El 31 de octubre de 1517, el monje agustino Martín Lutero presuntamente clavó 95 tesis en la iglesia de Wittenberg, Alemania. Estas propuestas buscaban debatir la doctrina y práctica de las indulgencias. La Reforma resultante generó una ruptura con Roma en varios reinos de Europa Central, que adoptaron creencias luteranas y reformadas bajo la denominación de "protestantismo". Este evento democratizó la historia de la iglesia católica y dio origen a una nueva visión, heredada hoy por la iglesia evangélica.
Lutero expuso dramáticamente la necesidad de reformas en la iglesia de su época. Aunque no buscaba romper con la institución, el proceso derivó en su excomunión. La Reforma, al desafiar el sistema eclesial autoritario del siglo XVI, estableció nuevas propuestas teológicas. Estas incluían: "Solo Jesucristo", "Solo la Escritura", "Solo la Gracia y la fe", "Solo a Dios la gloria" y el "sacerdocio universal de los creyentes", conocidas como las cinco solas.
En conversación con Diario Cristiano, varios referentes eclesiales compartieron cómo ven este día tan significativo para algunos, aunque desconocido para otros.
Esteban Fernández, pastor de la Comunidad Cristiana Global y fundador del Ministerio Nuestra Fortaleza, considera que el 31 de octubre de 1517 "fue un día de luz para la humanidad". Explicó que este día devolvió a la Palabra su centralidad en la relación con Dios y con Cristo, algo que se había perdido por años.
“Porque se pudo exponer a la Palabra como centro de toda relación, de toda religión y de toda comunión con Cristo y con Dios Padre. Un día de luz porque devolvió a la Palabra al centro de la escena que se había estado perdiendo durante muchísimos años”, explicó Fernández.
Viviana Barrón de Olivares, rectora del Seminario Internacional Teológico Bautista en Argentina, opina que el acto de Lutero al colgar las 95 tesis fue un momento poderoso para los creyentes. Para ella, "es un ejercicio muy sano, cuando las personas podemos cuestionar a nuestras instituciones" y revisar si estas prácticas reflejan el mensaje del Evangelio. Lutero, a su juicio, planteó una crítica constructiva y profunda.
Fernández, exdirectivo de la Sociedad Bíblica Internacional (Bíblica), explicó cómo la institucionalización del cristianismo desde el Imperio Romano hizo que la Palabra de Dios quedara en manos de unos pocos. " Lutero se atrevió a hacer frente a eso", dijo Fernández, y aunque la Reforma fue “un día de luz” para la humanidad, también representó "un día de sombra para la iglesia" al no aprovecharse la oportunidad de unir los ideales comunes.
“Un día de sombra porque ante esa luz inobjetable que era volver a la Palabra, no plantear una teoría que extrapolara conceptos filosóficos ni otras cosas sino poner la Palabra al centro”, dice Fernández. “Se produjo uno de los grandes cismas de la iglesia, el segundo cisma grande de la iglesia y nos perdimos la oportunidad de afianzarnos en las cosas que nos unían y decidimos estar expulsados digamos o apartados como se nos dijo por mucho tiempo, los hermanos apartados”.
Para Barrón, uno de los mayores logros de la Reforma fue permitir que los creyentes accedieran a Dios sin la mediación de un sacerdote. La Reforma también impulsó la alfabetización para que las personas pudieran leer la Biblia y conocer a Dios directamente. Según ella, "la evangelización es una responsabilidad de todos nosotros, no solo del clero".
“Lo más fuerte que hace la Reforma es plantear un acceso directo del creyente a Dios sin el sacerdote mediando” explica. “Entonces se da un cambio rotundo. No sólo de acceso al conocimiento, porque también la Reforma está muy ligada al proceso de alfabetización”. Barrón recuerda que “los primeros procesos de alfabetización masiva son de las iglesias protestantes que querían que la gente pueda leer la Biblia. Y de hecho los primeros métodos de alfabetización masiva fueron con la Biblia”.
Fausto Liriano, biblista y asesor de traducciones de la Sociedad Bíblica Unida, considera el 31 de octubre de 1517 como un momento histórico clave, especialmente para la iglesia protestante. Sin embargo, cree que "celebrar sin evaluar lo que aún debe reformarse" sería una falta de respeto al espíritu de la Reforma. Para Liriano, el ideal de cambio ya no tiene el mismo peso.
“Si me permites ser totalmente honesto, el 31 de octubre de 2024 para mí no significa nada” confiesa Liriano. “Creo firmemente que ya es tiempo de reformar, y esa conexión nostálgica con un evento que afectó un momento histórico y un contexto muy específicos, ya nos supera”.
Barrón también destacó la importancia de recordar el 31 de octubre para reconocer los procesos históricos que han moldeado la fe protestante. “Parte de nuestra identidad como creyentes evangélicos está en ese origen”, afirmó, aludiendo al legado de la Reforma y sus aportes a la teología y la misión de la iglesia.
Fernández, por su parte, plantea que hoy "seguimos quitándole el valor central de la Palabra”. Mientras la Biblia permanezca relegada, ¿Cómo nos vamos a enterar del plan de Dios si nos vamos apartando de la Biblia? Imposible”, sentenció.
Al discurrir en el tema pareciera que podría haber controversias y también coincidencias entre los tres entrevistados.
Todos coinciden en valorar el espíritu reformador, aunque con matices. Barrón cree que “el espíritu de la Reforma” surge de un compromiso ético profundo con el mensaje de la Biblia. Liriano, sin embargo, duda de que hoy exista la voluntad de realizar un cambio radical. A su juicio, se necesitan personas dispuestas a cuestionar el sistema tal como lo hizo Lutero. Finalmente, Fernández insiste en que, mientras la Biblia y Jesús no vuelvan a ser el centro, la Iglesia "seguirá atada a sus propias indulgencias".
Con la reflexión de cada entrevistado, queda claro que el espíritu de la Reforma aún plantea preguntas para la fe cristiana actual.