La situación en Buenaventura, Colombia, se ha vuelto cada vez más peligrosa para los líderes cristianos debido a la creciente violencia generada por pandillas que controlan el puerto y sus alrededores.
Según un informe de Puertas Abiertas, los pastores y congregaciones están siendo severamente presionados por estos grupos armados que, además de su actividad criminal, han comenzado a intervenir directamente en la vida religiosa de la región.
Pedro*, un pastor local, expresó que la comunidad cristiana se siente atrapada por el miedo. “Tenemos la sensación de que la gente no quiere salir porque teme ser asesinada", comentó, reflejando el clima de terror que ha invadido las calles de Buenaventura. Las pandillas han tomado control de varias zonas estratégicas, lo que ha dificultado la labor pastoral.
Moisés*, otro pastor de la región, destacó las limitaciones que enfrentan los líderes de iglesias. “Nuestros líderes tomaron la decisión de reducir el apoyo a los pastores porque es muy arriesgado enviar trabajadores a las zonas de conflicto”, explicó, refiriéndose a las medidas de precaución que han tenido que adoptar las iglesias para evitar ser blanco de ataques.
A lo largo del último año, la violencia ha aumentado, y más de 35 incidentes de persecución han afectado a la comunidad cristiana. En estos ataques, no solo se ha visto comprometida la seguridad de los pastores, sino también la de cientos de fieles, quienes se han visto obligados a abandonar sus hogares por temor a represalias. Según los datos recopilados, las amenazas son tan graves que varias iglesias han tenido que reducir sus actividades, como sus servicios dominicales y otras reuniones.
La situación ha generado también un clima de incertidumbre entre los jóvenes involucrados en ministerios cristianos. “Dios está aquí, pero humanamente nos sentimos solos”, relató Pedro*, quien mencionó que muchos jóvenes que se desempeñan en el ministerio están siendo vigilados constantemente por estos grupos armados. La presión sobre ellos es constante, y muchos están considerando abandonar su vocación para salvaguardar su vida.
Juan*, otro pastor en la región, hizo un llamado a la solidaridad internacional para enfrentar esta crisis. “Oren para que Dios levante trabajadores y envíe recursos físicos y espirituales para esta labor”, dijo, pidiendo apoyo para continuar con la misión cristiana a pesar de las circunstancias adversas. Según él, la iglesia debe seguir siendo un refugio de esperanza para los más necesitados, aunque el riesgo de hacerlo es muy alto.
A pesar de las amenazas y la violencia, los líderes cristianos en Buenaventura han demostrado una resistencia admirable. Su fe se ha convertido en el principal motor para seguir adelante, a pesar de los desafíos. Como mencionó Juan*, su objetivo es claro: "Nuestro objetivo es continuar expandiendo el Reino", y pese al contexto de persecución, los pastores no están dispuestos a rendirse.
La comunidad internacional, a través de organizaciones como Puertas Abiertas, sigue trabajando para denunciar estos hechos y apoyar a los cristianos en Colombia. La oración y la ayuda humanitaria son cruciales para garantizar que la iglesia en Buenaventura siga siendo un faro de esperanza, aunque el camino por delante sea incierto.
(*) Los nombres han sido modificados por seguridad.