“Mi dignidad fue devuelta”, asegura el hombre más tatuado de Brasil

Leandro
“Mi dignidad fue devuelta. No es sobre mí, es sobre Jesús”. Con esas palabras, Leandro de Souza resume un proceso que lo llevó de las calles y la adicción a la esperanza y el perdón. Su rostro, antes cubierto de tatuajes, comienza a revelar la nueva vida que eligió. Foto: Instagram

Durante años, Leandro de Souza fue conocido como el hombre más tatuado de Brasil. Más del 95 % de su cuerpo estaba cubierto por más de 170 tatuajes, marcas que representaban una vida atravesada por las drogas, la violencia y la calle. Hoy, a los 36 años, avanza en un proceso de transformación radical. Acaba de completar su quinta sesión para eliminar los tatuajes de su rostro, un paso que simboliza mucho más que un cambio estético.

“Mi dignidad fue devuelta. No es sobre Leandro, es sobre Jesús. Era adicto y vivía en la calle. Fui bendecido en muchas áreas para que este testimonio ayude a otras personas”, afirmó en declaraciones a Guiame, reflejando cómo su conversión al cristianismo marcó un antes y un después.

La vida de Leandro estuvo signada por la vulnerabilidad desde el inicio. Nació en 1989 en una caja de zapatos en Río Grande do Sul y fue adoptado gracias a la intervención de su madrina. Sin embargo, su infancia quedó marcada por abusos sexuales sufridos desde los cuatro años por parte de un policía militar cercano a su entorno.

Ese trauma lo condujo, ya en la adolescencia, a las drogas y más tarde a actividades delictivas que terminaron con su detención por estafa. Con el tiempo, su cuerpo se convirtió en un lienzo de rabia, dolor y resistencia. Cada tatuaje relataba un episodio de una vida desordenada, que lo llevó a ser conocido como el hombre más tatuado del país.

Un encuentro con Dios
La transformación comenzó en un albergue municipal de Bagé, cuando fue alcanzado por un grupo de evangelismo. Una colaboradora llamada Taís lo invitó a una iglesia y, en apenas quince días, Leandro fue bautizado. Desde entonces, asegura que fue liberado de la adicción y que el Evangelio le devolvió sentido y dirección.

“Hoy cumplo el 'Id'. No es posible conocer a Jesús y no sentir el deseo de llevar el Evangelio adelante”, afirmó.

El proceso de borrar las marcas, espirituales y físicas
Las sesiones de eliminación de tatuajes se realizan en Hell Tattoo, en Franco da Rocha (São Paulo), donde un equipo decidió apoyarlo de manera gratuita. En su cuenta de Instagram, el estudio destacó el contraste entre el pasado y el presente de Leandro. “Ha pasado por el sistema penitenciario, se enfrentó a la adicción a los químicos y vivió en las calles. Como él mismo informa, había perdido la confianza en sí mismo y sentía que nadie más creía en él tampoco. Hoy está empleado, con contrato formal, conquistando espacio en la sociedad y sorprendiendo positivamente a la gente a su alrededor”, señaló da Rocha.

Para Hell Tattoo, su historia demuestra que “los tatuajes no definen el carácter” y que el verdadero cambio proviene de la decisión de rehacer la vida. “Las marcas en la piel pueden ser eliminadas. Pero lo más importante, las marcas en el interior pueden ser resignadas”, afirmaron.

Actualmente, Leandro trabaja como vendedor en una óptica en Bagé y participa activamente en la Iglesia Asamblea de Dios local. Dejó de tatuarse y también de tatuar a otros, convencido de que su misión ahora es compartir un testimonio de fe y restauración.

La eliminación de los tatuajes de su rostro no es un fin en sí mismo, sino un reflejo visible de la transformación interna que experimentó. “El Evangelio es renuncia. Paré de tatuar cuando entendí que, después de una conversión verdadera, existen cosas mucho más importantes”, contó con autoridad y esperanza redentora.

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