
El pasado viernes 5 de diciembre, Caracas recibió a coordinadores de todo el país en la Cumbre Anual de la Fundación Marcha para Jesús, una instancia clave para evaluar el trabajo del año y proyectar el camino hacia 2026. Bajo el lema “Venezuela, Tierra de Gracia”, la reunión marcó un nuevo capítulo en la consolidación de este movimiento como una de las expresiones públicas de fe más significativas de la nación.
La Cumbre reunió a líderes regionales que compartieron informes, experiencias y metas comunes, poniendo en primer plano el deseo de preservar la identidad espiritual del evento y fortalecer su alcance en todos los estados. La Fundación Marcha para Jesús, presidida por el pastor Hugo Díaz e integrante pleno del Consejo Evangélico de Venezuela (CEV), destacó el avance sostenido de la movilización y su creciente visibilidad en la vida pública venezolana.
En este contexto, el pastor José Piñero, director ejecutivo del CEV, tuvo una participación central. Piñero felicitó a los equipos de cada región por el impacto logrado y subrayó que el reconocimiento estatal alcanzado por la Marcha no supone ningún tipo de afiliación política. Señaló que responde, más bien, a la profunda huella cultural que el movimiento evangélico ha dejado en la sociedad.
Piñero recordó además que, según Latinobarómetro 2023 (encuestadora continental no religiosa), el 34% de la población venezolana se identifica como evangélica, un dato que refleja el crecimiento del sector y el compromiso constante de las iglesias con la proclamación del Evangelio y la acción solidaria en zonas vulnerables.
El líder del CEV enfatizó también que la Marcha para Jesús forma parte de un movimiento regional en defensa de la libertad religiosa, del evangelismo y de la expresión pública de la fe. Hizo un llamado a resguardar la esencia espiritual del evento y a evitar que intereses ajenos al propósito de exaltar el nombre de Jesucristo desvíen su significado original.
La celebración de esta Cumbre adquirió especial relevancia tras la controversia registrada a comienzos de año, cuando la oficialización gubernamental de la Marcha como “Patrimonio Inmaterial y Espiritual” generó divisiones dentro del propio ámbito evangélico.
El cambio de fecha decretado por el Ejecutivo —del tradicional 12 de octubre al primer sábado de agosto— y la vinculación con programas sociales impulsaron críticas de diversos sectores que alertaron sobre un posible uso político del evento.
Entre los cuestionamientos más resonantes estuvo el del fundador de la Marcha, Aristóteles López, actualmente en el exilio, quien advirtió sobre el riesgo de instrumentalizar una movilización religiosa que nació con un propósito netamente espiritual.
Estas tensiones siguen presentes en el debate interno, pero la Cumbre del 5 de diciembre buscó marcar una línea clara: "la Marcha para Jesús pertenece a la comunidad de fe y responde a una misión espiritual que no debe diluirse".
Con este mensaje, los líderes cerraron la jornada con una visión compartida de unidad, fe y esperanza, proyectando nuevas acciones para el año próximo y reafirmando que Venezuela continúa siendo, para millones de creyentes, una tierra de gracia.





