
En el estado mexicano de Nuevo León, la diputada local, Paola Linares, del partido Movimiento Ciudadano, presentó una iniciativa en el Congreso de esa entidad para prohibir que menores de edad puedan someterse a ser tatuados en sus cuerpos, recibir micropigmentaciones o perforaciones corporales, incluso con la autorización de sus padres o tutores.
La reforma busca eliminar cualquier excepción, estableciendo una prohibición total para menores de edad, pues en la actualidad la legislación permite que un menor pueda realizarse estos procedimientos si va acompañado de un adulto con un documento firmado.
Esta propuesta contempla modificar la Ley Estatal de Salud y la Ley de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, con el objetivo de proteger la salud de los menores, para establecer un control sanitario más estricto de los establecimientos que ofrecen este tipo de servicios.
Linares mencionó que esta iniciativa pretende garantizar el derecho a la salud de los niños para asumir un papel más activo en las modificaciones corporales permanentes o de alto riesgo en personas que aún no han alcanzado la mayoría de edad.
La iniciativa será analizada en comisiones antes de someterse a votación en el Pleno del Congreso local. Si llega a aprobarse, se establecería un importante precedente en la regulación sanitaria de procedimientos estéticos y de modificación corporal.
Sin embargo, la iniciativa ha causado reacciones en sectores de la sociedad, incluso en el cristiano, pues algunos pastores han manifestado su sentir.

Para el pastor Rigoberto Castro Miranda, quien es parte del equipo pastoral de la congregación Ciudad de Refugio en Monterrey, se debe de analizar el contexto cultural y familiar de cada persona.
“Debido al ministerio he tenido la oportunidad de convivir con cientos de jóvenes, tanto de la iglesia como fuera de ella. Mi consejo es que no lo hagan, pero si ellos llegan con un tatuaje nuevo, definitivamente no los condenaría”, apuntó Castro.
En la óptica del pastor, cuando son adolescentes, los jóvenes atraviesan una etapa donde deben conocer los límites por parte de sus padres y al llegar a la mayoría de edad, afrontar las consecuencias de sus decisiones.
“Mi consejo a los padres de adolescentes que quieren hacerse un tatuaje es que pregunten cuál es el motivo que los lleva a querer hacerlo, muy seguramente encontrarán razones de autoestima, seguridad y aceptación, las cuales pueden ser atendidas sin necesidad de modificar su cuerpo”, subrayó Castro.
El pastor destacó además que una respuesta ideal cuando un hijo pide un tatuaje es: “vamos a informarnos primero y hablar de ello”.
La popularidad de los tatuajes ha aumentado vertiginosamente en las últimas décadas. Los expertos en salud coinciden que la tinta de los tatuajes suele contener sustancias químicas cancerígenas, como hidrocarburos aromáticos y metales.
Con base en estudios del Consejo Sueco de Investigación sobre Salud, la exposición a tatuajes se asocia con un mayor riesgo de linfoma maligno, un tipo de cáncer que se origina en el sistema linfático, una parte importante del sistema inmunitario del cuerpo.
También existen riesgos que incluyen infecciones, reacciones alérgicas, problemas de cicatrización y complicaciones psicológicas como baja autoestima o un arrepentimiento a futuro.
Para el médico familiar David Morales Sainz, las implicaciones que pueden desencadenarse al tatuarse el cuerpo de un menor son de riego considerable.
“Tanto los tajuajes como los piercings si no se realizan en condiciones higiénicas adecuadas al utilizarse agujas contaminadas pueden llevar a infecciones bacterianas severas de tipo viral (como hepatitis B y C) o incluso VIH”, señaló Morales.
El médico mencionó que tanto la tinta de los tatuajes y los materiales de los piercings pueden causar reacciones alérgicas en algunas personas.
“Mi consejo a los padres de adolescentes que quieren hacerse un tatuaje es que pregunten cuál es el motivo que los lleva a querer hacerlo, muy seguramente encontrarán razones de autoestima, seguridad y aceptación" - pastor Rigoberto Castro Miranda
“Los piercings en la lengua pueden dañar los dientes, y algunos de ellos pueden causar problemas con el tiempo, como infecciones recurrentes o irritación crónica”, indicó Morales.
Desde el punto de vista del psicólogo Raúl Andrade Covarrubias, los adolescentes son demasiado impulsivos y eso a la larga les trae consecuencias.
“El mayor miedo de las familias es cuando los jovencitos quieren hacerse el tatuaje por enamoramiento, el problema viene después, cuando cortan la relación y ya no saben qué hacer con la imagen o el texto que traen encima”, apuntó Andrade.
El psicólogo enfatizó que los jóvenes en su desarrollo intentan “encontrarse” y en ese periodo de sus vidas manifiestan la búsqueda de la identidad propia que en ocasiones viene acompañada de cambios bruscos y el deseo de conocimiento del mundo y búsqueda de nuevas experiencias.
Otro de los factores que el especialista en salud mental reconoce que se presenta durante el crecimiento, es querer tatuarse para imitar a famosos o deportistas.
“El obsesionarse en parecerse al artista o al futbolista de moda, por la continua exposición a los medios de comunicación, sin duda ha ocasionado que los jóvenes los tomen como un ejemplo a seguir en todos los sentidos, lo cual en ocasiones no siempre es positivo”, señaló Andrade.
Según cifras del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación de México, una de cada 10 personas en el país tiene un tatuaje. Es decir, unos 12 millones de mexicanos están tatuados. Eso coloca al país como el número uno en América Latina en esa práctica y su inherente gasto.