Según el Pew Research Center (PRC), el 96 por ciento de los niños y adolescentes estadounidenses utilizan las redes sociales a diario y casi la mitad afirma que las utilizan “casi constantemente”. Si bien los expertos aún no confirman una correlación directa entre el uso de las redes sociales y la mala salud mental, cada vez hay más evidencia que sugiere una conexión con la ansiedad, la depresión y la soledad.
Algunos padres de niños que se han suicidado o han muerto por sobredosis o después de participar en un desafío en línea señalan a las redes sociales como la causa.
Algunas plataformas de redes sociales ya ofrecen opciones para desactivar contenido sensible, pero una propuesta de ley exigiría a las empresas tecnológicas que esas opciones sean predeterminadas en las cuentas de menores de edad, siempre y cuando sea aprobada en los Estados Unidos.
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El proyecto de ley, conocido como KOSA (siglas en inglés de Ley de Seguridad Infantil en Internet) fue aprobado por 91 votos a favor y 3 en contra en el Senado estadounidense. Ese mismo día, el Senado también aprobó la Ley de Protección de la Privacidad Infantil y Adolescente en Internet, que prohibiría a las empresas tecnológicas recopilar datos de usuarios menores de edad.
La ley KOSA exigiría a las empresas que hagan que cualquier contenido asociado con el acoso en línea, la venta ilegal de drogas o la explotación sexual, sea inaccesible en las cuentas de los niños. También prohibiría las funciones que fomenten “comportamientos similares a la adicción” y prácticas de marketing predatorias.
Según publicó Wired, los defensores de la medida, entre los que se incluye el Tech Oversight Project, una organización sin fines de lucro enfocada en la rendición de cuentas, consideraron el proyecto de ley como un paso significativo hacia la responsabilización de las empresas tecnológicas por la forma en que sus productos afectan a los niños.
“Demasiados jóvenes, padres y familias han experimentado las terribles consecuencias que se derivan de la codicia de las compañías de redes sociales”, comentó Sacha Haworth, directora ejecutiva del Tech Oversight Project, en un comunicado en junio. “La responsabilización que la KOSA brindaría a estas familias es algo que debió haberse hecho hace mucho tiempo”.
Otros, como la organización de derechos digitales sin fines de lucro Center for Technology and Democracy, aseveraron que, de promulgarse, la ley podría emplearse para impedir que los usuarios jóvenes accedan a información fundamental sobre temas como la salud sexual y las cuestiones LGBTQI+. Esto hizo que algunas organizaciones que suelen presionar para que Silicon Valley rinda cuentas se pusieran del lado de las empresas tecnológicas y sus grupos de presión para intentar acabar con el proyecto.
La problemática preocupa a padres y docentes. La vida en las redes sociales y fuera de ellas pareciera no tener límites para los nativos digitales según lo que dijo a Diario Cristiano, Flavio Calvo, doctor en psicología, docente, conferencista y autor, con una vasta experiencia en pastoral juvenil.
“¡Se matan!” —exclamó la Lic. Laura Stigliani— “lo que tendría que ser muy productivo, terminó siendo muy agresivo”.
“Hoy existe, para los adolescentes y los niños, una nueva socialización que pasa a través de las redes sociales, o mejor dicho de los medios sociales. Lo que para nosotros antes era común que hiciéramos en la vida normal (pongo el normal entre comillas) hoy los chicos lo hacen a través de las redes. Ya sea formar amistades, hacer deportes, jugar en línea, etc. Los seguidores en TikTok y en otros medios sociales tienen la misma importancia que los amigos. Entonces, para nosotros adultos existe una diferencia entre lo virtual y lo real, que para un adolescente y un niño no existe. Para ellos, lo virtual es real.”, indicó Calvo.
Para el educador Estuardo Salazar Gini, director Continental para Latinoamérica de Association of Christian Schools International (ACSI - Asociación Internacional de Escuelas Cristianas) el tema pasa como consecuencia de los aislamientos ocasionados por la pandemia del COVID 19. Salazar Gini también fue consultado por Diario Cristiano.
“El fenómeno de la adicción e influencia de redes sociales en la psiquis de los menores de edad de la manera en la que lo presenta el PRC a mi parecer debe ser estudiado en combinación con la experiencia de pandemia. Me refiero a los largos meses entre 2020 y 2021 donde se estuvo en cuarentena, con aislamientos forzados y las pantallas eran el único medio de contacto. Eso agudizó la dependencia que ya era enfermiza, pero que ahí se convirtió en una epidemia peor que cualquier virus. Los protegimos de uno para que adquirieran otro que está resultando tener un poder más destructivo y letal”, subrayó.
Diario Cristiano hizo una breve encuesta a padres y maestros, con tres preguntas. El 11,11% de los que respondieron dijeron que no hay problema entre las redes sociales y el desarrollo cognitivo de los adolescentes, Mientras que el 88,89% de los restantes admitió que sí encuentra una dificultad problemática para sus hijos interactuando en redes sociales.
En cuanto a la experiencia que viven en familia los testimonios son similares entre sí, quizás se puede resumir en una sola frase: “Distracción y falta de socialización persona a persona”. Aunque varios testimonios hablaron de poner límites en especial esperar a cierta edad para permitirles tener sus redes y que las manejen sin supervisión.
Laura Stigliani, licenciada en psicopedagogía, señaló a Diario Cristiano que “lo que tendría que ser muy productivo, terminó siendo muy agresivo”.
Para Salazar Gini “la generación de estudiantes post-pandemia pone a prueba toda la capacidad de los educadores para no solo recuperar lo que no se avanzó sino hacerlo bajo circunstancias mucho más complejas”.
“El impacto de este fenómeno en la experiencia educativa ha hecho el trabajo de los centros escolares aún más desafiante. La pandemia nos dejó con un rezago importante en los aprendizajes, a lo cual ahora se añade bregar con las patologías de pobre salud mental, insegura autoestima (por estar buscando constante validación) y haber adquirido una dieta de entretenimiento que hace más complicado el trabajo de profesores. La falta de enfoque ya no es un perfil exclusivo de aquellos que son diagnosticados con TDAH (trastorno del déficit de atención e hiperactividad)”, contó el director de ACSI.
“La verdad que lo conveniente es por encima de los 12 años no tengan celulares propios. Pero la realidad es que cada vez los niños tienen un celular desde más chicos. Entonces muchas veces no darle un celular a los 9, 10 años es dejarlo fuera de su socialización” —Flavio Calvo.
“¡Se matan!” —exclamó Stigliani hacia lo que suele convertirse en una batalla campal entre adolescentes. “El bullying que hay por Instagram es increíble, o por TikTok” dijo. Atribuyó como una adicción de la que no pueden salir por sí mismos, quizás por esa incapacidad de delimitar lo digital de lo analógico que mencionó antes el Dr. Calvo.
“También por estos videojuegos online que tienen una gran adicción. Los adolescentes no los pueden dejar. Estás en el aula, por ejemplo, y están jugando. No hay manera de que lo dejen, porque el tiempo del videojuego los apremia. Entonces no lo pueden dejar. Por ahí lo empezaron en el recreo y lo tienen que seguir porque si no pierden, y si pierden, pierden con otro y se pelean, se insultan y la violencia escala y se genera el bullying que te mencionaba antes”, sostuvo la psicopedagoga.
El Dr. Calvo concuerda con la mirada de Stigliani y dijo que a los adolescentes les "influye mucho —emocionalmente— las respuestas que vayan teniendo en redes. Por eso es que el ciberbullying y otras cuestiones crecieron muchísimo por su viralización. Por todo esto afectan y muy fuerte en lo emocional a los adolescentes que no pueden salir de lo digital. Un adolescente fuera de las redes o un niño fuera de las redes no tiene vida social”.
De la encuesta devienen declaraciones que afirman lo que evalúa Calvo. “Mis hijos no tienen cuentas en las redes sociales que ellos manejen. Esto no significa que no entren con el teléfono de otros y que se conecten a YouTube para todo, que es una red social también. Cuando pueden abren mi cuenta de Instagram y ven reels e historias a un nivel excesivo. Mi esposo les abrió un canal en YouTube donde ellos crean contenido en sus dispositivos móviles y que mi esposo sube y revisa. Esto ha creado definitivamente una obsesión en ellos en contar cada seguidor, cada ‘me gusta’, y cada comentario”, dijo una de las personas que respondieron a la encuesta.
En su recorrido profesional Stigliani se encuentra con alumnos que también están absorbidos por vicios como el juego on line, flagelo que Calvo menciona al mencionar que “no solo en medios sociales, sino también en juegos, en la PlayStation, y en ciertos juegos en línea. Porque, por ejemplo, los que hacen grooming se meten mucho más en juegos en línea que en redes sociales” son parte de una problemática entretejida y cada vez más pronunciada. Ambos hacen foco en la conectividad.
“Hay chicos de tercero o cuarto año, haciendo apuestas online. En estos casinos que no están, no son legales, están online pero no registran si es un menor quien está jugando o un adulto”, contó Stigliani quien a veces se encuentra en el aula con toda clase de situaciones ocasionadas por el uso del celular.
"Se necesita el poder del evangelio, el amor de Cristo y la sabiduría de Dios para rescatar a esta generación” —Estuardo Salazar Gini
Calvo plantea como tema a tratar, desde la sociedad, a qué edad se debería permitir el uso de los celulares por parte de los menores. “La verdad que lo conveniente es por encima de los 12 años no tengan celulares propios. Pero la realidad es que cada vez los niños tienen un celular desde más chicos. Entonces muchas veces no darle un celular a los 9, 10 años es dejarlo fuera de su socialización”.
Ante la pregunta de qué hacer, o cómo proceder para guiar y acompañar a los niños y adolescentes, el Dr. Calvo dijo que “el acompañamiento del adulto tiene que ser desde este lugar de descubrir juntos qué es lo que hace bien, qué es lo que conviene”. En ese sentido sostuvo que “esto se logra si se hace desde un principio. O sea, ya cuando un chico tiene 14, 15 años no vas a poder monitorear a quien tiene de amigo en Instagram o en TikTok. Ya ahí pasó el tiempo. Pero cuando empiecen a tener sus primeros celulares, hay que empezar a acompañar en ciertas cosas que son convenientes. Como por ejemplo, aceptar solo gente que se conoce, o cuidar qué tipo de conversaciones se tiene”.
Desde lo pragmático Stigliani contó que hay instituciones educativas que acordaron entre los docentes y los padres no permitir utilizar los teléfonos celulares en el aula. Y como regla incluyen el dejar los dispositivos en una caja o en un armario durante el tiempo que permanezcan en las aulas. “Lógicamente esta práctica genera displacer en los chicos, porque para ellos como para muchos adultos, todo tiene que ser contado o mostrado. Como aquello de que si no está en las redes no existe. Y así lo viven”, dijo. “Lo interesante es que terminan haciendo la actividad y después, a modo de premio, le devuelven el celular cuando terminan toda la actividad, y están todos felices”.
Desde lo parental algunos padres expresaron en la encuesta que lo importante es poder limitar el tiempo de uso de los dispositivos digitales: teléfonos móviles, dispositivos de video juegos, tabletas, etc. En pocas palabras y como uno de los padres expresó: “quitarles el chupete electrónico y ayudarlos a salir a patear la pelota, saltar la soga y andar en bicicleta con sus amistades”. También generar “mucho diálogo y enseñarles con el ejemplo que se puede desconectar hacer detox y que la vida real no se cae por esto [por desintoxicarse de lo digital]”, indicó otra persona encuestada.
Estuardo Salazar Gini dijo que “el perfil emocional y mental del estudiante del siglo XXI es algo para lo cual no estamos preparados. Las herramientas de la psicología, la sociología o la antropología no bastan para dar a este fenómeno un manejo eficaz. Se necesita el poder del evangelio, el amor de Cristo y la sabiduría de Dios para rescatar a esta generación”.