Una mirada latinoamericana en primera persona de la mano de Harold Segura, al IV Congreso del movimiento de Lausana (L4) que se celebra en Seúl, Corea. Un diario acerca de las experiencias, vivencias y pensamiento del teólogo y pastor colombiano, radicado en Costa Rica.
Tan pronto entré hoy martes al centro de convenciones donde estamos reunidos, me encontré con dos personas que sostenían en alto avisos con letras grandes. Uno decía: "Protestantes, protesten contra la sociedad del pecado gay". Y el otro: "Lausana, griten a la comunidad LGBTQ para que se arrepienta". Exhibían sus pancartas en las puertas de entrada, buscando que todos las viéramos. Tomé varias fotografías.
Ya estando adentro, recordé que el eje temático del segundo día del IV Congreso de Evangelización Mundial de Lausana era el compromiso de la Iglesia con la Misión de Dios (compromiso misional). La primera presentación se basó en el texto bíblico de Hechos 15:28, donde se muestra la capacidad de discernimiento comunitario de las primeras comunidades cristianas. Sus decisiones eran tomadas en grupo, al mismo tiempo que en alianza con el Espíritu.
El tema de hoy, “La Misión de Dios a través del Testimonio de su Pueblo”, giraba en torno a la eclesiología, es decir, a la comunidad de fe. Si ayer el tema era la pneumatología, el Espíritu Santo, hoy nos preguntábamos: ¿qué es la Iglesia? ¿Cuál es su misión en este mundo cada vez más fragmentado? Las viejas preguntas siguen siendo tan vigentes como siempre, pero las respuestas que teníamos hace veinte o treinta años ya no nos sirven. Lo que necesitamos son nuevas formas de entender el papel de la Iglesia, su liderazgo, su interacción con la sociedad, su responsabilidad política y, sobre todo, cómo mantenerse fiel al Evangelio del Reino.
En mi opinión, algunos sectores del Movimiento de Lausana siguen aferrados a las fórmulas de sus patriarcas —porque hay muy pocas matriarcas en este movimiento— que, aunque valiosas en su tiempo, no responden a los retos actuales. Pero el Congreso recién empieza, y todavía hay mucho por discutir y esperar.
En las tardes, los miles de participantes nos distribuimos en grupos según los temas de interés que cada quien seleccionó, entre una larga y variada lista de temáticas, antes de llegar a Corea. Cada grupo desarrolla dinámicas participativas, y permanecemos en el mismo grupo durante toda la semana.
En la noche, celebramos la fiesta del quincuagésimo aniversario de Lausana. Estaba pensando que, cuando inicié mis estudios en el seminario, se estaban cumpliendo apenas los primeros cinco años de Lausana. Hoy se celebran 50. Hagan ustedes la cuenta de mi calendario personal.
Y vino la fiesta: música, teatro, testimonios, entrevistas, mensajes de inspiración, globos al aire, danzas irlandesas, bulla, alegría y amagos de fiesta casera.
Salimos antes de las 9:00 pm. No vi a ninguna de las personas que estaban en las puertas al entrar pidiendo que Lausana protestara contra las personas LGBTQ porque, según rezaban los carteles, son el mayor mal social. ¿Volverán mañana? Porque mañana, a propósito, el tema es "Persecución y misión mundial".
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