
Montevideo, Uruguay — Durante su intervención en el Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia, el abogado y vicepresidente de Política y Asuntos Gubernamentales del Family Research Council (FRC), Travis Weber, enfatizó que “la restauración del diseño de Dios para la familia y la dignidad humana es urgente” en medio del caos moral y cultural que vive el mundo actual.
El Family Research Council es una organización cristiana con sede en Washington, D.C., fundada hace más de 40 años para promover principios de fe, familia y libertad en la vida pública estadounidense. Weber lidera el equipo del FRC que monitorea e incide en políticas federales desde una perspectiva bíblica. En los últimos años, ha trabajado en alianza con líderes latinoamericanos para fortalecer un frente común pro vida y pro familia.
En Montevideo, Weber saludó a los asistentes en nombre del pueblo cristiano en Estados Unidos, subrayando que su participación en el Congreso no es fruto de una estrategia institucional sino del llamado directo del Espíritu Santo: “No buscamos conexiones, fue el Señor quien puso esto en mi corazón cuando José González (asesor del Congreso por la Vida y la Familia) llegó a nuestra oficina y nos habló del clamor de Latinoamérica”, expresó.
Unidad en propósito y fundamento bíblico
Durante su discurso, Weber planteó que la cooperación entre organizaciones cristianas debe sostenerse en objetivos claros, y propuso uno esencial: proclamar lo que Dios declaró desde el principio. Citó Génesis 1 y 2 para recordar que Dios creó al hombre y la mujer a su imagen, instituyó el matrimonio, y estableció una estructura divina para la familia.
“Estos fundamentos están bajo ataque como nunca antes en la historia. Pero debemos afirmar que la Palabra de Dios es la verdad eterna, perfecta y suficiente”, afirmó Weber. También advirtió que el activismo cristiano debe depender del poder del Espíritu Santo, no de estrategias humanas: “Si trabajamos desde nuestras propias fuerzas, no tendremos éxito. Queremos leyes pro vida y el fin de la ideología de género, pero sobre todo queremos ver el avance del Reino de Dios”, subrayó.
Sanidad espiritual y relación con el Padre
Uno de los ejes de su intervención fue la importancia de la sanidad emocional y espiritual en los propios líderes cristianos. “Antes de hablar de relaciones familiares sanas, tenemos que ser sanos en nuestra relación con nuestro Padre celestial. Solo desde ahí podremos influir con coherencia”, dijo.
Compartió su testimonio personal, contando cómo una experiencia de renovación espiritual lo llevó a profundizar en su dependencia del Espíritu Santo. “Yo ya era cristiano, ya trabajaba por la familia, pero el Señor me llevó a otro nivel de comunión. Me transformó y eso afectó toda mi vida”, relató.
Weber también mencionó que esta sanidad interna debe reflejarse en el mensaje que se transmite a las futuras generaciones. “No podemos simplemente pasarles nuestras costumbres o formas. Debemos traspasarles la visión de Dios, no nuestras versiones incompletas de ella”, advirtió.

Restauración, gobierno y testimonio público
A lo largo de su mensaje, Weber insistió en que la restauración de la familia debe alcanzar todos los niveles, incluyendo las estructuras gubernamentales. “El mundo necesita esta restauración. Muchos buscan respuestas, pero están en oscuridad. Nuestra proclamación debe ser integral: Jesús salva, pero también restaura, transforma y establece su Reino en todas las áreas de la vida”, dijo.
En consonancia con la visión del Congreso, subrayó tres pilares fundamentales para la acción cristiana hoy: transferencia generacional, unidad y sanidad espiritual. “Solo con corazones restaurados podremos impactar la sociedad desde la verdad del Evangelio. Necesitamos vivir lo que predicamos para ser un testimonio auténtico en todos los niveles”, concluyó.
Weber fue uno de los oradores internacionales invitados al Congreso que se celebra esta semana en la capital uruguaya, y que congrega a líderes políticos, sociales y religiosos de toda Iberoamérica con el objetivo de articular una agenda común en defensa de la vida, la familia, la libertad religiosa y la dignidad humana.