El reciente Congreso de Lausana IV, realizado en Seúl, Corea del Sur, del 22 al 28 de septiembre, dejó una profunda huella en quienes participaron de sus discusiones y celebraciones. Con una mirada crítica y esperanzada, y conscientes de los desafíos actuales, un grupo de líderes de América Latina, el Caribe y el mundo hispano de los Estados Unidos se reunió después del evento, buscando discernir los caminos a seguir. Esta reflexión es tanto teológica como pastoral, y plantea una misión centrada en la justicia y la transformación social, inherentes al mensaje del Evangelio.
Impulsado por World Vision América Latina y el Caribe, un grupo de once personas, entre teólogos, misioneros y líderes cristianos, fue convocado para pensar, orar y acordar una serie de acciones en torno a la misión de Dios. Entre los participantes: Joao Diniz (Brasil-Costa Rica), María Alejandra Andrade (Ecuador), Craig Steward (Sudáfrica), Valdir Steuernagel, Eduardo Nunes (Brasil), Ruth Padilla (Argentina-Costa Rica), Allan Matamoros (España-Costa Rica), Alexia Salvatierra (Estados Unidos), André Pereira (Brasil), Erika Mora (Costa Rica) y Harold Segura (Colombia-Costa Rica), quienes, desde sus diversas realidades nacionales, representan una voz de unidad y compromiso con la Missio Dei (Misión de Dios) en nuestro contexto latinoamericano y caribeño.
La misión, descrita por este grupo, se articula en cuatro ejes de acción clave que buscan una colaboración intencionada y dinámica en favor de una iniciativa evangélica en la región. Estos ejes son: conexión, proclamación, justicia y transformación social, todo esto con el propósito de vivir y demostrar el Evangelio del reino de Dios en un contexto global lleno de complejidades. “No se trata solo de declarar el Evangelio, sino de vivirlo en acciones concretas que apunten a la justicia y al bienestar de nuestras comunidades”, destacó uno de los participantes.
Como expresé en varios de mis escritos, el llamado de Jesús es profundamente humano y desafía las estructuras de poder y exclusión. “Ante la necesidad humana, todas las fronteras, incluidas las políticas, se derrumban; aparece el humano que somos todos”. Desde esta convicción, la invitación es a seguir reflexionando, aprendiendo y actuando en comunidad, buscando que la teología no se quede en el plano de las ideas, sino que tome cuerpo en cada práctica de justicia y compasión.
Esta reunión en Seúl y las posteriores reflexiones marcan el inicio de una nueva etapa en la misión de Lausana, donde las iglesias, organizaciones, seminarios y universidades de América Latina están llamadas a sumarse y a continuar el discernimiento de esta visión, fortaleciendo una red de apoyo y aprendizaje mutuo.
Lausana IV apenas comienza, y el reto que deja es claro: responder con fidelidad a la misión de Dios (Missio Dei) , abrazando el evangelio de la paz y la justicia en cada contexto de nuestra región.