Encender el Fuego: Cuando el escultismo cristiano se convierte en revolución de fe

Movimiento scout
El movimiento scout, nacido hace más de un siglo con Baden-Powell, siempre tuvo un propósito más profundo: formar jóvenes de carácter, responsables, serviciales, con valores y coraje. Juan Sebastián Cortés

El fin de semana que paso, en las verdes laderas de San Joaquín, Cundinamarca, algo más que un campamento terminó. Algo más que una competencia concluyó. En medio de tiendas de campaña, nudos scouts y cantos al aire libre, se vivió una resurrección del espíritu juvenil: el Jamboree 2025 "Enciende el Fuego", organizado por la Organización Mundial de Scouts Cristianos (OMSC), no fue solo un evento. Fue un grito de esperanza.

Pero antes de adentrarnos en el fuego, aclaremos algo: ¿qué son los scouts, realmente? 

No se trata solo de niños con pañuelos al cuello aprendiendo a hacer nudos o a encender fogatas sin fósforos. El movimiento scout, nacido hace más de un siglo con Baden-Powell, siempre tuvo un propósito más profundo: formar jóvenes de carácter, responsables, serviciales, con valores y coraje. Hoy, en tiempos de desconexión, ansiedad y vacío espiritual, esa misión no ha perdido vigencia. Al contrario: es más urgente que nunca.

Y es aquí donde entra con fuerza la OMSC. Porque si el escultismo tradicional forma ciudadanos, el escultismo cristiano forma discípulos. Aquí, cada desafío de campo es una metáfora de la vida. Cada fogata es un altar de oración. Cada promesa scout se renueva no solo con honor, sino con fe. No se trata de añadir religión al escultismo, sino de vivir el escultismo como una extensión del Evangelio.

La OMSC, liderada por el pastor y jefe scout José Luis Vargas, junto a su esposa Adriana Murillo y su hija Valentina Gil con su esposo Juan Pablo, no es una organización cualquiera. Nació hace veinte años como una visión en Kennedy, Bogotá, con doce niños y un sueño: que los jóvenes crecieran no solo fuertes, sino santos. Hoy, esa visión arde en 19 países. Es un movimiento familiar, intergeneracional, que no solo educa, sino que transforma familias, barrios e iglesias.

En el corazón del Jamboree 2025 estuvo, literalmente, el fuego. Pero también estuvo el ejemplo. Y uno de los más conmovedores fue el del Grupo Scout Origen, de Suba, que se llevó la bandera del jamboree tras destacarse en competencias de escultismo, trabajo en equipo y compromiso espiritual. No fue un triunfo casual. Fue el fruto de un liderazgo ejemplar, encabezado por el jefe Hans Pérez, una figura firme de estética disruptiva, quien junto a su esposa han convertido su hogar en un semillero de líderes scout, y es que en ese liderazgo familiar, también brilla una joven: María Fernanda, su hija. Con apenas unos años más que muchos de los scouts que guía, ella no solo participa: lidera. Entrena patrullas, organiza actividades, motiva a sus compañeros. Y lo hace con una madurez que va más allá de su edad. Ella es el rostro de una nueva generación: jóvenes que no esperan a ser mayores para servir, sino que ya hoy asumen responsabilidad con fe.

Hace 9 años era yo quien estaba en un Jamboree liderando con 17 años. Hoy en día sigo creyendo que los jóvenes somos la respuesta, el instrumento de Dios para este tiempo.

¿No es eso lo que necesitamos? ¿No es eso lo que nuestras iglesias claman por ver? Jóvenes que no solo consumen enseñanzas, sino que las encarnan y las multiplican.

El movimiento scout, nacido hace más de un siglo con Baden-Powell, siempre tuvo un propósito más profundo: formar jóvenes de carácter, responsables, serviciales, con valores y coraje.

El escultismo cristiano no es un programa más de fin de semana. Es una herramienta estratégica de evangelismo. Porque cuando un niño aprende a hacer un nudo de buey mientras escucha que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida, ese conocimiento no se olvida. Cuando un adolescente sirve en una jornada de ayuda comunitaria bajo la bandera de Cristo, no está cumpliendo una tarea: está viviendo el Evangelio. Y cuando una familia entera se involucra —padre, madre, hijos—, el impacto es multiplicador.

Este es el modelo que la OMSC ha perfeccionado: ministerio familiar, desde la base, con visión global. No necesitas una iglesia enorme para empezar. Solo necesitas un corazón dispuesto, un terreno, y la convicción de que Dios usa lo pequeño para hacer lo grande.

Por eso, hoy lanzo una invitación: 

¿Por qué no abrir un grupo scout cristiano en tu iglesia, tu barrio, tu ciudad?

No importa si solo tienes cinco niños. No importa si no sabes todos los nudos. Lo que importa es que comiences. Porque detrás de cada pañuelo al cuello puede estar un futuro líder, un pastor, un misionero, un transformador de naciones.

La OMSC es una plataforma dispuesta a orientar en el proceso de creación del grupo Scout, lo único que necesitas es estar listo, o como decimos los scouts "siempre listo para servir a Dios"

El Jamboree 2025 no fue el final. Fue el inicio de una nueva ola. 

Una ola de jóvenes que saben orientarse con una brújula… y con la Palabra de Dios. 

De familias que caminan juntas… no solo en campamentos, sino en fe. 

De fuegos que no se apagan… porque fueron encendidos por el Espíritu.

Así que, mientras el humo de las fogatas de San Joaquín se disipa en el viento, el mensaje queda claro: 

El fuego ya está encendido.

Solo falta que tú decidas alimentarlo.

¿Lo harás?

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