“Clamamos a Dios y nos salvó de la muerte”: Crónica del terremoto de 1985 en México

Terremoto de México 1985
Edificio Nuevo León, Tlatelolco, terremoto de 1985. Redes sociales

cuarenta años de distancia la herida se mantiene abierta, la que es considerada una de las peores tragedias que se ha presentado en México, aún no sana, los recuerdos del terremoto continúan en la mente de toda una generación

Parecía un día normal, soleado, tranquilo, la mayoría se preparaba para las actividades cotidianas de un jueves en el que todo parecía transcurrir con calma. Nadie imaginaba que en pocos segundos todo cambiaría.

El 19 de septiembre de 1985, la Ciudad de México a las 7:19, despertó con un rugido que venía de las entrañas de la tierra, el sismo que en primera instancia se sentía como cualquier otro transformó la vida de millones en un instante.

Es aquel día de 1985, en el que no solo fue sacudida la tierra; también la conciencia de un país entero.

Los testimonios coinciden en que el piso comenzó a moverse, primero con un vaivén lento, después con violencia, lo que hacía imposible mantenerse de pie.

“Vivía en ese tiempo en un departamento con mi hijo en uno de los edificios de la Unidad Tlatelolco, el inmueble de 14 pisos empezó a moverse de una forma horrible, pensábamos que íbamos a morir en ese lugar. Clamamos a Dios y nos salvó de la muerte”, comento Elisa Téllez, sobreviviente del terremoto de 1985.

Los informes oficiales indicaron que el terremoto tuvo una magnitud de 8.1 grados en la escala de Richter, con una duración de un minuto y medio, tiempo suficiente para derribar 412 edificios habitacionales, escuelas y hospitales en la Ciudad de México.

Para Téllez, lo que le causó más impresión fue escuchar la caída de los mosaicos de su departamento, “era como si una locomotora estuviera pasando por nuestra casa, gritos y desesperación era lo que se escuchaba en esos momentos”.

Los recuerdos vienen a la mente de la mujer evangélica de 75 años y rompe en llanto, no es fácil volver a recordar todos esos detalles que le cambiaron la vida de un momento a otro.

Al cesar el movimiento, un silencio sepulcral cubrió la ciudad, los vecinos de Tlatelolco veían con asombro que los edificios del conjunto habitacional estaban ladeados y con grietas de consideración.

Las sirenas de los vehículos de emergencia empezaron a resonar sin cesar. La nube de polvo que se levantó en las zonas colapsadas cubría el sol. Miles de personas salieron descalzas, en pijama o desnudos, buscando a sus seres queridos.

Al otro extremo de Tlatelolco la escena que se vivía con el derrumbe del edificio Nuevo León, fue dantesca, dos módulos quedaron reducidos a escombros atrapando a cientos de familias en su interior.

María Salinas, de fe cristiana y en ese entonces vecina de la tercera sección de Tlatelolco, prestó ayuda a los sobrevivientes que caminaban semidesnudos en la acera de esa zona devastada por el terremoto.

Terremoto de México 1985
Voluntarios ofrecieron su apoyo para rescatar a víctimas en el terremoto de 1985. Redes sociales

Sus familiares recuerdan con nostalgia que María tomó las cobijas de su cama y varias prendas del clóset de su recámara, para que sus vecinos tuvieran oportunidad de cubrirse.

Lo que quedó enmarcada fue la solidaridad que nació entre los propios ciudadanos. Vecinos, estudiantes y trabajadores improvisaron brigadas de rescate. Con picos, palas y sus propias manos removieron piedras y vigas, buscando vida bajo las ruinas.

Hombres y mujeres arriesgaron sus vidas para salvar a otros. Aunque el esfuerzo fue titánico quedó una huella de dolor imborrable en la sociedad mexicana.

Los informes oficiales indicaron que el terremoto tuvo una magnitud de 8.1 grados en la escala de Richter, con una duración de un minuto y medio.

La cifra oficial de muertos superó los 10 mil, algunas organizaciones civiles estiman que fueron más. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en el siniestro se contabilizaron 26 mil víctimas, mientras que las organizaciones de damnificados dijeron que fueron casi 35 mil los fallecidos.

El epicentro del terremoto se localizó frente a las costas michoacanas y tuvo su mayor réplica al día siguiente, 20 de septiembre, a las 19.38 horas, con una magnitud de 7.9 grados en la escala de Richter.

Según datos del especialista Luis Esteva Maraboto, precursor de la ingeniería sísmica e investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), no se debe bajar la guardia.

“En la parte baja de la Ciudad de México se ubica la zona de mayor riesgo del país, consideró el sismólogo. Ello se debe a dos causas: la vulnerabilidad provocada por las características del subsuelo y la cantidad de habitantes”, apuntó Maraboto.

Se estima que las pérdidas económicas por el terremoto ascendieron aproximadamente a 8 mil millones de dólares; unas 250 mil personas se quedaron sin casa y otras 900 mil se vieron obligadas a abandonar sus hogaresdebido al riesgo permanente.

Más allá de los datos y las estadísticas lo que no se olvida en la memoria de los sobrevivientes, es aquel día de 1985, en el que no solo fue sacudida la tierra; también la conciencia de un país entero con su fragilidad de la vida y la fuerza de la solidaridad mexicana.

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