
En su más reciente prédica a su congregación hispana, el pastor Danilo Montero, de la reconocida Lakewood Church en Texas, profundizó sobre el impacto de la "herida del rechazo" y el abandono en la vida de las personas. Durante su mensaje, Montero exploró las consecuencias de estas dolorosas experiencias, que a menudo llevan a los individuos a construir barreras emocionales y a desarrollar mecanismos de defensa, paradójicamente anhelando conexión mientras la evitan.
El pastor compartió aspectos de su vivencia personal, mencionando cómo el rechazo paterno en su propia vida sembró sentimientos de inseguridad y culpa, ilustrando el profundo arraigo que estas heridas pueden tener. Esta vulnerabilidad, explicó, no es un caso aislado, sino una experiencia común que puede moldear significativamente la percepción del yo y de las relaciones interpersonales.
Desde una perspectiva bíblica, Montero señaló que la raíz espiritual primordial de esta sensación de rechazo se vincula con el distanciamiento de la humanidad con Dios. Este alejamiento, según el pastor, conduce a una soledad existencial y a una mayor propensión a experimentar y sentirse rechazado en diversas esferas de la vida.
No obstante, el mensaje central de Montero se enfocó en la esperanza y la sanidad. Afirmó que la solución a la profunda herida del rechazo se encuentra en la cercanía y presencia de Dios, manifestada a través de Jesucristo. Hizo hincapié en el significado del nombre Emanuel, "Dios con nosotros", para subrayar que la divinidad se hizo presente en la experiencia humana, compartiendo sus vicisitudes y ofreciendo un amor incondicional capaz de restaurar las fracturas emocionales causadas por el rechazo.
Más allá de la reflexión teológica, el pastor Danilo Montero extendió una invitación práctica a su audiencia: convertirse en agentes de sanación en sus propios círculos. Instó a los espectadores a "hacerse presentes" de manera activa y significativa en la vida de sus seres queridos. Este "estar presente" implica romper el ciclo del rechazo mediante la atención genuina, la escucha activa y el interés verdadero por el otro.
Finalmente, Montero animó a vivir y disfrutar el momento presente, una exhortación a dejar de lado las distracciones cotidianas y a valorar las conexiones personales y los instantes significativos de la vida. El mensaje concluyó con una oración, invitando a aquellos que no lo hubieran hecho a entregar su vida a Jesucristo como camino hacia la plenitud y la superación del rechazo.