Trate de imaginar estas tres situaciones: un congreso sobre trabajadores donde todos los oradores son empresarios, un debate televisivo sobre el racismo donde todos —incluida la moderadora— son de piel blanca y, finalmente, una serie de videos sobre la mujer donde todos los presentadores son hombres. ¿No es cierto que nos parecen hoy irreales, arcaicas, más propias de mediados de siglo pasado que de éste?
Pero ¿y si le dijera que es algo que ocurre de manera generalizada en nuestras iglesias, en todo el mundo, en la gran mayoría de las denominaciones, cuando se trata de la relación entre líderes y liderados? ¿Acaso no es cierto que la abrumadora mayoría de las personas que hablan, escriben y graban audios y videos sobre la iglesia y otros ministerios cristianos son líderes? La misma proporción no varía cuando se trata de hablar de miembros comunes, los liderados. Estas cifras y proporciones revelan una falta de representación y, lo que es más importante, esto puede hablar de la salud y la fecundidad de la iglesia.
Aunque hay algunas iglesias verdaderamente dirigidas por la congregación, incluso denominaciones que pretenden ser congregacionales pueden estar dominadas por unos pocos líderes influyentes. Hay numerosas razones para este desequilibrio entre líderes y liderados, algunas razonables, otras no, pero voy a destacar algunas consecuencias de ofrecer una perspectiva predominantemente orientada a líderes. Considere estas cuestiones:
· Prioridades — ¿Los temas que se tratan desde el púlpito tienen que ver con la vida cotidiana de los miembros o se refieren más bien a los intereses y la formación de los líderes?
· Atención — Cuando ocurre algunos de los tantos escándalos morales de líderes, ¿quiénes reciben toda la atención y aun apoyo, y quiénes (o cuántos) de los afectados por estos líderes quedan relegados al anonimato, la impotencia y la decepción?
· Protección — Cuando un miembro común tiene un problema y deja la iglesia, ¿es probable que tenga la experiencia de que los líderes harán todo lo posible para intentar solucionar el problema y traerlo de vuelta?
· Identidad — Hay un mensaje implícito de que los líderes, los que aparecen, los que hablan, son de mayor valor que los demás. Recordemos que Pablo, en todas sus cartas excepto las personales (1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón) se dirigía a todos los miembros de las iglesias por igual. Por ejemplo: “Les escribo a todos los amados de Dios que están en Roma, que han sido llamados a ser su pueblo santo”, (Romanos 1:7) “a la iglesia de Dios que está en Corinto y a todos los creyentes en toda la región de Acaya”, (2 Corintios 1:1) “a los fieles creyentes en Cristo Jesús que están en Éfeso” (Efesios 1:1). Podemos encontrar saludos similares en las cartas de Santiago, Pedro, Juan y Judas.
Escuchar, considerar y ceder
En esta relación entre líderes y liderados, hay tres términos que pueden ser confundidos fácilmente:
· Escuchar – Significa simplemente tomarse el tiempo para saber lo que la otra persona piensa, necesita y lo que le preocupa.
· Considerar o tomar en cuenta – Este es un paso adicional. Implica tomar lo que dijo la persona, aceptarlo como válido y accionar en consecuencia.
· Ceder – Aquí es donde la opinión de una persona influye sobre la otra en una relación de forma tal que cede, o retiene su fuerza o poder.
Yo puedo estar en un puesto de decisión, escuchar a alguien y no tomar en cuenta lo que dice. En un segundo nivel, además de escucharla puedo considerar lo que dijo como valioso y digno de ser tomado en cuenta. El tercer nivel es cuando, tras considerar lo que la persona ha dicho, lo encuentro convincente y me influye para ceder, cambiar de opinión y/o alterar mis acciones.
Son tres cosas muy distintas. Si yo fuera un líder inseguro, podría temer que amenazaría mi autoridad si escuchara a alguien o tuviera en cuenta lo que dice. De ninguna forma podría ceder ante ellos y perder mi autoridad. Si este fuera el caso tendría un grave problema de identidad que afectará negativamente a toda la iglesia. Como ejemplo, en muchas iglesias que no aceptan que un papel de liderazgo es apropiado para las mujeres, “cortan por lo sano” y no dan siquiera un espacio para escucharlas y mucho menos para considerar si sus inquietudes son válidas. Temen que hacerlo significaría ceder en su principio sobre el liderazgo de la mujer y perder así su autoridad.
Una experiencia novelada
Dos años atrás reescribí y traduje una novela que había surgido diez años antes de un tiempo de crisis con relación a mi experiencia en diferentes iglesias evangélicas. “Pastor Pastor – Apacienta mis ovejas” busca ser una mirada compasiva y comprensiva de la división generalizada entre líderes y liderados con la esperanza de “reducir el número de desertores desencantados y recuperarlos plenamente para el Reino”, como dice la contratapa. Creo que una de las singularidades de este libro es que contrarresta la experiencia arcaica destacada anteriormente de la representación inadecuada. El libro no está escrito por los líderes, sino "desde abajo", por alguien que nunca ocupó un puesto de liderazgo en una iglesia pero que vio cómo las decisiones unilaterales de líderes afectaban a muchos feligreses.
Tal vez un extracto de uno de los capítulos que más resonará con los miembros comunes es el 11, titulado “La no iglesia”, donde un grupo de miembros comunes repasa una larga lista de personas y familias conocidas que han quedado lastimadas y han dejado iglesias por errores y maltrato de líderes de las iglesias. En un momento, durante un tiempo de tormenta de ideas, se produce el siguiente diálogo:
De pronto, se me ocurrió.
—¡Lo tengo!
Mariela y Mercedes me miraron.
—Perdón, las asusté. Pero creo que sé lo que tenemos que hacer. Y es algo que nunca se hizo antes. Algo original.
—¿Qué es? —dijo Mercedes.
—Un sindicato de miembros —dije, triunfal.
—¿Qué? —exclamó Mariela.
—El nombre es lo de menos, no se me ocurre algo mejor, pero lo que importa es el concepto. Fíjense que en todos estos casos que hemos estado viendo lo que faltó fue que alguien se encargara de defender los derechos de las personas comunes que habían tenido algún problema con la iglesia, con los líderes, con el pastor. Salvo en algunas iglesias que tienen este tipo de mecanismo, en la gran mayoría de las iglesias que yo conozco el miembro común, la persona que asiste, trabaja, contribuye, aporta, a la par o muchas veces más que los líderes, los pastores, no tiene ningún tipo de protección, ningún derecho.
¿Extrafalario? ¿Peligroso? ¿Subversivo? Tal vez, pero un diálogo similar puso en marcha un movimiento de cambio cuando nacieron los sindicatos, cuando los movimientos por el sufragio femenino conquistaron los derechos más básicos de las mujeres en la sociedad (como el derecho al voto), y cuando personas discriminadas por el color de su piel se organizaron para defenderse y exigir justicia en distintas partes del mundo.
Un ruego sincero
Hablo en nombre de los miembros comunes de iglesias, que constituyen la enorme mayoría del cuerpo de Cristo, cuando hago estos sentidos ruegos:
· La mayoría de nosotros no tenemos ningún interés en ocupar puestos y cargos en la iglesia, pero esto no significa que tengamos menos interés y compromiso de trabajar y ministrar para Jesús que los que los ocupan. No queremos que los líderes se sientan amenazados solo por escucharnos, pero queremos ser escuchados y que nuestras perspectivas sean consideradas.
· Necesitamos ver nuestros intereses e inquietudes reflejados en las decisiones que toman los líderes, y nos gustaría que más miembros comunes aparecieran hablando en la iglesia desde nuestra perspectiva.
· Nos preocupa la gran cantidad de miembros comunes que se fueron desilusionados de la iglesia por malas decisiones o conductas de líderes. Nos duele que no se les dio la oportunidad de expresarse y contribuir a solucionar problemas que nos afectan a todos. Nos gustaría ver en cada iglesia un equipo formado por líderes y liderados dedicado específicamente a tratar los problemas interpersonales —especialmente entre líderes y liderados—, un grupo encargado de hablar con miembros que expresan dolor, que están pensando en marcharse o que ya se han marchado, especialmente si se debe a problemas con los líderes de la iglesia.
Conclusión
Hoy parece una obviedad señalar que la perspectiva de cualquier institución, incluida la iglesia, es distinta según la posición de una persona dentro de la institución. Un pastor puede dar un mensaje inspirador y tener las mejores intenciones al tratar asuntos de los miembros comunes, pero el pastor no es un miembro común y tal vez nunca haya sido un miembro común de su iglesia. Se requiere de ambas visiones para tener el cuadro completo.
Así como hoy la participación de trabajadores, mujeres o personas discriminadas en sociedades libres es aceptado y promovido ampliamente hoy en contraste con lo que parecía normal cincuenta años atrás, sospecho (o anhelo) que pronto nos parecerá normal que los miembros comunes de una iglesia tengan plenos derecho a ser oído en todos los temas que los conciernen. Hagámoslo posible en 2024. No perdamos más tiempo. y nos sorprenderemos de cómo se manejaban estos temas en el año 2024. tiempo. Tenemos que trabajar juntos para tener una vida corporal más sana en la iglesia para que podamos ser una influencia más positiva en la sociedad.
Alejandro Field ha sido traductor/intérprete inglés-español en el Movimiento de Lausana desde el Congreso de Ciudad del Cabo de 2010. Tiene un MBA de UADE y estudios de posgrado en Sociología y Ciencias Políticas de FLACSO. Vive en Buenos Aires, Argentina, con su esposa Lily, y tiene tres hijos y cuatro nietos.
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