El viaje de Jackie Darby comenzó en las circunstancias más desgarradoras imaginables: recién nacida fue abandonada en un basurero de Seúl, y quedó a merced de los elementos y los animales.
Pero un giro del destino, la fidelidad de Dios y la bondad de una enfermera misionera cambiaron su historia. Finalmente, fue adoptada por una cariñosa familia de Estados Unidos.
"Fui una bebé abandonada a la que dejaron morir en un basurero de Seúl, Corea, cuando era una recién nacida, hasta el punto de que las ratas se comían mi cuerpecito desnudo", dijo Darby a The Christian Post. "Pero el Señor envió a una enfermera misionera que me encontró, me rescató y me llevó a un orfanato local dirigido por estadounidenses... y allí comencé mi nueva vida". Al otro lado del mundo había una pareja con cinco hijos biológicos propios, y Dios estaba tocando sus corazones para hacer algo más."
Aunque en un entorno seguro y estable, la infancia de Darby no fue precisamente fácil. A pesar del amor y los cuidados de sus padres adoptivos, los retos para encajar y comprender su propia historia fueron importantes. Al crecer en una comunidad rural predominantemente blanca a las afueras de Chicago, su experiencia estuvo marcada por sentimientos de alienación y luchas con la identidad.
"Siempre tuve la sensación de ser la única niña étnica que crecía allí", recuerda.
Un momento crucial en la vida de Darby se produjo a los 22 años, cuando una conversación íntima con Dios durante un vuelo la orientó y le dio un propósito. Esto marcó el comienzo de una relación transformadora con su fe, que la condujo a un profundo sentido de identidad por primera vez en su vida.
"Estaba mirando por la ventanilla y me dije: 'Dios, si eres el Dios del que he oído hablar toda mi infancia, toda mi vida hasta este momento, tienes que venir a mi vida y hacerte real, haré lo que quieras. Hazte cargo de mi vida, por favor", recuerda. "Sentía que, en ese momento, había tomado algunas decisiones bastante malas. Estaba luchando de verdad con mi valía, mi identidad, con quién era y por qué estaba en este mundo. Siempre me sentí como una basura. Siempre me decía que no debería estar aquí. Debería haber muerto. Me habían desechado.
Pero en ese momento supe que Dios es fiel y escuchó mis oraciones. Entró en mi corazón y en mi vida. Él tomó el control. Yo sólo tenía que escuchar y hacer lo que Él me pedía. Ese fue el comienzo de mi viaje, de mi relación con el Señor, y cuando mi vida empezó a transformarse de verdad, pero ha sido un proceso".
Fue su propia experiencia y su deseo de ayudar a los que luchan con su identidad lo que la impulsó a escribir el libro bilingüe para niños ¿De quién soy? La verdad sobre tu valor e identidad en Cristo. El libro, coescrito con Aixa de López, "comparte experiencias vitales reales sobre la adopción, la redención y la búsqueda de nuestra verdadera identidad en Cristo, a la vez que ofrece oportunidades para plantear preguntas y entablar conversaciones que a menudo son difíciles de abordar para las familias."
La idea de escribir un libro infantil se le ocurrió en un sueño hace casi 30 años, pero no fue hasta hace poco que Darby, ahora esposa y madre, decidió llevarla a cabo.
"Dios estaba poniendo en mi corazón la idea de compartir mi historia para que otras personas como yo pudieran entender que la sanidad es un proceso y que pudieran tener a alguien con quien identificarse", explica Darby. "Mi esposo, de vez en cuando, sacaba el tema del libro y decía: '¿Qué pasa con el libro? ¿Cómo vas a saber si es un sueño de Dios si no pones tu fe en acción?".
Hoy en día, Darby atiende a adultos adoptados de toda Latinoamérica en un grupo de apoyo de la Alianza Cristiana para los Huérfanos (ACH). A lo largo de los años, cuando ha compartido su historia públicamente, Darby dice haber escuchado a innumerables personas que, como ella, han luchado con su identidad y sus sentimientos de abandono. Su consejo es siempre el mismo: buscar una relación con Dios, pues sólo Él puede llenar el vacío de la incertidumbre y proporcionar paz.
"Mi consejo sería que llamaran a Dios, que entablaran una relación con el Señor como Padre celestial. Dios no hace acepción de personas; lo que hizo en mi mente y mi corazón, puede y quiere hacerlo en la vida de cada niño, cada adolescente o cada adulto".
Para los padres adoptivos y las familias de acogida, Darby dice que cree firmemente en el poder de la comunicación honesta y adecuada a la edad. La verdad, incluso cuando es dolorosa, es crucial para la sanidad y el crecimiento, dijo.
"Sin importar la edad a la que empiecen a hacerte preguntas, diles siempre la verdad", dijo. "Todos los niños merecen conocer su historia y la verdad que hay detrás".
Con el tiempo, Darby llegó a perdonar a sus padres biológicos por haberla abandonado. Cuando se mudó a Fort Myers (Florida), se unió a una iglesia y encontró un gran apoyo en sus pastores juveniles, que la ayudaron a conocer el amor de Cristo.
Fue durante un estudio bíblico sobre el perdón cuando Darby se dio cuenta de que necesitaba perdonar a su madre biológica: "Yo siempre la culpaba", dice la autora. Ella confió a Laurie, la esposa de su pastor, su deseo de perdonar, y Laurie, quien también era madre adoptiva, ayudó a Darby en el proceso de perdón.
Esto tuvo lugar en la habitación del bebé adoptado por Laurie, donde Darby sintió que podía perdonar simbólicamente a su madre biológica.
"Esa noche pasé por todo el proceso de perdonar a mi madre biológica y me quité un gran peso de encima", dijo.
Darby dijo que espera que su historia pueda servir como fuente de esperanza para otros que navegan por las aguas a menudo turbulentas de la adopción y el autodescubrimiento, y que reconozcan que ellos también, a través de Cristo, pueden encontrar la sanidad.
"Para mí, como cristiana, la clave es que entablemos una relación con nuestro Padre Celestial", afirma. "Dios quiere formar parte de nuestra vida. Quiere ser nuestro Padre Celestial. Quiere ser nuestro mejor amigo. Él es el único que puede llenar ese vacío, esa área de nuestra vida en la que sentimos que falta una pieza del rompecabezas... Él puede sobrenaturalmente entrar, llenar nuestros corazones, llenar ese vacío y darnos paz".
Publicado originalmente en The Christian Post.