La ONU ha dado luz verde a una misión internacional para fortalecer la seguridad en Haití, con el fin de asistir a la policía local en la recuperación de zonas controladas por bandas criminales en Puerto Príncipe. A pesar del compromiso de Kenia de aportar 1.000 efectivos para encabezar esta operación desde julio del año anterior, su despliegue ha enfrentado múltiples demoras, inicialmente por disputas legales y más tarde por un incremento en la violencia en la capital haitiana, lo que resultó en la renuncia del primer ministro Ariel Henry en marzo.
Previo al envío de los oficiales kenianos a Haití, el presidente William Ruto consultó con asesores políticos, autoridades de seguridad y líderes internacionales acerca de la crucial misión anti-bandas. Además, buscó la perspectiva de un conjunto inusual de asesores: un grupo de pastores evangélicos de confianza para él y su esposa.
Estos pastores han ofrecido consejos a Ruto y han servido como enlaces entre las comunidades haitianas y el presidente, según lo revelado por entrevistas con varios líderes evangélicos de Haití y EE. UU. Antes del inicio del despliegue, programado para finales de este mes, los pastores han mantenido encuentros con haitianos en EE. UU., colegas evangélicos, funcionarios del gobierno de EE. UU. y hasta con Jimmy "Barbecue" Cherizier, el cabecilla de la banda más notoria de Haití.
"Creemos que somos una herramienta que Dios utilizará para ayudar", afirmó Serge Musasilwa, uno de los pastores kenianos involucrados en la iniciativa. Sociólogo de formación, Musasilwa ha participado en la resolución de conflictos en su país de origen, la República Democrática del Congo, y en otras naciones africanas.
"Cuanto más conectado estés con la población, más podrás formatear el tipo de intervención que vas a dirigir", indicó Daniel Jean-Louis, presidente de la Misión Bautista de Haití, quien ha colaborado con los pastores de Kenia.
La estrategia de los pastores kenianos no ha convencido a todos. Los evangélicos en Haití tienen un pasado complejo, habiendo invertido en proyectos humanitarios pero también enfrentando acusaciones de escándalos éticos, como el presunto tráfico de niños por parte de misioneros tras el terremoto de 2010, y de promover la intolerancia hacia prácticas espirituales locales.
Pierre Espérance, director de la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos en Haití, sugiere que Kenia debería enfocarse solo en proporcionar seguridad y considera el contacto con líderes de bandas como un agravio a las víctimas de estos grupos. "No se trata de que el evangelio o orar con las bandas resuelva los problemas", expresó Espérance a Reuters.
No obstante, el presidente Ruto y su esposa son abiertos respecto a su fe, involucrando a líderes evangélicos en la gestión gubernamental, incluyendo el programa de "diplomacia de la fe" de la primera dama, que incorpora a figuras religiosas en apoyo a iniciativas sociales.
En marzo, durante un encuentro con pastores evangélicos en el Hotel Weston de Nairobi, Rachel Ruto se ausentó brevemente para asistir a otro evento en el mismo lugar, donde explicó que estaban trabajando en una "solución espiritual" para Haití. "No podemos permitir que nuestra policía vaya a Haití sin orar", comentó la señora Ruto, según un video del periódico The Star.
La implicación activa de los pastores en la política haitiana refleja el compromiso inquebrantable del presidente Ruto con la misión, que se ha mantenido firme a pesar de los retrasos y la oposición de varios kenianos destacados.
El interés persistente de los evangélicos por Haití se debe a la severidad de su crisis humanitaria y la preocupación por las creencias vudú tradicionales, vistas como satánicas. Haití, el país más pobre del hemisferio occidental según la ONU, sufre un incremento en la violencia de bandas, con más de 1.500 muertes en los primeros tres meses del año en curso.