En Honduras, las niñas a partir de los 12 años ahora pueden acceder de forma gratuita a la píldora anticonceptiva de emergencia (PAE), también conocida como la píldora del día después, sin restricciones ni necesidad de estar acompañadas por sus padres. Esta medida ha sido respaldada por la Secretaría de Salud a través del Manual para la Atención en Planificación Familiar (de marzo 2024) y la Norma Hondureña del Sector Salud para la Atención de la Adolescencia (de enero 2017), que reconoce la PAE como una opción anticonceptiva válida.
La normativa establece que los centros de salud deben “facilitar el acceso universal a servicios anticonceptivos”. En hospitales de la capital, médicos señalaron que la PAE puede ser solicitada por adolescentes tras una relación sexual o en casos de abuso. La píldora se ha convertido en una alternativa clave para prevenir embarazos no deseados en situaciones de emergencia.
"La pastilla del día después puede ser vista como una solución rápida que no aborda las raíces de las decisiones responsables y puede fomentar una actitud de desvalorización hacia la vida y el compromiso"
Dra. Jael Ojuel
Sin embargo, la falta de capacitación al personal médico ha generado críticas. Según informó El Heraldo de Honduras, varios profesionales de salud indicaron que no recibieron la formación necesaria para atender adecuadamente a las pacientes. “No tuvimos más de 15 minutos de plática, nos compartieron un informe y eso fue todo; no profundizaron ni nada”, afirmó una enfermera de una región rural del país.
Postura de la pastoral hondureña
La Asociación de Pastores de Tegucigalpa y Comayagüela (APT) expresó su “rechazo contundente” a la distribución de la PAE, argumentando que su uso atenta contra la vida de los no nacidos. La APT también manifestó su preocupación por los posibles efectos secundarios de la pastilla en la salud de las adolescentes, especialmente en regiones rurales con acceso limitado a la atención médica.
“Por ahora está claro que habrá cambios en el ciclo menstrual, ausencia de menstruación y sangrado adicional, pero desconocemos si existe la posibilidad de provocar esterilidad”, señalaron. Además, reafirmaron su compromiso de defender la vida desde la concepción, citando la Constitución de Honduras, que garantiza la inviolabilidad del derecho a la vida.
En un comunicado, la APT instó a las autoridades a desistir de la distribución de la PAE, argumentando que “el aliento de vida es un regalo de Dios, y ningún ser humano debe quitarla”. También criticaron la “sexualización de las jovencitas” promovida, según ellos, por organismos internacionales que impulsan los derechos sexuales y reproductivos.
Opiniones médicas y testimonios de usuarias
La Dra. Jael Ojuel, ginecóloga, obstetra y pastora, ofreció una perspectiva médica y ética sobre la PAE a Diario Cristiano. Explicó que la pastilla actúa principalmente retrasando la ovulación, aunque en algunos casos puede impedir la implantación de un óvulo fecundado, lo que, según su perspectiva, constituye un atentado contra la vida humana.
“Desde el punto de vista médico, aunque la pastilla es generalmente segura cuando se usa ocasionalmente, puede producir alteraciones hormonales, irregularidades menstruales y otros efectos secundarios”, afirmó la Dra. Ojuel. La ginecóloga sostuvo que la vida comienza desde la concepción, cuando el óvulo y el espermatozoide se unen para formar una nueva vida con un código genético único.
"La pastilla del día después puede ser vista como una solución rápida que no aborda las raíces de las decisiones responsables y puede fomentar una actitud de desvalorización hacia la vida y el compromiso", señaló la médica pro-vida.
Además, la experiencia de una usuaria ha encendido las alarmas en la opinión pública. Según relató Kenia, una joven de 28 años, al Diario Tiempo de Honduras, el uso prolongado de la PAE le habría ocasionado infertilidad. La mujer relató que comenzó a tomar la píldora a los 13 años, llegando a consumir hasta cuatro píldoras por mes debido a que era “alérgica” a otros métodos anticonceptivos. Años después, cuando quiso ser madre, su médico le informó que la píldora había dejado secuelas en su salud reproductiva, imposibilitándola para quedar embarazada.
“Nunca imaginé que algo tan pequeño, algo que tomaba a diario, podría cambiar mi vida de esta manera. Es devastador, siento que me robaron la oportunidad de ser madre”, expresó visiblemente afectada.
Preocupación por los No nacidos
El Comité Pro-Vida de Honduras también se sumó al rechazo de la distribución de la PAE, especialmente en farmacias, pulperías y centros de salud públicos. En un comunicado, calificaron la pastilla como un “abortivo farmacológico”, argumentando que contiene levonorgestrel, una hormona sintética que modifica el revestimiento del útero (endometrio), impidiendo la implantación del óvulo fecundado.
“El único objetivo de esta pastilla postcoital es la eliminación de una nueva vida que comienza”, afirmó el Comité. Además, señalaron que la distribución masiva de la PAE fomenta el “libertinaje sexual” entre las jóvenes, especialmente en zonas rurales con escasa educación sexual.
“El único objetivo de esta pastilla postcoital es la eliminación de una nueva vida que comienza”, afirmó el Comité Pro-Vida de Honduras
El acceso gratuito a la PAE para niñas mayores de 12 años en Honduras ha generado una fuerte división de opiniones. Mientras algunos sectores defienden la medida como una herramienta para la prevención de embarazos no deseados y un derecho reproductivo de las adolescentes, otros la rechazan por razones éticas, religiosas y de salud pública.
La medida está amparada por la Secretaría de Salud de Honduras, pero enfrenta una fuerte oposición de la Asociación de Pastores de Tegucigalpa y Comayagüela (APT), el Comité Pro-Vida de Honduras y otros grupos pro-vida, quienes argumentan que la PAE atenta contra la vida humana y promueve la sexualización de las jóvenes.
La historia de Kenia y los cuestionamientos de la Dra. Jael Ojuel han añadido mayor controversia al debate público, especialmente en lo que respecta a los posibles efectos secundarios del uso prolongado de la píldora. El debate entre derechos reproductivos y defensa de la vida sigue abierto, con posiciones irreconciliables que enfrentan a sectores de la salud pública, la fe religiosa y los derechos humanos.