La violencia en Sinaloa, México, sigue siendo implacable. Recientemente, la Iglesia Católica lanzó un enérgico llamado: “Con los niños no”, tras el brutal asesinato de dos menores de edad, de 12 y 9 años, junto a su padre de 41 años. En el mismo ataque, ocurrido en la colonia Los Ángeles de Culiacán, también resultó herido un primo de 17 años, único sobreviviente. El crimen, presuntamente motivado por un robo, conmocionó a la comunidad.
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En un contexto donde el gobierno parece ceder ante los intereses del crimen organizado, las calles de Culiacán se han transformado en un campo de batalla. Los enfrentamientos entre dos facciones del Cártel de Sinaloa, los Chapitos (los Guzmán) y el clan de Ismael “El Mayo” Zambada, continúan dejando víctimas, tanto culpables como inocentes.
A pesar del despliegue de cientos de soldados y elementos de la Guardia Nacional enviados bajo el liderazgo de Claudia Sheinbaum, acompañados de intensas campañas mediáticas y promesas de restaurar el orden, la violencia sigue prevaleciendo. Las calles de la capital sinaloense parecen regirse únicamente por las reglas del crimen organizado, donde sus actores se mueven con impunidad y sus caravanas mortales operan con una omnipresencia aterradora.
La noche del ataque, una ráfaga de balas impactó un Toyota gris, acabando con la vida de Alejandro Sarmiento, su hijo Gael de 12 años y su hijo Alexander de 9, según informan los medios locales. El primo adolescente resultó gravemente herido. Un grupo de sicarios perpetró la masacre con absoluta frialdad.
El asesinato coincidió con un evento de resonancia internacional: Donald Trump, recién investido presidente de Estados Unidos, firmó una orden ejecutiva que declaró a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras, comprometiéndose a combatirlos y sancionar a quienes los protejan o faciliten sus actividades.
Estos hechos, tanto locales como internacionales, dejaron a la ciudadanía de Culiacán sumida en el miedo y la impotencia. Después de más de 160 días marcados por ejecuciones, desapariciones y una violencia descontrolada que le robó la paz a los habitantes, finalmente la indignación colectiva se tradujo en un contundente “¡ya basta!”.
En un editorial publicado el 26 de enero en su semanario Desde la Fe, la Arquidiócesis de México reflexionó con crudeza:
“¿Cómo llegamos al punto en el que las noticias de asesinatos y violencia son parte de nuestra cotidianidad? Al principio nos sorprendían los hechos, después las cifras, y ahora parece que incluso hemos dejado de asombrarnos cuando las víctimas son niños”.
El editorial destacó que los niños, “la mayor riqueza de la humanidad”, deberían vivir en condiciones que les permitan crecer con alegría y esperanza, algo que la violencia criminal les está arrebatando. “Los niños merecen ambientes seguros, espacios donde jugar, aprender y convivir sin el riesgo de ser reclutados por la delincuencia o morir a manos de criminales”.
La Arquidiócesis también hizo un llamado a la conversión de quienes optaron por el camino del crimen, instándolos a reflexionar sobre el sufrimiento que causan, especialmente a los más vulnerables. “Es necesario un cambio de rumbo, porque la violencia no solo destruye vidas, sino que desgarra el tejido moral y social de nuestro país”.
Estadísticas espeluznantes
Desde que la disputa entre los Guzmán y los Zambada comenzó y que las autoridades no han podido contener, Sinaloa acumula 764 asesinatos y 902 personas privadas de la libertad.
El balance desde el 9 de septiembre de 2024 hasta el 25 de enero de 2025 es de:
◉ 764 homicidios dolosos (5.6 diarios)
◉ 902 personas privadas de la libertad (6.6 diarios)
◉ 2,690 vehículos robados (19.6 diarios)
◉ 233 personas detenidas (1.7 diarios)
◉ 50 personas abatidas
Hasta ahora, las tres violencias más relevantes para Sinaloa son los homicidios, las privaciones de la libertad y el robo de vehículos, según la información del portal informativo Noroeste.