona comidas calientes y alojamiento a la Patrulla de Carreteras del Estado de Carolina del Norte, a los capellanes del Equipo de Respuesta Rápida de Billy Graham y a los voluntarios de Samaritan’s Purse. Las instalaciones, que han estado operando con generadores, acogen a estos hombres y mujeres mientras atienden a las comunidades cercanas, incluidas las ciudades de Swannanoa y Fairview, duramente golpeadas por la tormenta”, señalaron desde la BGEA.
La necesidad es mucha y no se podía esperar demasiado tiempo, era momento de salir y hacer. Llegar hasta las personas que con dolor vieron destruidas sus casas y algunos hasta perdieron seres queridos. Si bien The Cove es un centro para capacitación de obreros en la evangelización, para sus directivos alojar personas, entre víctimas y rescatistas, una forma de compartir el mensaje de la Cruz.
Según explicó Daniel Hall, patrullero de carretera, “los [soldados y agentes del orden] que vienen aquí siempre que salen a trabajar, ven cosas malas. Es muy fácil que se te endurezca el corazón”. Pero compartir con los cristianos y escuchar sus historias de fe en medio de la tragedia realmente tiene un impacto. “Te voy a decir una cosa, este lugar aquí mismo está suavizando mi corazón un poco”, confirmó el oficial. Estos testimonios son los que alientan a quienes desinteresadamente buscan el bienestar de los damnificados.
Cuando parecía que comenzaban a recuperarse de Helene, llegó Milton, otro brutal huracán que se cobró al menos la vida de 20 personas. “Solo quiero animar a la gente a orar”, dijo Franklin Graham en un noticiario tras la segunda gran tormenta que provocó al menos unos 12 tornados de gran intensidad.
Esta vez los capellanes del Equipo de Respuesta Rápida llegaron hasta el condado de Charlotte, Florida, al norte de Fort Myers, recordándoles a los que sufren que, independientemente de lo que esté sucediendo a su alrededor, solo Jesucristo puede ofrecer esperanza. Allí, Josh Holland, director internacional del equipo, compungido expresó: “No hay palabras para describir la devastación que estamos viendo en Florida, agravada por el hecho de que algunas de las zonas más afectadas ya estaban trabajando para recuperarse del huracán Helene cuando Milton golpeó”.
El trabajo de los capellanes va desde sólo preguntar cómo están, qué necesitan, y generar la suficiente empatía para animarles en medio del sufrimiento, hasta confiar en Dios y en su poder de transformar vidas y situaciones.
Algunas personas responden al llamado y aceptan a Jesucristo como Salvador y Señor de sus vidas. Otros, no quieren saber nada. Sin embargo, reciben el mensaje y la ayuda humanitaria. Los capellanes están capacitados para responder en situaciones de crisis y para guiar a los afectados a encontrar paz interior en Jesucristo, independientemente de lo que ocurra alrededor.
El trabajo de aliento y predicación es una verdadera oportunidad para que muchas personas conozcan a Cristo en medio de la crisis y el dolor. La BGEA anima a mantener oraciones por estas personas que fueron víctimas de lo inevitable, que esta temporada de huracanes sea más recordada por la cosecha de almas que se entregaron a Cristo, que por la violencia con que la naturaleza azotó a principio y mediados del mes de octubre de 2024.