Recientemente se dio a conocer un acuerdo entre la Alianza Evangélica Mundial (WEA por sus siglas en inglés) y la Alianza Evangélica Latina (AEL) por medio del cual ambas organizaciones trabajarán juntas ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) involucrados en temas referidos a la libertad religiosa, defensa de la vida y la familia, derechos humanos, entre otros.
El pastor Juan Cruz Cellammare, presidente de la AEL, informó que “la oficina de la WEA y AEL trabajaran en las distintas comisiones que la ONU promueve teniendo la oportunidad de influenciar y dejar en claro los principios y valores de la Iglesia”.
La WEA cuenta con una representación ante la ONU, con una oficina y un secretario permanente que está encargado de coordinar y representar los intereses de los evangélicos en este ámbito. La ONU tiene abierto ciertos temas que involucran a diferentes organizaciones no gubernamentales y participa de informes, reuniones y eventos que sólo se accede por invitación expresa a cada una de las ONGs que se hayan registrado para el seguimiento de temas afines. Para hacerlo, tienen que visitar a cada embajador, producir información acerca del tema que defiende, producir eventos de difusión y lograr llamar la atención para que aquello que necesita ser tratado tenga relevancia a la hora de ponerlo en agenda. En pocas palabras; lograr ser escuchadas y tenidas en cuenta sus peticiones.
Cellammare agregó que en la Alianza Evangélica Latina tienen plena conciencia de la tarea específica a realizarse según la circunstancia. “El lobby con los embajadores del continente, en especial en países donde misioneros y pastores son llevados presos, será el de apelar por su liberación, o la representación diplomática de los evangélicos ante la ONU. Trabajar en forma constante y velar por la libertad religiosa son atribuciones para quien ejerza nuestra representación”. En ese sentido la Alianza Evangélica Mundial tiene una basta experiencia desde hace varios años.
La diplomacia evangélica en el Siglo XXI
Al respecto de estas funciones mencionadas, Cynthia Hotton, diplomática de carrera y ex representante de la Argentina ante la Organización de Estados Americanos (OEA), explicó que las entidades registradas tienen el beneficio de ser “convocadas para diferentes eventos”.
Adicionalmente “se les provee información oficial que está abierta a cada una de ellas. No a todos los temas, sino a los específicos. A esto se lo acompaña con un lobby, porque estar sólo inscrita no les asegura resultados efectivos y eficientes. El lobby es visitar las embajadas, compartir propuestas, producir materiales que les dé letra a los embajadores para defender las ideas que estas organizaciones promueven, y además, hacer mucha presión. También es acompañar las presiones que pueden ejercer cada una de estas organizaciones en sus países logrando una exposición a nivel internacional”, subrayó Hotton.
La arena política y diplomática es un espacio que impactó en el pasado, impacta en el presente y lo seguirá haciendo en el futuro. La Biblia registra el discurso que el Apóstol Pablo pronunció en el Areópago de Grecia, y le dio relevancia a una disciplina que más tarde en la historia no tuvo buena prensa. Hoy hay cada vez más cristianos involucrados en diferentes esferas de la sociedad y la política.
Gastón Bruno, politólogo cristiano, aseguró que “las iglesias evangélicas latinas estén alineadas con la Alianza Evangélica Mundial es un hecho extremadamente positivo. Porque marca un avance en la mentalidad de los creyentes evangélicos considerando que es importante y relevante estar en esos ámbitos. Hace muy poco tiempo que los latinos hemos comprendido la dinámica y la importancia de estas prácticas. En los Estados Unidos y en Europa la inserción en estas esferas gubernamentales tiene muchísima más traducción. En la perspectiva de la Iglesia latina es una novedad. Está muy bien. Es muy valioso. No es una oportunidad es un mandato ocupar esos espacios e interactuar con los organismos multilaterales como la ONU pero también podría ser el Banco Mundial, la UNESCO, o con los Estados como ocurre con las alianzas de iglesias nacionales que les toca interactuar con los Estados nacionales, provinciales, los medios masivos de comunicación y otras organizaciones sociales, de las fuerzas armadas y de seguridad, etc”.
Ante la pregunta de para qué estar en ese lugar, Marcelo Javier Díaz, pastor y politólogo, señaló: “En mi opinión, depende totalmente de la persona escogida. Tiene que saber manejar el mundo global y sus presiones, conocer que no podrá contra todo lo que viene como algunas imposiciones de la agenda 2030 y ser muy hábil para abrir puertas al diálogo. De manera que la AEL sea tenida en cuenta en conversaciones importantes que se hacen en los cafés de Nueva York a nivel informal es diplomacia pura. Tiene que estar firme en convicciones pero abierto al diálogo”.
Por su lado Bruno mencionó que se trata de “un nuevo paradigma. Antes discutíamos si estar o no, ahora tenemos en claro que tenemos que estar. Luego para qué estamos. Si vamos a interactuar con las áreas de decisión más relevantes de este mundo, llámense gobiernos, organismos multilaterales y todos los montes de la sociedad para mi gusto debemos ir mucho más profundo que una agenda de segmento o sectorial. Podemos reclamar por derechos evangélicos, pero además podemos solicitar y proponer soluciones para derechos globales. Tendríamos que ser un generador de propuestas y soluciones permanentes”.
Al ser preguntado sobre quien recaerá la representación física de la AEL, Cellammare respondió que “por ser algo nuevo hasta el mes de octubre será la Junta Directiva la responsable de las diferentes acciones. Luego, en la Asamblea Anual de nuestra Alianza, se designará un equipo de trabajo especialmente para cumplir esta función tan importante y destacada ante la ONU”.