
Cada septiembre se recuerda el mes de la Biblia, en conmemoración al 26 de septiembre de 1569, fecha en que se concluyó en Basilea, Suiza, la primera traducción completa de las Escrituras al castellano, obra del monje español Casiodoro de Reina, quien abrazó la fe protestante.
Por ello, cerca de 650 personas se congregaron frente a la Primera Iglesia Bautista de Turén (estado Portuguesa, Venezuela) para celebrar el Día de la Biblia. Fue una jornada de fe, música, dramatizaciones y reconocimiento público, organizada por la Fraternidad de Ministros Evangélicos de Turén (FRAMIE Turén).
El acto central fue el mensaje “La autoridad de las Escrituras”, pronunciado por el pastor César Mermejo, presidente del Consejo Evangélico de Venezuela (CEV). Su intervención no se limitó a una exhortación espiritual: planteó la centralidad de la Biblia como fundamento de creencias y prácticas, en el marco del “Movimiento Entendidos en los Tiempos”, cuyo objetivo N°2 promueve el estudio, la vivencia y difusión de las Sagradas Escrituras.
Desde los primeros acordes musicales, el ambiente se llenó de expectación. Familias, jóvenes y ancianos se entrelazaban en cantos y oraciones. No solo fue un acto religioso, sino un despliegue colectivo de identidad cristiana evangélica.
En el lugar, no faltaron danzas, representaciones escénicas y recursos audiovisuales para ilustrar pasajes bíblicos, en un intento por hacer la Palabra accesible a todos los sentidos.
La ceremonia tenía un lema cuidadosamente seleccionado: “Lámpara es a mis pies Tu Palabra”. Fue una imagen simbólica que resonó con los presentes. El anfitrión, el pastor Josmel Riera, dio la bienvenida oficial, mientras que la dirección logística corrió por cuenta de FRAMIE Turén, presidida por el pastor Edward Morles.
Al culminar la jornada, se entregó una placa de reconocimiento al pastor Mermejo “por su labor y valioso aporte a la iglesia de Cristo en Venezuela en su rol como Presidente del CEV”, en nombre de la fraternidad evangélica local.
Para muchos asistentes, esta celebración representó más que un acto anual: fue una reafirmación comunitaria de fe en tiempos de incertidumbre.
En un país marcado por tensiones políticas, económicas y sociales, esta ceremonia simboliza la fuerza de la narrativa religiosa para unir a creyentes bajo una misma causa: la difusión de la Biblia como guía espiritual y ética.
Desde la perspectiva del Consejo Evangélico de Venezuela, “alabamos al Señor por Su bendita Palabra y por la oportunidad que nos ofrece de seguir predicándola y difundiéndola en cada rincón de nuestra nación”, señalaron desde su página web.