
Esta semana marca un momento histórico para las misiones latinoamericanas, ya que COMIBAM celebra su primera conferencia continental desde 2017 en la Ciudad de Panamá, del 22 al 25 de abril. El evento será seguido inmediatamente por COALA3.0 —la tercera consulta de la iniciativa Cristo Sobre África, América Latina y Asia— que reúne a una creciente coalición de líderes misioneros del Sur Global para planificar la siguiente fase de las misiones globales.
En el encuentro COALA2.5 del año pasado en Busan, Corea del Sur, Christian Daily International conversó con Allan Matamoros, director asociado de COMIBAM y veterano misionero costarricense, para reflexionar sobre el camino recorrido por las misiones latinoamericanas y la necesidad urgente de una colaboración más profunda entre los líderes del Sur Global. Matamoros también ofreció un discurso en el evento, en el que abordó los fundamentos históricos, teológicos y culturales de las misiones latinoamericanas: un movimiento moldeado por el dolor, la resiliencia y un profundo compromiso de compartir el evangelio entre culturas.
De los márgenes a las naciones
Matamoros inició su discurso en Busan recordando sus primeros pasos en las misiones en San José, Costa Rica, y sus más de dos décadas sirviendo en el mundo musulmán. Su historia personal está estrechamente ligada al surgimiento de las misiones latinoamericanas: una región que antes era considerada un campo misionero y que hoy se posiciona cada vez más como una fuerza misionera.
“Para entender cómo la iglesia latinoamericana se involucró globalmente en la misión de Dios”, dijo, “debemos primero comprender nuestro propio recorrido evangélico”.
A inicios del siglo XX, durante la famosa Conferencia Misionera de Edimburgo en 1910, América Latina fue deliberadamente excluida de los esfuerzos misioneros de agencias occidentales, al ser considerada “ya cristianizada”. No fue sino hasta el Congreso de Panamá de 1916 que los esfuerzos misioneros protestantes se lanzaron formalmente en la región. Un siglo después, la situación ha cambiado drásticamente. Según la Alianza Evangélica Latinoamericana, los evangélicos constituyen ahora el 27% de la población de la región —aproximadamente 160 millones de personas.
“El evangelio echó raíces entre los marginados”, dijo Matamoros, “transformando familias, valores y sociedades desde abajo hacia arriba. Ese es el contexto en el que surgió nuestro movimiento misionero”.
COMIBAM y el nacimiento de una visión misionera continental
Para la década de 1980, líderes latinoamericanos ya oraban y soñaban con su papel en la misión global. Esa visión se materializó en 1987, cuando más de 3.000 participantes de todo el continente se reunieron en São Paulo, Brasil, para la primera conferencia de COMIBAM.
“Fue una semana de adoración, oración y proyección de visión”, recordó Matamoros. “Al final, declaramos algo que se convirtió en nuestro lema: ‘América Latina, de campo misionero a fuerza misionera’”.
Desde entonces, COMIBAM se ha desarrollado como una sólida red de redes, activa en 25 países y coordinando centros de formación, agencias misioneras e iglesias locales. Hoy, se estima que unos 30.000 misioneros iberoamericanos sirven de manera transcultural en más de 200 países y territorios, y entre decenas de grupos no alcanzados.
Sus ministerios incluyen desde plantación de iglesias y traducción bíblica hasta labores humanitarias y servicios profesionales en regiones de difícil acceso.
Una ética misionera distintiva del Sur Global
Durante la entrevista y su discurso, Matamoros subrayó que las contribuciones de América Latina a las misiones globales van más allá de las cifras. “Cada cultura aporta algo único”, dijo. “Tal vez no tengamos tanto dinero, pero aportamos confianza, alegría y una forma de vida que conecta bien con muchas de las culturas a las que servimos”.
En particular, los misioneros latinos han encontrado afinidad en contextos musulmanes e indios, donde los valores familiares extendidos y la comunidad relacional son vitales. “Vivimos vidas similares a las de las personas a las que alcanzamos. No venimos desde un lugar de poder o privilegio —y eso marca una diferencia”.
Matamoros también destacó la ventaja de provenir de naciones políticamente neutrales. “Nadie sabe dónde queda Costa Rica”, bromeó. “Pero eso muchas veces juega a nuestro favor. No nos perciben como parte de ninguna agenda global —simplemente como amigos que traen buenas noticias”.
COALA: una plataforma de colaboración misionera Sur-Sur
COALA, que significa Cristo sobre África, América Latina y Asia, fue creado como un espacio para que líderes del Sur Global construyan confianza, compartan estrategias y disciernan juntos la misión de Dios. Según Matamoros, las primeras fases de COALA se enfocaron en construir amistades y establecer una base para una asociación duradera.
“La primera fase fue para conocernos —personal y ministerialmente”, dijo. “En Bangkok, emitimos una declaración de intención. En Panamá, queremos pasar de la conversación a la colaboración concreta”.
Se espera que COALA3.0 se enfoque en tres áreas clave: movilizar a la próxima generación de obreros misioneros, facilitar experiencias globales de intercambio a corto plazo, y desarrollar proyectos colaborativos a largo plazo en campos estratégicos.
“Los campos están listos —especialmente en el sur de Asia, que sigue siendo la región menos alcanzada, según el Proyecto Josué y otras agencias”, señaló. “Pero la iglesia ya está allí. COALA se trata de trabajar junto a quienes ya están en el terreno, no de asumir que traemos todas las respuestas”.
Re-imaginando las estructuras de las misiones globales
Aunque COALA está firmemente arraigado en el Sur Global, Matamoros fue sincero respecto a la compleja relación con Occidente. “COALA no existe para aislarnos del resto del Cuerpo de Cristo —eso sería imposible y necio”, dijo. “Pero algo tiene que cambiar”.
Compartió su frustración al ver a líderes africanos y latinoamericanos dinámicos volverse silenciosos en reuniones internacionales, superados por las voces dominantes del Norte Global. “Muchas veces, guardamos silencio —no porque nos falten ideas, sino porque nos faltan recursos, o no hablamos inglés tan bien”.
Incluso cuestiones logísticas como la interpretación reflejan dinámicas de poder más profundas. “¿Por qué siempre los participantes del Sur Global son los que usan audífonos?”, preguntó. “Con la tecnología actual, hay mejores formas. Creamos entornos donde todos se sientan parte”.
Matamoros visualiza a COALA como un puente —un espacio seguro para que las voces del Sur Global se fortalezcan y, eventualmente, se relacionen con más confianza con los socios globales. Aunque el movimiento está temporalmente cerrado a la participación del Norte, prevé un futuro donde la verdadera asociación sea posible.
Obstáculos y el camino por delante
A pesar del crecimiento del movimiento, persisten los desafíos. Matamoros mencionó varios: sistemas de apoyo inadecuados para misioneros, sostenibilidad financiera y la necesidad de actualizar la formación para enfrentar los retos transculturales y teológicos actuales.
En respuesta, algunos movimientos latinos están desarrollando modelos de apoyo creativo, como fondos misioneros compartidos y estrategias bivocacionales. Durante las crisis económicas en Argentina, por ejemplo, COMIBAM lanzó el Fondo SOS Argentina, sostenido por ofrendas de iglesias hispanas en EE.UU., muchas de ellas conformadas por inmigrantes indocumentados.
“En lugar de traer a los misioneros de regreso cuando se acaban los fondos, preguntamos: ‘¿Qué podemos hacer juntos para sostenerlos?’”, dijo Matamoros. “No es perfecto, pero es nuestra forma de ser fieles”.
Otra necesidad urgente es movilizar a una nueva generación. “Yo tenía 18 años cuando me involucré”, dijo. “Ahora ya no soy tan joven. Necesitamos una nueva ola de líderes latinos jóvenes que tomen la posta”.
Un llamado a la oración y a la colaboración
Al concluir su discurso en Busan, Matamoros presentó cinco motivos clave de oración por el movimiento misionero latinoamericano:
1. Que las iglesias locales abracen la misión global como parte de su identidad y envíen obreros con sacrificio.
2. Que se duplique el número actual de misioneros que viven y comparten el evangelio entre los menos alcanzados.
3. Que haya un compromiso con comunidades de la diáspora y pueblos no alcanzados en todos los bloques religiosos.
4. Que continúe la reflexión teológica moldeada por la experiencia, el dolor y el caminar de América Latina.
5. Que surja una nueva generación de líderes que lleven el mandato misionero hacia el futuro.
“Estamos en una temporada de transición”, dijo a Christian Daily International. “El Norte necesita aprender que no siempre liderará el desfile. Y el Sur debe superar su inseguridad y encontrar su voz”.
A medida que COMIBAM y COALA3.0 se desarrollan esta semana en Panamá, la iglesia global puede observar con expectativa. Lo que comenzó como un movimiento desde los márgenes está ayudando ahora a definir el futuro de las misiones —no como un simple cambio geográfico, sino como una transformación en la forma en que el Cuerpo de Cristo vive la Gran Comisión, juntos.
Artículo publicado originalmente en Christian Daily International, versión en inglés de Diario Cristiano Internacional.