
En un continente donde la diversidad cultural y doctrinal caracteriza a las iglesias evangélicas, la Alianza Evangélica Latina (AEL) logró lo que parecía imposible: consolidar una unidad operativa y representativa entre 22 alianzas nacionales. Y aún más, porque una de estas naciones no es latinoamericana, sino que se trata de la “madre patria latina”, es decir España.
Fundada en 2012, la AEL es hoy una plataforma clave para coordinar esfuerzos conjuntos en evangelización, acción social, defensa de la libertad religiosa y presencia diplomática internacional, entre otras temáticas en torno a la sociedad, la fe, lo civil y la vida en general.
“El corazón de la AEL es la unidad. Somos la voz de las Alianzas miembros ante organismos internacionales, como la OEA, pero también buscamos ser una expresión viva del cuerpo de Cristo unido en temas centrales como la oración, las misiones y el impacto social”, explicó en una entrevista en exclusiva a Diario Cristiano Juan Cruz Cellammare, actual presidente de la organización.
La fuerza de la unidad
Lejos de tratarse de una institución verticalista, la Alianza Evangélica Latina opera como una fraternidad horizontal donde cada país miembro es considerado “dueño” de la alianza. “Todos los países que integran la AEL no son invitados, son fundadores, y eso les da pertenencia. Nos une el respeto mutuo, la búsqueda de consensos y los temas transversales como la vida, la familia, la libertad religiosa y la acción humanitaria”, añadió Cellammare.
Esta estrategia de cohesión fue vital para mantener a la AEL firme en su misión sin entrar en debates teológicos o cuestiones doctrinales que puedan dividir.
“Evitamos temas que separan. Por ejemplo, cuando se trató de enviar un saludo institucional al nuevo Papa, tuvimos que cuidar mucho el sentir de cada región. Buscamos siempre el consenso, y cuando no lo hay, se respeta la autonomía de cada alianza nacional”, remarcó.

Presencia en la OEA y defensa de valores
Uno de los logros más significativos de la AEL es su relación formal con la Organización de Estados Americanos (OEA). “Durante años asistimos como parte de la sociedad civil hasta que firmamos un acuerdo de colaboración mutua. Hoy tenemos presencia como observadores dentro de la misma sesión donde están los embajadores”, detalló Cellammare.
El pastor Eduardo Gómez representa a la AEL ante la OEA como comisionado para la libertad religiosa, un puesto clave para promover valores y derechos fundamentales.
“Nosotros no negociamos nuestros principios bíblicos, pero aprendimos a dialogar y a ser respetuosos. No abandonamos el espacio porque haya ideas distintas. Estamos ahí para dar testimonio y construir puentes”, afirmó el presidente de la AEL.
Una estructura viva
Actualmente, la Alianza trabaja activamente a través de 16 comisiones temáticas que abarcan áreas como niñez, juventud, tercera edad, mujeres, pueblos originarios, salud y educación. Estas comisiones están integradas por representantes de todos los países miembros y operan con un plan estratégico común.
“Las comisiones son el corazón de la AEL. No es una alianza que se reúne una vez al año; hay reuniones periódicas, trabajo en red, proyectos comunes y rendición de cuentas”, dijo Cellammare. Fruto de este trabajo sostenido, cada asamblea anual reúne a más de 300 líderes del continente.

Asamblea 2025 y renovación de autoridades
Del 8 al 12 de septiembre de este año, la ciudad de Cartagena, Colombia, será sede de una nueva asamblea general de la AEL, donde además se realizará la elección de nuevas autoridades.
“Este año se renuevan cargos clave: la presidencia, la vicepresidencia segunda, el tesorero y dos vocalías. Es un proceso ordenado, transparente y democrático”, anticipó el actual presidente.
Consultado sobre su posible continuidad, Cellammare no descartó la reelección, pero dejó en claro su intención de ser recordado por su estilo de liderazgo: “Tuvimos un presidente fundador, Alberto Solórzano; luego Rubén Proietti, que unió a las alianzas; y si algo quiero dejar como legado es que me recuerden como quien trabajó por la gestión, la organización y la excelencia interna y externa de la AEL”.
La asamblea del próximo año ya tiene sede confirmada: será en Costa Rica. Mientras tanto, la AEL continúa su expansión como red de articulación continental, con presencia real y creciente en organismos multilaterales, defensa activa de la libertad de conciencia y un llamado constante a la unidad.
“Hay muchas cosas que nos diferencian, pero muchas más que nos unen. La AEL no está para imponer, sino para servir, construir y avanzar como cuerpo. Ese es el verdadero espíritu de esta alianza”, concluyó Cellammare.