Oramos específicamente por ISRAEL, porque así nos pide el Señor

Jerusalen
 Imagen de Pixabay

Me crié en la Iglesia cantando: “TIERRA BENDITA Y DIVINA ES LA DE PALESTINA DONDE NACIÓ JESÚS”.

Ese pequeño territorio negro del mapa, del tamaño de la provincia de Tucumán, es Israel. La mayor parte de su territorio es desértico.

Hacia el oeste limita con el Mar Mediterráneo.  Hacia el norte, sur y este, está rodeado de naciones enemigas.

Vivir en Israel es como vivir en una isla, solo se sale en barco o avión.  Todas las rutas terminan en naciones hostiles

Vivir allí es vivir en constante riesgo de ser atacados por los diversos grupos extremistas islamistas (cuyo objetivo declarado es hacer desaparecer a Israel)

Ellos nunca quisieron, ni aceptan, el plan de la ONU (un territorio y dos Estados).  Solo quieren echar al mar a Israel.

Oramos por todo el mundo, especialmente por donde hay confrontaciones armadas.

Pero muy especialmente oramos por ISRAEL, el pueblo escogido por Dios, no por ser el mejor sino por la soberana voluntad del Señor.

Oramos específicamente por ISRAEL, porque así nos pide el Señor.

Si alguno ve errores políticos que le lleva a la conclusión de no orar por el Pueblo de Dios, tampoco ore por Argentina, pues tenemos los mismos o más errores que ellos

Tampoco ore por su familia, ni matrimonio, va a descubrir muchas faltas y errores.

Oramos en obediencia.

Oramos por amor a su pueblo.

Oramos porque son nuestras raíces y el tronco donde la Iglesia está injertada.

Oramos porque allí nació Jesús, desarrolló su ministerio, murió y resucitó. Allí se escribió nuestra Biblia y allí nació la Iglesia en Pentecostés.

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