
El pastor nicaragüense Rudy Palacios Vargas, originario de Jinotepe, enfrenta una situación médica y humanitaria crítica: padece cáncer de vejiga y, tras su detención el pasado 17 de julio, se le interrumpió el tratamiento de quimioterapia que venía recibiendo, lo que pone en riesgo inminente su vida.
De acuerdo con un reportaje de La Prensa Domingo, Palacios había regresado del exilio en Guatemala en diciembre de 2020 para someterse a una operación y recibir quimioterapia. Aunque no había logrado una recuperación completa, continuaba bajo tratamiento médico especializado en Nicaragua. Sin embargo, ese proceso se detuvo abruptamente con su arresto, durante un operativo policial realizado pocos días antes del aniversario de la Revolución Sandinista.
El mismo día de su captura, fueron detenidas también sus hermanas Jessica y Arely, sus cuñados, y su sobrina Olga, quien también se recuperaba de un cáncer. Las detenciones se produjeron en una serie de allanamientos simultáneos que, según familiares y vecinos, tuvieron un fuerte despliegue policial en la ciudad de Jinotepe.
Fuentes cercanas al pastor advirtieron que la falta de tratamiento podría ser letal. “Es posible que se les pueda morir ahí en la cárcel si no le dan su tratamiento”, expresó uno de los allegados, señalando que el cáncer de vejiga requiere un seguimiento médico estricto y continuo. El estado de salud del pastor exige quimioterapia y control especializado, tratamientos que difícilmente pueden realizarse dentro del sistema penitenciario nicaragüense.
A la preocupación por su salud se suma la incertidumbre sobre su paradero. Tal como informó Diario Cristiano, familiares y organizaciones han alertado que el régimen de Daniel Ortega está ocultando dónde se encuentra recluido el pastor. Desde su detención no han recibido información oficial sobre su ubicación, lo que, según organismos de derechos humanos, podría constituir una desaparición forzada.
La falta de información afecta a otras personas detenidas junto a Palacios, lo que agrava la situación de sus familias, quienes no solo temen por la integridad física de sus seres queridos, sino también por las condiciones en las que estarían siendo mantenidos.
Este caso se suma a denuncias previas sobre el deterioro de la salud de presos políticos en Nicaragua, donde se han documentado casos de personas enfermas privadas de atención médica oportuna. La comunidad evangélica y organizaciones internacionales de derechos humanos han pedido, en casos similares, medidas urgentes para garantizar la atención médica y la liberación por razones humanitarias.
Mientras tanto, la vida del pastor Palacios sigue dependiendo de que se le restituya de inmediato su tratamiento contra el cáncer. La combinación de enfermedad avanzada, encierro y falta de información oficial lo coloca en una situación límite que, de no atenderse, podría tener consecuencias irreversibles.