
En un momento en que las iglesias de todo el mundo lidian con la decreciente participación juvenil, un diverso grupo de líderes cristianos reunidos en la cumbre de liderazgo: “Arise Leadership Summit 2025” presentó un argumento convincente para repensar cómo la Iglesia se relaciona con la Generación Z, el grupo demográfico actual más conectado digitalmente y con mayor búsqueda espiritual.
En un panel de discusión de amplio alcance celebrado durante el encuentro de cuatro días en Indonesia, participantes de diversos contextos compartieron historias, estrategias y reflexiones sobre el tema de "comprender, discipular y movilizar a la Gen Z para la misión". Los oradores enfatizaron que el discipulado efectivo hoy en día requiere no solo un cambio en el lenguaje y la estrategia, sino también un cambio de postura: una que vea a los jóvenes no como receptores pasivos de la enseñanza, sino como capaces colaboradores en la iglesia global.
La conversación se basó en un discurso principal ofrecido más temprano ese día que caracterizó a la Gen Z como excepcionalmente posicionada para liderar en un mundo post-pandémico que cambia rápidamente.
De nativos digitales a catalizadores de la misión
Una líder juvenil describió a la Gen Z como una generación que debe ser entendida como "proporcional a su capacidad, no a su edad". En lugar de esperar a que los jóvenes alcancen una cierta edad para confiarles responsabilidades, la Iglesia debe reconocer y empoderar sus capacidades actuales.
Ella ilustró este punto con el ejemplo de su sobrino de 15 años, quien organizó y dirigió de forma independiente sesiones de tutoría en línea para estudiantes que se preparaban para los exámenes nacionales, diseñando volantes, gestionando enlaces de Zoom y programando sesiones por su cuenta. "Si estamos esperando que cumplan 25 o 35 años para decir: 'Oh, es ahora cuando deberían estar haciendo estas cosas', lo hemos entendido todo mal", dijo.
Los panelistas coincidieron en que esta generación vive en dos realidades simultáneas, la física y la digital, y ambas deben ser reconocidas y abordadas. En lugar de descartar las redes sociales y la cultura en línea como distracciones o amenazas espirituales, las iglesias deberían tratar el espacio digital como un dominio válido para la misión y la mentoría.
"A veces somos muy despectivos con el mundo digital", señaló un orador. "Pero debemos recordar y también reconocer el espacio digital y relacionarnos con ellos también en el espacio digital".
Moldeados por el sufrimiento, fortalecidos por la fe
Panelistas de regiones que enfrentan restricciones sociales o religiosas añadieron otra capa a la conversación, explicando cómo la Gen Z en comunidades minoritarias o perseguidas a menudo porta identidades complejas marcadas por el miedo, la resiliencia y el anhelo espiritual.
Un orador recordó haber ocultado parte de su nombre cristiano durante la universidad por temor a ser blanco de ataques. "La persecución es una bendición. Ayuda a edificar la fe. Pero si no están realmente arraigados bíblicamente, están sufriendo", dijo.
Subrayó que el discipulado en estos entornos requiere una profunda intencionalidad: "¿Necesitamos pensar realmente en ellos: cómo los estamos guiando, cómo los estamos discipulando?"
Incomprendidos y malinterpretados
Varios líderes rebatieron los estereotipos comunes sobre la Gen Z, como la apatía, la deslealtad o la resistencia al compromiso. "Quieren autenticidad", dijo un panelista. "Muchos son apasionados por Jesús, pero desconfían de la religión basada en el desempeño o, tristemente, de la política eclesiástica. La Gen Z es alérgica al liderazgo inauténtico".
Añadió que, aunque la Gen Z pueda parecer escéptica de la fe institucional, sienten una intensa curiosidad por Jesús, la justicia y cómo la fe se cruza con las fracturas del mundo.
Esta generación, observó otro orador, está menos impresionada por los títulos y la autoridad que por la vulnerabilidad y la integridad: "Cuestionan la autoridad, pero no por desafío. A menudo es por un deseo de integridad y claridad".
Mentoría, no gestión
Un tema principal que resonó en todo el panel fue la importancia de caminar con la Gen Z en un discipulado mutuo. "La mentoría y el discipulado no son una crianza", enfatizó un panelista. "Es un esfuerzo duradero hasta tu último aliento".
Este cambio de postura requiere que los adultos sean intencionales al entrar en el mundo de los jóvenes: comprendiendo su lenguaje, navegando por sus plataformas y estando disponibles para caminar junto a ellos tanto en el éxito como en el fracaso.
Un panelista describió el enfoque de su ministerio como la oferta de "múltiples anclas", un modelo de mentoría por capas que apoya la guía espiritual, el desarrollo del liderazgo y la salud emocional. "No importa si eres joven", dijo. "Siempre hay espacio para fracasar. Se te dará una plataforma, una oportunidad para servir".
Varios oradores también describieron la creación de "espacios seguros" donde los jóvenes pueden hacer preguntas difíciles sin temor a ser juzgados o avergonzados.
De la plataforma a la participación
Los oradores enfatizaron repetidamente que la Gen Z no solo quiere ser inspirada, quiere participar. Un líder instó a las iglesias a pasar de "entrenar a la Gen Z para nuestros ministerios" a "crear espacio para que la Gen Z lidere los suyos".
Esto incluye confiar a los jóvenes responsabilidades desde el principio y equiparlos con herramientas para discernir su llamado. Un panelista destacó el impacto de invitar a un adolescente a dirigir un devocional en un evento nacional: "Estaba muy nervioso por subir al escenario y compartirlo, pero fue tan impactante... todos nosotros quedamos asombrados".
Otros compartieron ejemplos de líderes jóvenes creando nuevas formas de ministerio, desde organizar reuniones evangelísticas en parques públicos hasta lanzar proyectos de medios digitales que comunican el evangelio de maneras culturalmente relevantes. Lo que necesitan, subrayaron los panelistas, no es más instrucción, sino apoyo.
"Muchos jóvenes tienen ideas", compartió un panelista. "Pero sienten que no hay muchos adultos que realmente los apoyen".
Cerrando la brecha generacional
Varios panelistas reconocieron que fomentar la colaboración entre generaciones no siempre es fácil. La mala comunicación, las expectativas no expresadas y las jerarquías culturales pueden causar frustración. En muchas sociedades, se espera que los líderes más jóvenes se conformen a la autoridad tradicional sin cuestionar, y cuando no lo hacen, corren el riesgo de ser excluidos.
Un orador advirtió que la Gen Z se desconectará silenciosamente en lugar de enfrentar el conflicto. "Los Gen Z tienden a evitar el conflicto. Si sienten que no son escuchados, simplemente se irán", dijo. Por lo tanto, es importante crear un espacio donde su voz sea escuchada.
El panel concluyó que la verdadera colaboración intergeneracional implica más que gestos simbólicos. Requiere compartir el liderazgo, co-crear modelos de ministerio y construir una cultura de respeto mutuo y visión compartida.
"No se trata de traspasar la responsabilidad o de aferrarse al control, sino de colaborar con humildad", dijo un panelista.
Ofreciendo un lugar en la mesa
Uno de los mensajes finales del panel fue un llamado a dar a la Gen Z un asiento literal y metafórico en la mesa, no después de que se hayan probado a sí mismos, sino ahora.
"Para cuando les damos una voz, ya no son líderes jóvenes. Hay espacio para todos, así que creen espacio ahora", dijo un líder.
El panel concluyó con una convicción compartida: la Gen Z ya está sirviendo, ya está liderando, ya está haciendo preguntas difíciles sobre Jesús, la justicia y la misión. Lo que necesitan es acompañamiento.
Artículo publicado originalmente en Christian Daily International, versión en inglés de Diario Cristiano Internacional.