Siete formas en que el Evangelio de Marcos revela la identidad de Jesús

Cruz y clavo
 Getty Images

Cuando Jesús entró en Jerusalén el Domingo de Ramos, toda la ciudad se agitó con una sola pregunta: “¿Quién es este?” (Mateo 21:10). Esa misma pregunta resuena a lo largo del Evangelio de Marcos — y aún hace eco en nuestra cultura hoy. Marcos no solo ofrece afirmaciones teológicas sobre Jesús; él construye un arco narrativo que revela progresivamente Su identidad en momentos dramáticos y reveladores.

Aquí hay siete maneras poderosas en que el Evangelio de Marcos revela quién es verdaderamente Jesús:

1. Marcos comienza con una declaración audaz: Jesús es el Hijo de Dios

Marcos no pierde tiempo: “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios” (Marcos 1:1). Desde el primer versículo, se nos dice que Jesús no es solo un hombre—Él es el Hijo divino, el Yahweh visible que revela al Dios invisible. En Su bautismo, los cielos se abren y el Padre declara: “Tú eres mi Hijo amado” (Marcos 1:11).

Esto es más que un título; es una declaración de identidad y propósito. Jesús no solo trae buenas noticias — Él es las buenas noticias.

2. Incluso los demonios reconocen Su autoridad

En Marcos 1:24, un demonio grita: “Yo sé quién eres — el Santo de Dios.” Esto se repite a lo largo del Evangelio. Incluso el infierno sabe quién es Jesús. Hechos 19 muestra que los demonios conocían a Pablo y a Jesús, pero no a todos los demás. La pregunta es — ¿el infierno conoce tu nombre?

La autoridad espiritual no proviene de títulos sino de estar alineado con el Rey. Los demonios solo se inclinan ante un nombre — y ese es el nombre de Jesús. Como dijo Jesús: “Si yo expulso demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado a ustedes” (Mateo 12:28). El reino viene no solo en palabra, sino en poder.

3. Sus obras y palabras revelan Su divinidad

En Marcos 4:41, después de que Jesús calma un mar embravecido, los discípulos preguntan: “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?” Jesús no es un simple maestro — Él ordena a las fuerzas de la naturaleza. Este momento desafía directamente al falso dios Baal, el llamado dios de la tormenta (Salmo 29:3-4).

Jesús no solo representa a Dios — Él actúa como Dios. Aquel que creó el mar camina sobre él y lo reprende. Él es el Creador en carne, Señor sobre todo.

4. Jesús declara Su identidad ante el sumo sacerdote

Durante Su juicio, a Jesús se le pregunta: “¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?” Él responde: “Yo soy … y verán al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y viniendo con las nubes del cielo” (Marcos 14:62).

Esto es una referencia directa a Daniel 7:13-14 — Jesús no niega Su identidad; la amplifica. Él no es solo el Mesías; es el glorioso Hijo del Hombre que gobernará eternamente. Incluso enfrentando la muerte, Jesús afirma con valentía quién es.

5. Un centurión romano lo proclama Hijo de Dios

En uno de los momentos más profundos del Evangelio, un soldado romano ve morir a Jesús y exclama: “¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!” (Marcos 15:39).

Aquí, un gentil — representando que el Evangelio va a todas las naciones — reconoce a Jesús en el momento de Su sufrimiento. Este es el Evangelio rompiendo las barreras étnicas y religiosas. La muerte de Jesús no fue una derrota—fue la coronación del Rey. Su identidad se revela más claramente no en la gloria, sino en la cruz.

6. Los líderes religiosos reconocen sin saberlo Su divinidad

Cuando Jesús perdona pecados en Marcos 2, los líderes religiosos lo acusan de blasfemia: “¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?” Su teología es correcta, pero sus corazones están ciegos.

Jesús demuestra Su autoridad no solo con palabras, sino sanando al paralítico. Su rechazo resalta una verdad aleccionadora: puedes conocer las Escrituras y aun así perderte al Salvador. La familiaridad religiosa no equivale a revelación espiritual.

7. Jesús es el templo nuevo y perfecto

Marcos presenta a Jesús como el nuevo lugar de la presencia de Dios. En Marcos 1:40-45, Jesús limpia a un leproso sin rituales del templo, porque Él es el verdadero Templo.

El Domingo de Ramos, Jesús limpia el templo terrenal (Marcos 11:15–19) y más tarde, en Su muerte, el velo se rasga en dos (Marcos 15:38). Su resurrección cumple Su predicción: “Destruyan este templo … y en tres días lo levantaré” (Juan 2:19).

Él no es solo el sacerdote — Él es el templo, el sacrificio y la misma presencia de Dios.

Conclusión: Contemplar el rostro de Dios en Cristo

En Marcos, la pregunta “¿Quién es este hombre?” se responde no solo a través de actos sobrenaturales, sino finalmente mediante el amor sacrificial. El Evangelio alcanza su clímax en la cruz, donde el velo se rasga y la presencia de Dios se vuelve accesible.

Jesús cumple la historia de Israel, el templo, el sacerdocio y los profetas. En Él, contemplamos el rostro de Dios. Y encontrarlo es ser transformado para siempre.

Llamado a la acción

Que este Evangelio te impulse a adorar a Jesús como Salvador y Hijo de Dios reinante.

Abraza la realidad de que Su Espíritu te hace un templo viviente — honra Su presencia en tu vida diaria.

Camina en autoridad espiritual, sabiendo que los demonios se inclinan ante Su nombre.

Guarda tu corazón de la ceguera religiosa — búscalo en espíritu y verdad.

Proclama Su nombre con valentía a las naciones. El mundo aún pregunta, “¿Quién es este hombre?” — y nosotros llevamos la respuesta.

Levantémonos como Sus testigos, templos vivientes que llevan la revelación de Jesús a un mundo desesperado por la verdad.

Más reciente