Cuando Carlos y Ana se casaron, tenían un sueño: servir a Dios como misioneros en algún lugar del mundo. Ambos habían crecido en iglesias evangélicas de Colombia y habían sentido el llamado de Dios a compartir el Evangelio con otras culturas. Sin embargo, no sabían cómo hacerlo realidad. "No teníamos recursos, ni apoyo, ni experiencia", recuerda Carlos. "Pensábamos que las misiones eran sólo para extranjeros que venían a nuestro país".
Pero un día, Carlos y Ana oyeron hablar de una agencia misionera latinoamericana que les ofrecía formación, orientación y envío a distintos campos. Se inscribieron en un curso de preparación misionera y, tras un año de estudio y práctica, fueron asignados a un proyecto en Asia Central, entre una etnia musulmana que nunca había oído el nombre de Jesús. Allí, junto a otros misioneros latinoamericanos, llevan más de cinco años sirviendo, aprendiendo el idioma, adaptándose a la cultura y compartiendo el amor de Cristo con sus vecinos. "Dios ha sido fiel, y hemos visto frutos en medio de las dificultades", dice Ana. "Estamos felices de ser parte de lo que Dios está haciendo en las naciones".
La historia de Carlos y Ana es sólo un ejemplo del creciente movimiento misionero evangélico que se viene gestando en América Latina desde hace varios años. Según el Centro para el Estudio del Cristianismo Global, hasta hace poco había más de 10.000 misioneros evangélicos latinoamericanos sirviendo en más de 100 países, especialmente en lugares donde el acceso al Evangelio no es fácil, como el mundo islámico, budista e hindú. Esta cifra representa un aumento de más del 300% desde el año 2000, y sitúa a América Latina como la tercera región del mundo con más misioneros evangélicos, después de Norteamérica y Europa.
Mientras tanto, según un informe de Lausanne World Pulse, hace casi veinticinco años, América Latina se unió formalmente a la fuerza misionera mundial. Hoy, cuatrocientas agencias misioneras envían a nueve mil latinoamericanos. Se estima que otros tres mil han salido sin estructura de envío.
Lo cierto es que el movimiento misionero evangélico en América Latina ha experimentado un crecimiento significativo en las últimas décadas.
Según el sitio web de la ABWE (Asociación de Bautistas para la Evangelización Mundial), "La iglesia latinoamericana es como el gigante dormido que está despertando para plantar iglesias centradas en el evangelio en toda América Latina, para alcanzar focos de no alcanzados dentro de sus fronteras y para enviar misioneros a los lugares más difíciles del mundo."
Pero hay factores específicos que explican este factor tan interesante. Los misioneros latinoamericanos se enfrentan a retos y oportunidades. Además, la iglesia estadounidense sigue desempeñando un papel de apoyo y colaboración con este movimiento.
Una visión bíblica de las misiones
Uno de los factores que ha impulsado el despertar misionero en América Latina es el redescubrimiento de la visión bíblica de las misiones, que entiende que el propósito de Dios es glorificar su nombre entre todas las naciones y que la Iglesia es el instrumento que Él ha escogido para cumplir su plan. Esta visión ha sido transmitida y reforzada por diversos eventos, publicaciones y recursos que han enfatizado el mandato misionero de Cristo y la urgencia de alcanzar a los pueblos no alcanzados.
Uno de estos eventos es el Congreso Latinoamericano de Evangelización (CLADE), que se celebra cada diez años desde 1969 y ha reunido a miles de líderes evangélicos de toda la región para reflexionar sobre la misión de la iglesia en el contexto latinoamericano. La última CLADE, realizada en Costa Rica, tuvo como tema "Discipulado integral en el poder del Espíritu: Hacia una iglesia misionera, profética y esperanzada". Se afirmó que "la misión de Dios es integral y abarca todas las dimensiones de la vida humana y de la creación", y se hizo un llamado a "asumir el compromiso de ser una iglesia misionera, que anuncia y vive el evangelio de Jesucristo en el poder del Espíritu Santo, durante los desafíos y oportunidades de nuestro tiempo".
Otro evento que ha marcado la visión misionera de América Latina es el Congreso Misionero Iberoamericano (COMIBAM), que comenzó en 1987 en Sao Paulo, Brasil, y ha sido considerado el primer congreso misionero organizado por y para latinoamericanos.
El objetivo de COMIBAM ha sido promover la cooperación y la movilización misionera entre iglesias, agencias y organizaciones evangélicas de habla hispana y portuguesa. El último COMIBAM, celebrado en Bogotá, Colombia, tuvo como tema "La gloria de Cristo en las naciones", y reunió a más de 800 participantes de 40 países, que compartieron sus experiencias, desafíos y estrategias para el progreso del reino de Dios en el mundo.
Además de estos eventos, cabe destacar la labor de diversas agencias y organizaciones misioneras latinoamericanas que han surgido en las últimas décadas para facilitar el envío y apoyo de misioneros de la región. Algunas de estas agencias son AMA (Agencia Misionera Argentina), AMAL (Agencia Misionera Latinoamericana), AME (Agencia Evangélica de Misiones), AMEC (Agencia Misionera Evangélica Centroamericana), AMEE (Asociación Misionera Evangélica Ecuatoriana), AMEM (Misión Evangelizadora Mundial), entre otras.
Estas agencias ofrecen capacitación, orientación, atención pastoral, gestión financiera y redes de apoyo a los misioneros y a las iglesias enviadoras.
Cabe destacar también la contribución de diversas publicaciones y recursos que han ayudado a difundir la visión misionera entre los cristianos evangélicos de América Latina. Entre ellos, la revista VAMOS, que desde 1984 publica artículos, testimonios y noticias sobre misiones; el libro "Misión Mundial", escrito por el misionero y teólogo Jonathan Lewis, que ofrece una introducción bíblica, histórica y práctica a las misiones; el sitio web Movilicemos. org, que ofrece recursos gratuitos para la movilización y educación misionera; y el programa de radio "Ventana al Mundo", que se emite en más de 500 emisoras de radio de 23 países, informando y motivando a los oyentes sobre las necesidades y oportunidades misioneras.
Una identidad cultural diversa y flexible
Otro factor que ha favorecido el despertar misionero de América Latina es la identidad cultural diversa y flexible que caracteriza a los latinoamericanos, lo que les permite adaptarse y relacionarse con otras culturas con mayor facilidad y naturalidad. Los latinoamericanos son el resultado de una mezcla de razas, lenguas, creencias y tradiciones, que han conformado una cultura rica y variada, que a su vez se ha visto influenciada por los procesos de globalización y migración. Esta diversidad cultural ha dotado a los latinoamericanos de una mayor sensibilidad y apertura hacia los demás, así como de una mayor capacidad de aprendizaje y comunicación intercultural.
Estas cualidades son muy valoradas y aprovechadas en el campo misionero, donde los misioneros latinoamericanos han demostrado ser eficaces y creativos en el desarrollo de su ministerio. Algunos ejemplos de ello son el uso de la música, el arte y el humor como medios de evangelización y discipulado; la formación de equipos misioneros multiculturales y multidisciplinarios; la integración de la familia y la comunidad en el servicio misionero; la atención a las necesidades sociales y humanitarias de la gente; y la puesta del mensaje evangélico en el contexto de las cosmovisiones y valores de las culturas receptoras.
Un testimonio de la ventaja cultural de los misioneros latinoamericanos lo ofrece el pastor y misionero brasileño Ronaldo Lidório, que ha servido durante más de 20 años entre los pueblos indígenas de Brasil y África. Asegura que "los latinoamericanos tenemos una facilidad de adaptación muy grande porque somos un pueblo mestizo, que ha recibido influencias de muchas culturas. Tenemos muy buena capacidad para relacionarnos porque somos un pueblo alegre, festivo, al que le gusta la música, el baile y el deporte. Tenemos una sensibilidad social muy alta porque somos un pueblo que ha sufrido mucho, que ha pasado por muchas dificultades y que sabe lo que es la pobreza".
El movimiento misionero evangélico en América Latina está en auge, con un número creciente de creyentes -como Carlos y Ana- que sienten el llamado a llevar el Evangelio más allá de sus fronteras. A medida que este "gigante dormido" siga despertando, seguramente será posible ver un impacto aún mayor en las naciones del mundo en los próximos años.