Iglesias evangélicas reafirman su compromiso con la vida, la familia y la libertad religiosa en la Declaración de Cartagena

AEL Cartagena
Se llevó a cabo la 12va Asamblea de la Alianza Evangélica Latina del 8 al 12 de septiembre en Cartagena de Indias, Colombia. Foto: Alianza Evangélica Latina

La 12ª Asamblea General de la Alianza Evangélica Latina (AEL) concluyó el 12 de septiembre en la ciudad de Cartagena con un mensaje contundente: las iglesias evangélicas de Iberoamérica quieren ser protagonistas en la vida pública, defendiendo la libertad religiosa, la familia y el derecho a la vida, mientras fortalecen su unidad y compromiso social.

El encuentro reunió durante cinco días a presidentes de alianzas nacionales, líderes denominacionales, coordinadores de comisiones y delegados de más de veinte países. El lema que los guió fue “La influencia de las iglesias evangélicas en Iberoamérica”. Las jornadas contaron con la participación de los pastores Ricardo Rodríguez y Andrés Corson, quienes compartieron mensajes inspiradores. Los devocionales estuvieron a cargo de Victor Tiburcio (Unilimi), Gabriel Salguero (Nalec) y Harold Segura (World Vision).

La Declaración de Cartagena
El documento central de la Asamblea fue la "Declaración de Cartagena: La Influencia de la Iglesia Evangélica en Iberoamérica", que resalta tanto el aporte histórico como el presente de las iglesias en la región.

La declaración recuerda que las comunidades evangélicas han estado presentes desde el siglo XIX en la educación, la salud, la defensa de la libertad de conciencia y la preservación de las lenguas originarias. Hoy, su influencia se manifiesta en siete áreas clave:

* Crecimiento comunitario con impacto social: de apenas un 1% de la población en 1910 a más del 20% en 2014, e incluso superando el 50% en algunos países de Centroamérica.
* Compromiso ético y solidario: promoviendo compasión, justicia y misericordia en favor de los más vulnerables.
* Promoción educativa con valores morales cristianos y programas de alfabetización.
* Asistencia integral y restauración familiar, con apoyo espiritual, social y psicosocial, en especial en la defensa de la vida, la niñez y la juventud.
* Participación en asuntos públicos sin partidarismos, ofreciendo una voz ética en los debates sobre derechos humanos, justicia y libertad religiosa.
* Renovación cultural desde la fe, incluyendo la traducción de la Biblia a lenguas originarias.
* Vivencia comunitaria de la fe, constituyendo espacios de esperanza en medio de desigualdad, violencia y crisis de valores .

Compromiso y misión
La AEL afirmó en el documento: “Creemos firmemente que el Evangelio de Jesucristo sigue siendo la buena noticia para cada persona, cada familia y cada ciudad. Renovamos nuestra misión de ser luz en medio de la oscuridad espiritual, sal para prevenir la decadencia, y manos extendidas en situaciones de dolor” .

La declaración también desafía a las iglesias a “mirar las realidades de nuestros tiempos con ojos de fe, discerniendo con claridad espiritual sin caer en el temor paralizante ni en la indiferencia cómoda”. El llamado es a ser “sal que preserva la verdad y da sabor a la vida, luz que ilumina caminos en medio de la oscuridad, profecía que denuncia el pecado y anuncia esperanza” .

Renovación de liderazgo
Durante la asamblea se eligieron nuevas autoridades de la AEL, que tendrán la responsabilidad de guiar el movimiento en un tiempo crucial para Iberoamérica. El liderazgo se comprometió a fortalecer la formación de líderes, el diálogo con las instituciones públicas y la visibilidad de la voz evangélica en foros internacionales.

Estos son los cargos renovados de Junta Directiva de AEL electos para el periodo 2025/7: Presidente: Juan Cruz Cellammare (Paraguay); Vicepresidente 2: Cesar Ayala (Guatemala); Tesorero: Henry Nogales (Bolivia); y los Vocales: Julián Hernández (México); César Mermejo (Venezuela); Gabriel Salguero (EE.UU.) y Louder Garabedian (Uruguay).

Una guía para la iglesia
La Declaración de Cartagena concluye con un compromiso: “Que esta declaración no solo se lea, sino que se viva”. El texto invita a cada congregación a ser un faro que refleje el carácter de Cristo y transforme su entorno, recordando la promesa de Zacarías 4:6: “No por fuerza ni por poder, sino por Mi Espíritu, dice el Señor de los Ejércitos”.

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