
En el contexto de la 30ª Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), la Federación Luterana Mundial (FLM) intensificó su participación con una doble estrategia. Por un lado, su delegación participó activamente en la movilización pública por la justicia climática, y por otro, facilitó un panel de jóvenes de la iglesia y comunidades vulnerables para exigir acciones concretas.
El viernes 14 de noviembre de 2025, la FLM organizó la conferencia de prensa titulada “From Words to Action: Youth Perspectives on Climate Justice at COP30”, en la que cinco jóvenes provenientes de Brasil, Suecia, Barbados y Panamá compartieron sus vivencias, diagnósticos y demandas frente a la crisis ambiental. Entre los temas centrales a los que hicieron referencia se encuentra la urgencia de trasladar los discursos de la COP a medidas prácticas, el papel ineludible de las comunidades de fe en la defensa de la creación, y el valor del conocimiento indígena para lograr trayectorias de cambio más justas, como se informó en la web oficial de la FLM.
En ese panel, la joven brasileña María Eduarda Müller, de 18 años y miembro de la Iglesia Evangélica de Confesión Luterana en Brasil (IECLB), expresó su alarma: “El mundo está muriendo día a día. La creación de Dios nos habla y nos dice que no hay más tiempo… no tiene sentido que los líderes del mundo se comprometan con acuerdos climáticos si no se basan en la justicia”.
Asimismo, jóvenes de regiones como el Caribe y Europa reforzaron que las soluciones a la crisis climática deben incorporar responsabilidades diferenciadas y reconocer tanto las pérdidas económicas como las culturales de los pueblos más vulnerables.
Por otra parte, la FLM también se hizo presente en la gran movilización pública de la “Marcha Global por el Clima” en Belém do Pará. Durante la marcha, su delegación utilizó pancartas, camisetas y banderas para sumarse al reclamo de justicia ambiental y social. Esta movilización forma parte de la crítica ciudadana hacia la exclusión de las voces de quienes habitan los territorios más afectados en las negociaciones climáticas internacionales.
La conjunción de estas dos acciones, la movilización pública y el espacio de audiencia juvenil especializado, muestran una estrategia que va más allá de la mera presencia institucional. La FLM busca impulsar que la fe cristiana se traduzca en responsabilidad ambiental, justicia climática y escucha de las comunidades más expuestas. De esta manera, la organización se inserta en la COP30 no solo como observadora, sino como actor que conecta el ámbito eclesial con la movilización social.
El trasfondo de estas iniciativas apunta a reforzar dos ideas clave: primero, que las acciones de mitigación y adaptación al cambio climático deben diseñarse con equidad, reconociendo que los impactos ya los sufren quienes menos provocaron las emisiones; y segundo, que las comunidades de fe tienen un papel significativo en articular la defensa de la creación, la promoción de modelos de vida sustentada y la participación de jóvenes e indígenas. En definitiva, la FLM plantea que amar al prójimo incluye cuidar el planeta, y que ese cuidado implica exigir coherencia política, financiamiento justo y participación real.
En la mañana del domingo 16 de noviembre, aún en el marco de la COP30, la FLM reafirmó su compromiso de seguir acompañando estos espacios de diálogo y movilización, invitando a miembros de sus iglesias en América Latina y Caribe a profundizar la reflexión teológica sobre la justicia climática, y a involucrarse en iniciativas locales que hagan eco de lo planteado en Belém. La articulación entre comunidad de fe y acción práctica busca que la esperanza cristiana y la urgencia ecológica se encuentren en un camino común.





