
El rol de la iglesia evangélica costarricense en la misión global es mayor de lo que muchos perciben. Así lo afirma Ronald Vargas, presidente de la Alianza Evangélica Costarricense, quien en conversación con Diario Cristiano Internacional enfatizó que Costa Rica no puede quedarse de brazos cruzados ante los desafíos misioneros del mundo. “La iglesia local debe ser una plataforma para el mundo”, afirmó.
Para Vargas, uno de los principales aportes de su país ha sido la formación y envío de hombres y mujeres que hoy están enseñando y compartiendo en diversas partes del mundo. “Costa Rica ha sido un centro de retoños misioneros que hoy vemos dando ponencias y madurando en su llamado”, explicó.
El reto de discipular para el envío
El pastor también fue enfático en señalar que la clave para el futuro está en las nuevas generaciones. Desde su experiencia pastoral, insiste en que el discipulado temprano y las experiencias en el campo son herramientas poderosas para despertar el llamado. “Nuestros jóvenes salen cada Semana Santa a evangelizar pueblos. Esas experiencias marcan vidas”, aseguró.
No obstante, advierte que muchos líderes aún subestiman a los jóvenes por considerarlos idealistas o inmaduros. “Cuando dicen ‘quiero salir a predicar’, muchas veces los adultos les bajan el piso. Pero debemos creer en ellos y caminar con ellos”, instó.
En ese sentido, pidió a las iglesias romper con el temor al error y cultivar un acompañamiento más genuino: “Necesitamos una mayor tolerancia al error, no al pecado, sino al proceso de aprendizaje. Caminar con la gente requiere paciencia”.
La globalización como oportunidad… y amenaza
Según Vargas, uno de los mayores desafíos actuales es el entorno ideológico que enfrentan los jóvenes. “El mundo se quedó sin fronteras. Hoy los jóvenes están siendo asediados por el humanismo, el ateísmo y múltiples movimientos que los desorientan”, lamentó.
Frente a ese contexto, plantea que las universidades no deben ser vistas como un riesgo, sino como campo misionero. “Tenemos que discipular a los jóvenes antes de que lleguen a la universidad. Que sean misioneros ahí también”, dijo.
La misión no es optativa
Con base en su propia trayectoria —fue misionero en México en los años 90, donde fundó una iglesia y una escuela para hijos de mujeres en situación de calle— Vargas sostiene que vivir la misión transforma por completo la visión pastoral. “Esa experiencia me marcó para siempre. Me compromete a seguir impulsando a las nuevas generaciones que Dios está llamando”, compartió con emoción.
Estrategias concretas desde la Alianza
La Alianza Evangélica Costarricense, que agrupa al 95.5% de las iglesias evangélicas del país, ha creado una comisión específica de misiones. “A través del pastor Oses, respaldamos todos los esfuerzos misioneros y colaboramos con agencias como FEDEMEC o Asambleas de Dios”, detalló.
El objetivo es claro: ser una red de respaldo y proyección para todo esfuerzo misionero nacional. “Queremos abrigar toda iniciativa misionera y acompañarla desde nuestras iglesias locales”, explicó.
Pastores que miren más allá de su congregación
El llamado final de Vargas es directo a los pastores. “Deben salir de su zona de confort y mirar al mundo. Capacitarse, entender la necesidad de los no alcanzados y transformar su iglesia en una plataforma para el evangelismo y el discipulado global”.
Y concluye con una afirmación que resume su visión: “Costa Rica tiene muchos beneficios, y Dios los ha tomado en cuenta para expandir su misión. No podemos guardarlos solo para nosotros”.