Gabriel Ballerini: “La batalla cultural en Argentina es también una batalla política y electoral”

Gabriel Ballerini
El pastor y bioeticista Gabriel Ballerini analizó el contexto social y político de Argentina tras la salida de Marisa Graham de la Defensoría de los Niños. Habló sobre la batalla cultural, la importancia del voto provida y la necesidad de recuperar espacios institucionales para defender la vida y la familia desde la política. Foto: Redes Sociales

Argentina parecía un país inhibido para pensar distinto. El avance de la ideología de género, la aprobación del matrimonio igualitario y, más tarde, la legalización del aborto libre y gratuito, junto con las operaciones quirúrgicas de cambio de sexo —también gratuitas—, promovidas desde el Estado bajo consignas como “recuperación de derechos”, “batalla cultural” y “nac&pop” [nacional y popular], configuraron un escenario complejo, cargado de consignas emocionales y políticas.

El país estaba tan desordenado que la Defensoría del Niño quedó en manos de militantes proaborto, quienes denominaron “antiderechos” a quienes defienden, promueven y protegen a la familia conformada por mamá, papá e hijos. De hecho, quien ocupaba el cargo de Defensora de los Niños no solo promovía el aborto prenatal, sino que además usurpó la función durante al menos tres meses, hasta que la comisión bicameral le exigió que abandonara el cargo.

Diario Cristiano dialogó con el pastor y especialista en bioética Gabriel Ballerini, reconocido defensor de la vida y la familia, quien compartió su mirada sobre este escenario, donde —según señala— comienza a recuperarse, al menos en parte, la cordura, el respeto a la creación de Dios y un cambio de rumbo que los acontecimientos recientes parecen marcar.

Ballerini mencionó, en primer lugar, la forma en que los medios de comunicación titularon la desaprobación del Congreso a la autoprórroga que se había extendido la Dra. Marisa Graham como Defensora de los Niños, Niñas y Adolescentes.

“Mirá los titulares que salieron hoy: que fue removida, que el Congreso ‘desplazó’, ‘destituyó’. ¡Nada de eso!”, expresó.

Enérgico, explicó: “Su cargo estaba vencido y lo que hizo la comisión bicameral, en realidad, fue rechazar el autonombramiento mediante una resolución. Lo que se hizo fue ponerle un corte y finalizar su mandato, con la consecuencia directa de que la Defensoría quedará acéfala por un tiempo, hasta que se llame a concurso y se cumplan los plazos necesarios para que los candidatos sean evaluados por esta comisión y se designe a una nueva persona en ese cargo”.

Todas estas movidas y reacomodos, junto con los cambios de funcionarios que —a casi un año y medio de la gestión de Milei— todavía no han sido reemplazados en su totalidad, dejan ver a un gobierno que no ha podido atender completamente el tamaño gigantesco del Estado heredado. Esto genera una imagen de desprolijidad e inexperiencia frente al aparato estructuralmente avasallador que dejó el kirchnerismo. Y si uno lo piensa, sí resulta al menos impropio que aún haya espacios ocupados por funcionarios que responden a la gestión anterior.

La pregunta es: ¿cómo se avanza en favor de la familia, la niñez y la vida en un contexto tan incierto? Ballerini fue claro: aunque haya señales alentadoras, “muchos de nosotros seguimos haciendo lo mismo: convocando a marchas, a movilizaciones. Por ejemplo, la Marcha por la Vida es un evento ininterrumpido en Argentina que, desde hace diez años, venimos realizando. Y lo seguiremos haciendo, reclamando la derogación de la ley de aborto. Entendiendo que la batalla cultural, para los que somos creyentes, es espiritual. Pero además —y esto hay que entenderlo— la batalla cultural tiene un correlato en la batalla política. El tema del aborto es absolutamente político; es batalla cultural, sí, pero también es batalla electoral”. 

Quizás, quien se queda con lo literal diría que “solo los locos siguen haciendo lo mismo sin obtener resultados, esperando que algo cambie”, ¿verdad? Sin embargo, Ballerini insiste en que “si seguimos votando propuestas partidarias absolutamente contrarias a los derechos de los niños y a la defensa de la vida, entonces nunca vamos a lograr la masa política necesaria en las legislaturas, en el Congreso, para derogar la ley de aborto”.

Y añadió: “Se necesita que la gente entienda que, en las elecciones, tiene que acompañar aquellas listas donde haya mayor concentración de legisladores provida”. Argumentó también que “todos los partidos de izquierda, progresistas y globalistas, que acompañan las políticas de aborto y de control de natalidad, son contrarios, precisamente, a lo que en letra es la función de la Defensoría de la Niñez”.

Finalmente, explicó que “defender a los niños y sus derechos” implica priorizar “las convenciones sobre los derechos del niño y los tratados internacionales que garantizan que se es niño desde la concepción hasta la mayoría de edad”. Subrayó que hay implicancias políticas en todo esto. “Esperemos lograr un Congreso acorde a las circunstancias. Ahora, el camino a seguir para personas y organizaciones profamilia es hacer lobby. Porque hay que hacer lobby para que, entre los próximos candidatos a ocupar el cargo en la Defensoría de la Niñez, haya alguien provida. Y espero que así sea”, concluyó esperanzado.

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