Rolando Lidorio es un pastor presbiteriano que actuó como plantador de iglesias en Ghana, África, durante nueve años y en el presente lidera un equipo misionero entre diversas etnias indígenas en la Amazonia brasileña. Es además, consultor de la World Evangelical Alliance y otras organizaciones en proyectos de evangelización y plantación de iglesias en áreas residenciales.
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Durante el sábado en que finalizó el IV Congreso del Movimiento de Lausana, Lidorio fue el orador para el tiempo devocional de ese día. Previamente hizo un recorrido de lo que llamó “las cinco olas para alcanzar a los no alcanzados en el primer siglo” basándose desde Hechos capítulo 1 hasta el capítulo 28, que fue el capítulo en el que profundizó su discurso.
Respecto a las olas mencionó que en “la primera fue una ola de poder espiritual. En Hechos, capítulos 1 y 2, durante Pentecostés, la iglesia recibió poder del Espíritu Santo para dar a conocer a Jesús y adorarlo entre todas las naciones”. La “segunda ola fue una ola de sufrimiento”, donde “muchos fueron enviados a prisión, otros murieron. Pero también fue usado por el Señor para llevar el evangelio a Samaria y otros lugares (…) En Hechos 8:1-3, vemos tipos de sufrimiento físico, emocional y espiritual”, subrayó.
La tercera ola fue indicada como “una ola de envío de obreros”. Basándose en el capítulo 13 señaló que “la iglesia local escuchó la voz del Espíritu Santo y envió a Pablo y a Bernabé a los gentiles”. Allí hizo foco en que Pablo y Bernabé ya “estaban sirviendo al Señor cuando fueron llamados por Él para la misión”. De manera que aprovechó a aconsejar que las iglesias, los ministerios pusieran especial atención en que los misioneros a enviar deben ser “personas que ya sean de bendición a la iglesia”. Mientras explicó como la versión de la Biblia (NIV la Nueva Versión Internacional en inglés) que usó tradujo una expresión en griego señaló que “ya eran una bendición para la iglesia local cuando fueron llamados a las misiones. Creo que tenemos un principio aquí: no envíen a aquellos que no son una bendición cercana. Líderes de iglesia, líderes misioneros, movilizadores, no envíen a quienes no son primero una bendición”.
La cuarta ola “es una ola de multiplicación de iglesias” y añadió: “Pablo y su equipo plantan y animan a varias iglesias. Y estas iglesias fueron usadas por el Señor para plantar otras, como la iglesia que se plantó en Filipos, que era una nueva iglesia que ayudó a los plantadores de iglesias en Tesalónica y en otros lugares. Esto promueve una multiplicación exponencial”.
La quinta ola fue sindicada como “una ola de alcanzar los confines de la tierra”. En Hechos, capítulos 27 y 28, “Pablo estaba yendo a Roma, con la esperanza de pasar por España y más allá para alcanzar a los no alcanzados. Y como sabemos, otros apóstoles fueron a varios lugares compartiendo el evangelio de Jesús y plantando iglesias, como Tomás en la India, Mateo en Etiopía, y Juan en Grecia. Así que, por la voluntad y el poder de Dios, estas cinco olas llevaron el evangelio a muchas naciones, grupos de personas y lenguas en el primer siglo”.
Para situarse en la actualidad dijo que en el último capítulo de Hechos hay “cuatro declaraciones se hacen claras”. Y enumeró: “la primera declaración es que el evangelio enfrentará oposición”. Contó que en Hechos 28:16 la Biblia relata que “Pablo estaba en prisión y bajo arresto domiciliario, vigilado por un soldado”.
“Y hoy, en el siglo XXI, el evangelio no se proclamará sin enfrentar presión, opresión, oposición y persecución. Así que preparémonos nosotros y a nuestros familiares, iglesias y organizaciones para abrazar tres convicciones esenciales muy importantes, incluso bajo presión —dijo y continuó—la primera convicción es una convicción teológica: conocer en las Escrituras quién es Dios y cómo responde a las preguntas en tiempos de guerra, persecuciones, desastres naturales y sufrimiento personal”. Y señaló: “creo que aquí tenemos otro principio. Las convicciones teológicas construyen una base espiritual y práctica para una iglesia misionera”.
Habló de otra convicción, “una convicción fisiológica, especialmente en relación con el llamado de Dios. Su llamado a la misión no es transferible. No podemos delegar lo que Dios ha puesto en nuestras manos para hacer”, puntualizó.
Y otro ápice afloró de su discurso: “Dios ha llamado a su iglesia a lo imposible. Podemos decir que hacer discípulos entre todas las naciones, proclamar el evangelio en todos los idiomas, siendo fieles en todo momento, solo es posible con su promesa: ‘Yo estaré con ustedes siempre, siempre’. Así que la convicción es teológica, pero también personal, sabiendo que Dios tiene un plan y un propósito para su pueblo en cada circunstancia de la vida”.
Además exhortó a recordar “que a lo largo del libro de los Hechos vemos cómo el evangelio se relaciona con la cultura. Y podría resumir diciendo que el evangelio es supercultural. Contiene la verdad completa sobre las personas y su sociedad, tal como se presenta en las Escrituras. El evangelio también es multicultural. Atrae a personas de todas las naciones y de todos los idiomas alrededor de Jesucristo. El evangelio no solo es supercultural y multicultural, también es intercultural, promoviendo la comunión espiritual y práctica entre el pueblo de Dios. Y por eso estamos aquí”.
De allí lo llevó a desmenuzar el evangelio como “transcultural, ya que debe pasar de una cultura a otra a través de las misiones”. Pero también como “cultural porque se trata de Jesús mismo, Dios que vivió entre nosotros, aprendió nuestro idioma y pagó por nuestros pecados”. Y finalmente, como “contracultural, porque confronta a las personas en su propia cultura, produciendo una transformación personal y eterna”.
De esta forma “porque el evangelio es contracultural, lucha contra la injusticia, la violencia, la discriminación, la opresión humana y la pobreza espiritual. Y por eso enfrenta oposición”. Y advirtió que “no somos perseguidos por lo que hacemos como cristianos. La gente normalmente acepta nuestras acciones, especialmente aquellas basadas en el amor y la compasión. Somos perseguidos por nuestras convicciones difíciles, especialmente cuando confesamos y proclamamos que solo hay un camino, una salvación, un redentor: Jesucristo”.
A esta altura de su exposición fue el turno de señalar la segunda declaración en los últimos versículos de Hechos 28 y es que “el evangelio alcanzará a todas las naciones”.
“Como leemos en el versículo 24 y en el versículo 28, Pablo cita a Isaías diciendo que la salvación de Dios ha sido enviada a los gentiles, y ellos escucharán. El evangelio debe ser proclamado a todas las naciones, a los que están cerca y a los que están lejos, a aquellos que lo aceptan y lo abrazan, y a aquellos que se ofenden y lo rechazan. Si Dios concede gracia a su iglesia en colaboración, una de nuestras principales prioridades debe ser alcanzar con el evangelio de Jesús a todos los grupos de personas no alcanzados en nuestra generación”, indicó.
Recordó a Gisbertus Voetius, un teólogo holandés del siglo XVII, el primer misiólogo protestante, que dijo en uno de sus libros que toda la iglesia de Cristo es "ecclesia et missio" en latín, lo que significa "llamada y enviada”. Es decir que “toda la iglesia de Cristo es llamada por el Señor Jesús para la salvación y enviada por el Señor Jesús para la proclamación”.
La tercera declaración “es que el evangelio se proclama libremente y con valentía”. Mencionó también que el apóstol Pablo esperó durante dos años recibiendo a todos los que venían a él y compartiendo el evangelio con ellos. “Y leemos en el último versículo del libro, el versículo 31, que dice: ‘con toda valentía y sin impedimento’. Con toda valentía, coraje y sin impedimento, libertad. Son palabras impresionantes, ‘con todo’. Consideremos esto, hermanos y hermanas: tenemos fe. Creemos en Jesús y lo conocemos. Tenemos poder espiritual. El Espíritu Santo vive en nosotros. Tenemos las Escrituras, la Palabra de Dios que nos guía”, enfatizó.
También dijo: “Tenemos la iglesia, nuestra comunidad de fe que nos anima. Tenemos el evangelio, el método de Dios para transformar. Entonces, en un sentido, tenemos todo lo que necesitamos”.
“Hay algo más mencionado por Jesús y los apóstoles que debemos buscar —según Lidorio— orar para recibir y asegurarnos de no perderlo, porque sin eso es muy difícil, o incluso podríamos decir imposible, cumplir con la misión. Y ese elemento importante es el valor, también traducido como audacia. En Efesios capítulo 6, versículos 18 al 20, Pablo pide a la iglesia que ore por él. Y solo tenía una petición de oración: que tuviera valor para predicar el misterio del evangelio”.
Ante la pregunta que él mismo plantó sobre por qué Pablo, el predicador más valiente y audaz que conocemos, pidió a la iglesia que orara por él para que tuviera valor al predicar el evangelio, sintetizó: “Es porque la valentía para testificar sobre Jesús no es algo que tengamos naturalmente. No es un resultado del conocimiento, del entrenamiento ni de la experiencia. Viene de Dios. Por eso necesitamos orar, para que Él nos lo dé. Creo que no predicamos lo suficiente porque no oramos lo suficiente”.
La última declaración revelada “es que el evangelio se trata de Jesús”.
“En el versículo 31 dice que durante dos años bajo arresto domiciliario, Pablo proclamó el Reino de Dios y hablaba acerca del Señor Jesucristo. No sobre el proceso, no sobre la iglesia, ni sobre su propia biografía, sino sobre Jesucristo. Aprovechó todas las oportunidades, incluso las más rentables, y de manera intencional. Digo, intencionalmente presentó a Jesús a todos los que venían a él como el Señor, su redentor. El evangelio se trata de Jesús. Necesitamos guiar bien esta declaración. Estoy convencido de que uno de los principales desafíos hoy en día es nuestro propio corazón”.
“Estoy convencido de que necesitamos hablar más sobre Jesús y menos sobre nosotros mismos”, indicó con énfasis.
“Me gustaría terminar planteando una pregunta. ¿Cómo proclamamos el evangelio en el mundo hoy? Bajo la convicción de que Jesús y su mensaje han sido guiados por generaciones de personas de fe. No solo por conclusiones lógicas, sino también por la dirección del Espíritu Santo. El Señor utiliza el análisis de investigaciones, sus estrategias, y necesitamos estar profundamente agradecidos por eso, pero junto con eso. Es imperativo ser guiados por el Espíritu Santo, incluso cuando las cosas no son lógicas, cuando no tienen sentido”, dijo.
“No estamos llamados a orar. Estamos llamados a tener una vida de oración —exhortó—. Si estás involucrado en este notable desafío de hacer que Jesús sea conocido entre todas las naciones, es crucial que personalmente tengas una vida de oración, siendo personas de unidad, sin críticas y con más asociación, sin competencia y llenos de amor. No solo trabajando juntos, sino amando trabajar juntos, no solo promoviendo estrategias juntos, sino cuidando unos de otros. Y, finalmente, siendo personas de valentía que comparten y viven el evangelio, testificando sobre Jesús con toda nuestra fuerza, con toda nuestra vida, con todas nuestras acciones, con valentía”.
Conmovedor testimonio que Rolando compartió al final
Trabajé en Ghana, África Occidental, durante nueve años, sobre todo en la comunidad de Combat Limo, con la traducción de la Biblia y la plantación de iglesias en el noreste del país. Después de unos años aprendiendo el idioma y la cultura y aprendiendo de los hermanos ghaneses cómo ser un misionero, compartimos el evangelio en nuestro pueblo y en las áreas circundantes. Un día nos reunimos bajo un árbol en nuestra aldea para un tiempo de adoración. Y hacia el final de nuestro tiempo juntos, noté a una mujer discapacitada, arrastrándose en mi dirección. Cuando era niña, probablemente sufrió de poliomielitis, y con las piernas discapacitadas, usaba sus brazos y manos para arrastrarse.
Más tarde compartió que desde que escuchó el evangelio por primera vez, sentía un gran temor a la muerte, repitiendo: "Necesito a Jesús”.
Esa mañana decidió venir a nuestra aldea, que estaba lejos, para conocer más sobre Jesús durante nuestro tiempo de adoración. Pero todos se negaron a ayudarla. Así que vino arrastrándose a través del monte durante muchas horas. Cuando llegó, estaba cubierta de barro. Sus manos estaban sangrando por las piedras afiladas. Y recuerdo muy bien que estaba en el suelo, tan cansada, mientras las mujeres de la iglesia la ayudaban a limpiarse y ella cubría su rostro con las manos. Oró y entregó su vida a Jesucristo. Fue un día increíble.
Pero al volver a casa ese día, me pregunté: ¿Qué tipo de poder puede hacer que una mujer atraviese el monte y las rocas, bajo presión y siendo objeto de burla, para entregar su vida a Jesucristo? ¿Qué tipo de poder es ese? Hermanos y hermanas, no es el poder de ningún predicador, ninguna iglesia, ninguna organización, ningún movimiento; es el poder de Dios. El poder que puede transformar cualquier situación, el poder de Dios.
Oremos. Pidamos ayuda para cumplir con la misión que tenemos, y mientras leemos el último versículo de los Hechos, con toda valentía y sin obstáculos.