Somos varios amigos los que tenemos el llamado de Dios a estar en la política partidaria. Nos esforzamos para nadar entre tiburones, resistir las tentaciones del poder y también, hay que decirlo, esquivar las piedras que algunos hermanos nos tiran. En fin.
No voy a tocar el tema ideológico, sigo pensando que cada uno entiende que el lugar dónde está es dónde Dios le ha indicado. Fin.
Sin embargo, milites donde milites, los cristianos tenemos la enorme bendición que nada menos el Espíritu Santo es nuestro guía de la vida, o sea, nuestro principal referente político en el cual basarnos para cumplir un rol relevante en la gestión.
Repito lo que todos sabemos: Jesús dijo que el Espíritu Santo nos iba a enseñar todas las cosas. Y la acción política partidaria está incluida dentro de ese “todo”. Crear acciones políticas que honren a Dios y beneficien a la ciudadanía es una forma de extender el Reino de Dios en la tierra.
Por lo tanto, es el Espíritu de Dios quien va a enseñar y revelar las acciones políticas que provocaran redención y transformación de la calidad de vida a las personas.
Siempre, pero siempre para Dios lo más importante son las personas. O sea que cada directiva política que El impulse sin lugar a dudas tendrá que ver con que las personas se reencuentren con la dignidad y valor que Él les ha dado como creación.
Dios mira dos veces al pobre, al huérfano y a la viuda. Sabe que sufren por culpa de sistemas económicos injustos. Acciones que abran puertas al trabajo digno y a oportunidades para todos contarán con la bendición divina.
Dios ama el derecho, no hay injusticia en El. Dios desprecia el cohecho y aborrece a los que por medio del poder maltratan. Actores cristianos que encarnen la sed de justicia podrían alterar el ciclo de injusticias crónico de nuestro sistema judicial. Sin dudas.
La educación de calidad al alcance de todos es una bendición. Mentes abiertas por medio del estudio para explorar, descubrir e inventar desde la maravilla de la creación de Dios, traen a la civilización adelantos científicos y progresos maravillosos. Se reproduce en ellos la capacidad creadora de Dios. Maravilloso.
Así en cada área del accionar político.
Lo que intento compartir es la visión de que el Espíritu Santo puede ser el mayor y perfecto gestor de políticas públicas que pueden transformar una nación y hacerla verdaderamente grande. Dios ha decidido manifestarse, darse a conocer por medio de sus hijos. En relación a nuestro campo de acción, no es delirio que Dios en nosotros puede ser el mejor ministro, concejal, gobernador, asesor, juez, policía, militar, maestro, y por qué no, el mejor presidente de la Nación… (repito, ¿por qué no?).
Termino diciendo que se comienza orando todos los días. Declarando nuestra infinita dependencia de Él. Necesitamos su revelación, para ver lo que la política necesita ver. Necesitamos su empatía, para entender el sufrimiento de los desposeídos. Su justicia para querer ser su mano para enderezar lo torcido. Su paciencia para poder enfrentar a los adversarios. Su Palabra tiene todo lo que necesitamos saber.
Pero, por sobre todo, en esta época de mediocres con poder, necesitamos su valentía y sentido de relevancia para no perder la oportunidad.
Si estoy en política, es para hacer lo que Él quiere, si no estoy dispuesto, mejor me pongo un kiosco.