¿Está el mundo listo para una paternidad sin padre? Un grito profético

Padre e hijo
Debemos levantar el estandarte de la paternidad bíblica, no con un espíritu de condena, sino de redención y restauración. Freepik.com

En un mundo que celebra constantemente la autonomía y la redefinición de las estructuras sociales, surge una pregunta incómoda pero crucial: ¿Está la sociedad de hoy, intencionadamente o no, gestando una cultura de paternidad sin padre?

Observamos cómo en diversos discursos, legislaciones y narrativas mediáticas, el rol del padre se minimiza, se ridiculiza o, en el peor de los casos, se vuelve obsoleto. Para los cristianos evangélicos, esta tendencia no es solo una preocupación social; es un grito profético sobre el desvío de un diseño divino fundamental.

Desde una perspectiva bíblica, el padre no es una figura accesoria, sino una columna vertebral en la familia y la sociedad. Dios mismo se revela a nosotros como Padre (Abba). Su carácter es el modelo de provisión, protección, disciplina amorosa y dirección. Malaquías 4:6 advierte sobre el juicio venidero si "el corazón de los padres [no se vuelve] a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres".

Esta profecía subraya la vital importancia de una relación padre-hijo sólida para la estabilidad social y espiritual. Cuando la figura paterna se debilita o ausenta, el impacto en la niñez, la adolescencia y, por ende, en el futuro de la sociedad, es devastador.

Estudios de diversas instituciones, incluso seculares, han correlacionado la ausencia paterna con mayores tasas de delincuencia juvenil, fracaso escolar y problemas de salud mental. La Fundación Nacional de Padres en Estados Unidos ofrece recursos y datos sobre la importancia del padre.

La devaluación del padre se manifiesta de múltiples formas: desde chistes que lo presentan como un inútil o un estorbo, hasta sistemas legales que a menudo privilegian a la madre en la custodia sin una justa valoración de la co-paternidad activa y responsable.

En un intento por promover la igualdad de género, que en sí misma es un valor cristiano cuando se entiende como equidad y dignidad, hemos rozado peligrosamente el límite de erosionar las distinciones y roles complementarios que Dios estableció. No se trata de volver a modelos patriarcales opresivos, sino de restaurar el valor de la paternidad responsable, presente y activa.

La cultura evangélica debe ser una voz clara y constructiva en este debate. Debemos levantar el estandarte de la paternidad bíblica, no con un espíritu de condena, sino de redención y restauración. Esto implica desafiar los estereotipos dañinos y fomentar que los hombres abracen su llamado divino a ser padres amorosos, proveedores y guías espirituales para sus hijos.

Como dice Proverbios 22:6: "Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él." Esta instrucción no es solo de la madre; es una responsabilidad compartida, con el padre como cabeza espiritual del hogar.

Es imperativo que nuestras iglesias se conviertan en baluartes que fortalezcan a los padres y equipen a los hombres jóvenes para asumir este rol vital. Programas de mentoría, grupos de apoyo para padres y predicaciones que honren la paternidad son esenciales.

La sociedad secular busca soluciones a problemas sociales complejos, y la Iglesia tiene la respuesta en el diseño original de Dios para la familia.

Desde Diario Cristiano Internacional elevamos la importancia de la paternidad, no solo como un concepto tradicional, sino como un pilar profético para la salud de las generaciones futuras y el avance del Reino de Dios.

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