¿Equidad o exterminio? La farsa de la Conferencia Internacional sobre Planificación Familiar 2025

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Mientras cientos de miles de voces inocentes son silenciadas antes de nacer en Colombia, del 1 al 6 de noviembre se reunirán en el centro de convenciones Ágora de Bogotá (primera vez que se realiza en un país latinoamericano —con financiamiento multimillonario y el respaldo de fundaciones globales— los arquitectos del invierno demográfico.

Allí, bajo el eufemismo de "Equidad a través de la acción: Promover la salud sexual y los derechos reproductivos para todas las personas", se celebrará la Conferencia Internacional sobre Planificación Familiar (ICFP 2025): una farsa maquillada con lenguaje de derechos humanos para continuar la campaña sistemática de exterminio contra los más indefensos: los niños por nacer.

Y no olvidemos: los primeros días de la conferencia, sus delegados recorrerán centros de aborto en Bogotá. ¿Vendrán a revisar cómo va el negocio?

Detrás de términos como "salud reproductiva" o "equidad" se esconde el neomalthusianismo más perverso: esa ideología que ve a los pobres, a los del Sur Global, a los no nacidos, como una carga que debe ser eliminada para preservar los intereses de las élites. No es casualidad que estas conferencias se celebren mientras África, América Latina y Asia sufren presiones para adoptar políticas de control de natalidad impuestas desde los grandes poderes. Esto no es cooperación: es neocolonialismo reproductivo. Es la misma lógica que en siglos pasados justificó la esclavitud y la explotación, ahora disfrazada de "empoderamiento" y "autonomía".

¿Qué clase de "derechos" se defienden cuando se normaliza el asesinato? Estas conferencias no buscan justicia, sino ingeniería social. No promueven la vida, sino su eliminación selectiva. Y lo hacen con la complicidad de gobiernos, ONGs y, lamentablemente, de instituciones que deberían alzar la voz… y callan.

El gobierno de Gustavo Petro proclama a Colombia como "potencia mundial de la vida", pero le abre las puertas a quienes planifican un verdadero genocidio. Ni qué decir del alcalde Carlos Fernando Galán: en campaña, apoyado abiertamente por sectores de la Iglesia cristiana; hoy, frente a esto, traiciona con su tibieza. Valiosa lección que algún día aprenderemos: con los tibios, nada.

Y no podemos dejar de mencionar a los dos "grandes" anfitriones de la ICFP: Profamilia y Oriéntame, responsables directos de la muerte de miles de colombianos inocentes, todo a cambio de dinero y bajo la bandera de unos supuestos "derechos".

La Iglesia no puede permanecer en silencio. Si calla, se convierte en cómplice. Si no denuncia, bendice con su omisión. Hoy, más que nunca, se necesita una Iglesia que no tema llamar al mal por su nombre: asesinato, injusticia, opresión ideológica.

Las conferencias nazis del siglo XXI ya no usan esvásticas, sino sellos de la ONU, logos de fundaciones millonarias y eslóganes de "derechos humanos". Pero su objetivo sigue siendo el mismo: decidir quién merece vivir y quién debe ser eliminado por ser "innecesario", "incómodo" o "improductivo".

Ante esto, el silencio es traición. La indiferencia, complicidad. Y la pasividad, connivencia.

Que los fieles exijan a sus pastores que hablen. 
Que los jóvenes cristianos no teman enfrentar al poder global. 
Que los líderes eclesiales se organicen, se formen y se movilicen.

Porque mientras ellos se reúnen a definir estrategias para seguir asesinando seres humanos en el vientre, millones de niños por nacer dependen de que alguien diga: ¡Basta!

Para la Iglesia, es tiempo de salir a predicar… con la pasividad de Juan el Bautista. 
(Sí, entiéndase el sarcasmo.)

La vida no es negociable. Y quienes se reúnen para conspirar contra ella no merecen ser llamados defensores de los derechos humanos, sino verdugos de la humanidad más vulnerable.

Que las élites, Soros y todos los implicados en este vil ataque contra la dignidad humana sepan que estamos dando la pelea. Y que no se irán de nuestro país sin antes escuchar nuestro grito ensordecedor contra la injusticia y en defensa de la verdad.

Las organizaciones provida más importantes del país ya organizan manifestaciones pacíficas.

En defensa de la vida: ni un paso atrás.

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