
Greta Thunberg empezó como una adolescente con carteles de cartón y terminó como una especie de mesías climática internacional. Lo curioso no es solo cómo escaló tan rápido, sino cómo millones de personas la siguen ciegamente, como si fuera una mezcla entre Einstein y la Madre Teresa, pero con WiFi y Twitter.
Lo que diga Greta, va. No importa si entiende o no. Si Greta señala con el dedo, la masa aplaude. Si Greta se indigna, las redes explotan. Y si Greta se queda callada en medio de una injusticia enorme, no pasa nada, porque claro, “ella es solo una niña”... hasta que le conviene no serlo.
Ahora la vemos opinando sobre todo, incluso sobre Medio Oriente. Pero con una mirada de blanco y negro que da pena. ¿Matices? ¿Contexto histórico? ¿Complejidad geopolítica? Olvídalo. Para ella todo se resume en “opresores y oprimidos”. Y en esa lógica simplona, no parece importarle mucho que haya civiles israelíes secuestrados desde hace meses en túneles bajo Gaza, ni que el antisemitismo esté volviendo a niveles preocupantes. Eso sí: si una piedra vuela en dirección equivocada, ahí sí aparece para condenar.
Y aquí viene lo mejor: Greta se indigna, grita, exige justicia… desde la seguridad de su tarima en Europa. Pero si tanto quiere estar del lado "correcto de la historia", que intente entrar en una zona de guerra con una pancarta. Que intente protestar en Gaza, en Irán o incluso en ciertas zonas del Líbano. Que vea qué tan lejos llega el discurso cuando no hay cámaras de la BBC esperando. Spoiler: la podrían encarcelar como a los rehenes israelíes. Pero claro, eso no sale tan bien en Instagram.
Y mientras tanto, sus seguidores la aplauden. No piensan, no cuestionan. Como si Greta fuera una especie de oráculo de la generación Z. No importa cuán desinformada esté sobre el conflicto más complejo del planeta; si lo dice Greta, debe ser verdad.
Al final, lo que tenemos no es una activista, sino un producto mediático. Una voz joven que, en vez de madurar, se ha radicalizado en frases hechas y posturas cómodas. Porque pensar duele. Leer historia es complicado. Y asumir que no todo es culpa del “capitalismo blanco” es demasiado para el personaje que ha construido.
Pero hey, mientras haya flashes, likes y una nueva causa para gritar, Greta seguirá apareciendo. No siempre para cambiar el mundo… pero siempre para recordarnos que está ahí.