Paraguaya defensora de los discapacitados pide una "inclusión radical" durante Asamblea General de la WEA en Seúl

Cinthia Hieber
Cinthia Hieber, presidente y directora ejecutiva de la Asociación Paraguaya de Tartamudos, comparte su testimonio y hace un llamado a la inclusión radical de las personas con discapacidad durante el segundo panel de la Asamblea General de la Alianza Evangélica Mundial en Seúl, el 27 de octubre de 2025. Hudson Tsuei, Christian Daily International.

Cinthia Hieber, presidente y directora ejecutiva de la Asociación Paraguaya de la Tartamudez, pronunció un discurso profundamente personal en la Asamblea General de la Alianza Evangélica Mundial (WEA) en Seúl el lunes por la mañana, instando a las iglesias a adoptar la inclusión radical y convertirse en lugares de “visibilidad intencional” para las personas con discapacidades y necesidades diversas.

Hablando durante el segundo panel del día, que exploró el tema “Viviendo el Evangelio en la Cultura y las Ciudades”, Hieber compartió su viaje desde el trauma infantil y la desesperación hasta encontrar un propósito a través de la fe y la defensa de derechos. Su testimonio, marcado por la franqueza y la gracia, provocó una ovación de pie de los delegados que representaban a más de 120 naciones.

“Soy una persona que tartamudea desde los seis años”, comenzó Hieber, explicando que su trastorno del habla se desencadenó cuando sus padres se divorciaron. “Es una condición genética, pero ese evento fue el detonante”.

A los ocho años, la joven Hieber se sentía desesperanzada. “Tuve mi primer intento de suicidio porque no veía ningún futuro en mi vida”, dijo. “Pensé que nunca me casaría, por ejemplo, y yo quería casarme”.

“He visto cómo Dios usa lo que el mundo llama debilidad para revelar Su gloria” - Cinthia Hieber

En su juventud, volcó su frustración hacia adentro, esforzándose por la excelencia en los deportes y lo académico para enorgullecer a su madre. “Quería compensar lo que yo consideraba mi fracaso”, recordó. “Quería que ella estuviera orgullosa de mí”.

En su adolescencia, Hieber se volvió atea, convencida de que su condición significaba que Dios la había abandonado. “Entonces, cuando tenía 18 años, le pedí a Dios que me mostrara Su existencia, que me probara que Él era real”, dijo. “Y lo hizo. Ese fue mi punto de inflexión. Fue el momento en que nací de nuevo”.

Después de su conversión, Hieber experimentó una notable mejora en su habla, aumentando de un 5 por ciento de fluidez a cerca de un 80 por ciento en dos años. Sin embargo, admitió, su relación con Dios estuvo marcada por la lucha.

“Durante 20 años, luché con Dios”, dijo. “¿Por qué no me sanó por completo? ¿Qué diferencia supone para el Todopoderoso pasar del 80 al 100 por ciento? Odiaba mi tartamudez”.

Su perspectiva cambió durante una estancia de tres años y medio en Alemania, donde descubrió grupos de apoyo para personas que tartamudean. “Era un lugar tan seguro donde estar”, dijo. “Cuando regresé a Paraguay, busqué un grupo al que unirme, pero no había nada”.

Años después, mientras servía en la junta de la alianza nacional de Paraguay, un pastor le mostró una desgarradora carta escrita por un niño de 12 años que se había quitado la vida tras sufrir acoso por su tartamudez. “En ese momento, Dios me habló”, dijo Hieber, con la voz temblorosa. “‘Tienes que crear este grupo de apoyo. Por eso te dejé con este 20 por ciento’”.

Ese encuentro dio a luz a un movimiento. Hieber fundó el primer grupo de apoyo de Paraguay para personas que tartamudean y más tarde estableció la Asociación Paraguaya de la Tartamudez, junto con una red para padres de niños con trastornos del habla. Hoy, también forma parte de la junta de la Asociación Internacional de la Tartamudez, abogando a nivel mundial por las personas con condiciones cognitivas y del habla.

Pasando de su testimonio a un llamado más amplio, Hieber desafió a las iglesias a seguir el ejemplo de Cristo al alcanzar a aquellos que la sociedad ignora. “Nosotros, como cristianos, deberíamos ser tan radicales como lo fue Jesús”, dijo. “Él tocó y vio a aquellos a quienes nadie quería tocar o ver”.

“Seamos comunidades que no solo incluyan a las personas. Animémoslas a vivir el llamado que Dios ha puesto en sus vidas. Tenemos que verlas como Dios las ve” - Cinthia Hieber

En ciudades donde la gente se siente invisible, dijo, “las comunidades de fe deben convertirse en lugares de visibilidad intencional”. Citando Job 29:15-16 —“Yo era ojos para el ciego y pies para el cojo; era padre para los pobres”— preguntó incisivamente: “¿Sabemos en nuestras iglesias cómo tratar a una persona con autismo, o a alguien ciego, o que tiene desafíos de salud mental?”.

Hieber argumentó que la inclusión no debe ser accidental, sino parte integral del ministerio. “Tenemos que entender las diversas necesidades para que la inclusión no sea accidental, sino que esté integrada en el ADN de nuestro ministerio”, dijo. “Tenemos que escuchar profundamente a aquellos con diferencias en el habla o condiciones cognitivas. Tenemos que capacitar a líderes y voluntarios”.

Hieber relató una capacitación reciente que dirigió para pastores en Nairobi, Kenia, donde el servicio de adoración fue dirigido en su totalidad por personas con condiciones mentales y de desarrollo. “No fue la adoración perfecta”, dijo, “pero fue como el cielo. Había lágrimas por todas partes: un refugio para ellos y para sus padres”.

Esa experiencia, dijo, mostró cómo es la verdadera inclusión. “Cuando creamos espacio para aquellos que son diferentes, vislumbramos el Reino de Dios”, afirmó. “Fue como el cielo, y un refugio”.

Hieber reflexionó sobre cómo Dios ha usado su debilidad como un canal de Su gracia. “He visto cómo Dios usa lo que el mundo llama debilidad para revelar Su gloria”, dijo. “Mi propia historia es prueba de ello”.

Concluyó con un desafío a la Iglesia global: “Seamos comunidades que no solo incluyan a las personas. Animémoslas a vivir el llamado que Dios ha puesto en sus vidas. Tenemos que verlas como Dios las ve”.

Artículo publicado originalmente en Christian Daily International, versión en inglés de Diario Cristiano Internacional. 

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