
El pastor bautista y teólogo colombiano Harold Segura expresó su satisfacción tras participar en el Encuentro Ecuménico Nicea 1700 años, que se llevó a cabo del 1 al 3 de julio en la ciudad de Guatemala. Al finalizar la actividad, Segura afirmó: “Nos vamos cargados de nuevas esperanzas para seguir trabajando por la unidad de la Iglesia”, según publicó el medio oficial ADN Celam.
El encuentro reunió a más de 80 participantes de 15 países de América Latina y el Caribe, pertenecientes a diferentes confesiones cristianas. La iniciativa se enmarcó en las conmemoraciones por los 1.700 años del Concilio de Nicea, un hito para la unidad de la fe cristiana.
“Estos espacios son necesarios porque permiten el diálogo, la escucha y la posibilidad de soñar con una Iglesia más unida, más fraterna y con mayor capacidad de respuesta ante los desafíos sociales de nuestros pueblos”, afirmó Harold Segura.
Durante los días de trabajo, los representantes de diversas tradiciones eclesiales dialogaron sobre las dificultades históricas que han afectado la unidad cristiana, pero también sobre las oportunidades que se abren en el actual contexto latinoamericano.
Segura destacó especialmente el ambiente fraterno que se vivió en el encuentro. “Nos vamos contentos porque nos reencontramos, porque soñamos juntos y porque reafirmamos nuestro compromiso por la unidad, no solo desde el discurso sino desde las acciones concretas”, expresó.
Entre los frutos del encuentro, los participantes coincidieron en la importancia de crear plataformas regionales de diálogo ecuménico y continuar fortaleciendo los lazos entre iglesias a través de proyectos sociales, espacios de oración compartida y acciones pastorales conjuntas.
El pastor y teólogo bautista, que también se desempeña como director de Fe y Desarrollo para América Latina y el Caribe en World Vision, señaló que eventos de este tipo motivan a profundizar una cultura de encuentro entre distintas tradiciones cristianas.
El encuentro fue organizado en conjunto por el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y otras entidades ecuménicas de la región.
El comunicado final dejó en claro que la unidad de los cristianos es posible y necesaria, y que cada espacio de diálogo, como el vivido en Guatemala, renueva la esperanza de avanzar hacia una Iglesia latinoamericana más fraterna y solidaria.