Suicidio en primera persona: la historia de Matías Kornetz

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La fe en Jesús es el mayor factor de protección que una persona pueda llegar a tener. --Matías Kornetz Imagen generada por IA by Canva

El suicidio es un fenómeno tan antiguo como la existencia misma de la humanidad. A lo largo de la historia, las distintas culturas y sociedades humanas consideraron al suicidio de manera distinta, en función de los principios filosóficos, religiosos, intelectuales, sociales y económicos que fueron imperando en cada momento.

Este flagelo resulta ser la segunda causa de muerte en los niños y jóvenes de 10 a 24 años. Las investigaciones muestran que más del 95% de las personas que se suicidan tienen depresión u otro trastorno mental. También debido al consumo abusivo de sustancias, con frecuencia en combinación con otros trastornos mentales. 

La muerte autoprovocada nunca es el resultado de un solo factor o hecho. No obstante, los profesionales de la salud que trabajan en esta problemática advierten que pueden identificarse algunas causas que, combinadas con otros factores, podrían llevar a una conducta suicida. Entre otras, la ausencia de personas significativas o instituciones que puedan contener, sostener, proteger y acompañar a los chicos y las chicas en su desarrollo psicosocial. Las dificultades para cumplir con los estándares sociales aceptados al momento de atravesar la transición de la juventud a la adultez, el padecimiento mental no atendido y el abuso sexual son otros factores que podrían precipitar la decisión de quitarse la vida.

La historia de vida de Matías Kornetz, hoy director y fundador de Prevenir es Amar, entidad que se dedica a la prevención y acompañamiento de quienes abusan de sustancias y pasan por el comportamiento suicida, es una historia que da cuenta que una persona frustrada, lastimada y abusada puede ser recuperada, y salvada de la muerte autoprovocada.

Sin mucho preámbulo le pregunto:

¿Se zafa del suicidio? 


“Bueno, es una muy buena pregunta” —me responde. 

“Es una enfermedad muy compleja. Yo la he transitado, soy un superviviente del trastorno del comportamiento suicida y también de la enfermedad de las adicciones. Si bien cada caso tiene sus particularidades, la respuesta es, sí”.

Matías es el menor de nueve hermanos en una familia ensamblada donde las circunstancias adversas en lo económico, en lo emocional, en la salud mental general de sus integrantes, el abuso de sustancias y alcohol, las pérdidas de todo tipo hicieron un cóctel explosivo que fue el detonante para que con tan sólo 11 o 12 años decidiera valerse por sí mismo y lanzarse a las calles. La violencia, el abandono, la enfermedad, la supervivencia, la no aceptación, la frustración eran gasolina que consumía la pureza de un niño-adolescente que pasó por abusos, soledad y alienación.

El suicidio es la segunda causa de muerte en los niños y jóvenes de 10 a 24 años.

“Pero también podemos señalar algunas piezas que son fundamentales en el armado de todo lo que tiene que ver con el proceso de recuperación —aclara ante mi cara de frustración por la oscuridad del relato— en primer lugar, la fe en Jesús es el mayor factor de protección que una persona pueda llegar a tener. Aliado a la tarea del Espíritu Santo, de convencernos de que nos equivocamos, de convencernos de volver, de convencernos de que el camino, la verdad, la vida es Jesús mismo; y ponernos de cara a la cruz y reconciliarnos con el Dios Padre. Me parece que ese proceso de desarrollo espiritual es fundamental. Muchos lo descubren al final del proceso de recuperación. Pero siempre estuvo desde el principio. Dios es el primer interesado en salvar nuestras vidas. Y lo dejó en claro en la acción de enviar a su hijo a morir en la Cruz. Entonces, me parece que en mi historia Dios fue fundamental para lograr la recuperación. Aunque lo pude ver más adelante, estuvo desde el principio”.

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Matías Javier Kornetz Facebook

Matías hoy tiene 36 años pero siendo un adolescente quiso suicidarse. Hoy es un buen esposo, padre de tres hijos, profesional que trabaja en pro de aquellos que sufren y transitan los mismos caminos escabrosos que él pisó. En los ojos de este hombre hay una historia que trasluce esperanza.

“En mi caso particular yo recibí atención profesional en un centro especializado por consumos. En el caso mío el consumo era una estrategia de autodestrucción. Yo estaba buscando morir a través de las sustancias en mi intento de suicidio. En varias oportunidades estuve muy muy al borde de la muerte producto de intoxicaciones”, cuenta con una paz inexplicable. 

“Entonces los profesionales de la salud son fundamentales para lograr la recuperación, —continúa— se requiere de tratamientos especializados, de profesionales formados en cada una de las problemáticas. y creo que así como cada proceso terapéutico y cada proceso de recuperación es distinto, lo que no cambia es que hay que hacer un tratamiento independientemente de la fortaleza espiritual, de la fe que la persona tenga y de las experiencias que haya desarrollado en las comunidades de fe… Necesitamos trabajar todos los aspectos del comportamiento, de los hábitos, de la manera de vincular que se generó a partir de estas enfermedades”. 

¿Y cómo hacerlo desde nuestras comunidades de fe?


“Se puede ofrecer un servicio siempre que contemos con los profesionales necesarios”, señaló. “Por otro lado es fundamental la red de contención subjetiva, los familiares que están disponibles, entendiendo que ellos también estarán afectados ¿no? La enfermedad de las adicciones no afecta solamente al consumidor sino a todo su entorno y lo mismo el trastorno del comportamiento suicida”.

Cuando la persona pone el 100% de la voluntad y cuenta con una comunidad que está acompañando el proceso, las posibilidades de recuperación son muy altas.

“Creo que formar a las comunidades de fe, sin ningún lugar a dudas, es uno de los primeros pasos que debemos dar teniendo en cuenta que a las iglesias llegan muchas personas que padecen el trastorno del comportamiento suicida. Si bien obviamente también están los hospitales de agudo, los centros de salud, el colegio, menciono esos dispositivos, esos efectores que constantemente asisten a personas con este trastorno, pero las comunidades de fe son una de las instituciones que más visitan las personas con ideación suicida. Entonces, como líderes, pastores, referentes, maestros, necesitamos desarrollar los conocimientos para identificar las situaciones de riesgo, las señales, los indicadores y empezar a hablar del tema. Porque está claro que es un tema muy sensible. Es un tema muy delicado. Es un tema que requiere de conocimiento para poder abrirlo, y también para poder cerrarlo, para entender de qué manera intervenir en cada uno de los casos que se puedan presentar. Determinar cuándo la situación puede esperar, cuándo la situación requiere de una atención de urgencia. En ese caso, a dónde dirigirme, cómo acompañar esa intervención una vez que la persona que estoy acompañando ya está en manos de profesionales que lo están alejando del riesgo de vida. Yo como pastor, como líder, como referente, ¿desde qué lugar acompaño? ¿qué puedo hacer, qué no? Todas estas habilidades, todos estos conocimientos son fundamentales en la tarea pastoral, son fundamentales en la tarea del liderazgo”.

¿Se puede prevenir el suicidio?

“Absolutamente sí. El suicidio es una muerte prevenible. Para lograrlo necesitamos desarrollar los conocimientos necesarios desde todos los sectores. Todos los actores sociales que intervienen en la comunidad, desde personal de la salud, enfermeros, médicos, psicólogos, psiquiatras, deben capacitarse en el campo suicidológico. El personal de educación y principalmente quienes están al frente de los grupos etarios de la adolescencia. En el nivel de escuela secundaria (12 a 17 años) que es la franja etaria más vulnerada, necesitan desarrollar los conocimientos necesarios. O sea, cómo identificar los indicadores, las señales, los factores de riesgo para obviamente contener, acompañar y por qué no, derivar si es necesario al gabinete psicopedagógico para que también actúe en relación a la atención.

Bueno y obviamente en el sector del ámbito eclesiástico todos los líderes religiosos, pastores, maestros, líderes, necesitan desarrollar los conocimientos necesarios porque dentro de las comunidades de fe muchas personas se encuentran atravesando el proceso de ideación suicida. Muchas veces nos encontramos conteniendo, asistiendo a personas que vienen desde hace tiempo con pensamientos de muerte y necesitamos también saber cuándo derivar estos casos a una consulta profesional. O sea, saber cuál es el punto en donde deja de ser una cuestión meramente espiritual para transformarse en una cuestión psíquica. Entonces, como iglesia necesitamos desarrollar los conocimientos responsables”.

Todo empieza por Jesús porque es el principio y el fin, el alfa y la omega, la fe en Jesús es el mayor factor de protección que una persona pueda llegar a tener.

¿Las comunidades de fe están a la altura de esta necesidad?


“Durante mucho tiempo la Iglesia ha silenciado el tema por miedo. Cuando se habló, quizás se hizo desde un lugar de condenación, de lo que entendemos a la luz de la Palabra que piensa Dios del suicidio. Eran los únicos mensajes que se daban.

Creo que hoy, gracias al hallazgo del conocimiento científico, del campo suicidológico, tenemos mucha información y mucho conocimiento a disposición, y podemos elaborar otras estrategias. Podemos producir otros pensamientos, otros argumentos y otras intervenciones. Considero que formar a los equipos pastorales y del liderazgo es un acierto de cara a efectivizar el acompañamiento a personas que padecen del trastorno del comportamiento suicida…

En las comunidades donde se practica la empatía, la cooperación, la solidaridad, el acompañamiento, se logran muchísimos mejores resultados en términos de recuperación. Yo soy un fiel testigo de esto. Soy el resultado de un proceso de recuperación que se vio atravesado por el acompañamiento de Dios, de familiares, de profesionales, de una comunidad de fe dispuesta, disponible, de un colegio que entendió mi situación y me supo acompañar desde su lugar, de un club. Entonces ahí yo veo la fortaleza, la fortaleza en la comunidad aún más allá de la propia iglesia. Todo empieza por Jesús porque es el principio y el fin, el alfa y la omega, la fe en Jesús es el mayor factor de protección que una persona pueda llegar a tener”.

¿Es posible salir de un comportamiento suicida por sí mismo?


Creo que no. Pero si bien cada caso tiene sus particularidades, no hay duda de que cuando nos encontramos todos sumando, todos dispuestos, todos disponibles, las posibilidades de recuperación son más altas. Y también hay que decirlo, aún teniendo todo esto, si el afectado, la persona en cuestión, no pone el 100% de la voluntad o no hace fuerza para hacer lo que le corresponde, se vuelve muy difícil. Porque a veces, por más contención que tengamos, si no tomamos la decisión de ponerle el cuerpo al tratamiento y soportar el sufrimiento, ese que queríamos escapar con anestesias o tomando decisiones drásticas como quitarse la vida, obviamente que no vamos a obtener los resultados que se esperan.
Pero cuando la persona pone el 100% de la voluntad y cuenta con una comunidad que está acompañando el proceso, las posibilidades de recuperación son muy altas.

Por eso creo firmemente que el suicidio y las adicciones se pueden prevenir. Creo firmemente que la Iglesia tiene todo lo que necesita para ponerse de cara a esta problemática, hacerle frente y vencerla en el nombre de Jesús”.

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"Creo que formar a las comunidades de fe, sin ningún lugar a dudas, es uno de los primeros pasos que debemos dar teniendo en cuenta que a las iglesias llegan muchas personas que padecen el trastorno del comportamiento suicida", Matías Kornetz Facebook

Matías lidera la organización "Prevenir es Amar" que capacita y brinda ayuda a pastores, líderes, referentes a prevenir y tratar las adicciones y las conductas suicidas. Actualmente trabaja en la presentación del próximo Congreso "Rompiendo el silencio" edición 2024, que llevará por lema “La verdad nos hará libres”. El suicidio, las adicciones y la violencia serán su eje.

"Todos los días a las innumerables congregaciones alrededor del mundo, llegan familias, personas con problemáticas psicosociales. Cada vez son más los que padecen del trastorno del comportamiento suicida, de autolesiones, de conductas autodestructivas, de consumos problemáticos, con conductas compulsivas y padeciendo diferentes tipos de violencia. Como líderes, pastores y todos aquellos actores que intervienen en la comunidad representando a la iglesia de Jesucristo, hay que estar entrenados para enfrentar estas problemáticas que tan duro golpean a nuestras comunidades”.

Si usted está interesado, puede encontrar más información en www.preveniresamar.org 

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