
En el marco de las sesiones de la ONU celebradas en Ginebra, la delegación de Paraguay, encabezada por el embajador Raúl Cano, reafirmó su posición a favor del derecho a la vida desde la concepción y de la soberanía nacional frente a conceptos que considera “sensibles” en el ámbito internacional.
El representante paraguayo subrayó que su país reconoce la urgencia de reducir la mortalidad materna, fetal y neonatal, pero advirtió que no puede apoyar formulaciones que, a su juicio, exceden el marco jurídico interno de Paraguay.
“La vida, la familia y la salud materna son principios irrenunciables para nuestro país”, reiteró la delegación, destacando que Paraguay continuará defendiendo su derecho soberano a definir sus políticas públicas conforme a su Constitución y a sus valores nacionales.
La intervención tuvo lugar en el recinto de las Naciones Unidas en Ginebra, donde se discutieron diversos aspectos relacionados con la salud reproductiva y los derechos de las mujeres, temas que generan posturas divergentes entre los Estados miembros.
El embajador Cano subrayó que “cada muerte materna evitable es un recordatorio de las desigualdades en el acceso a servicios de salud de calidad”. Según su alocución, el país cuenta con un Plan Nacional de Reducción de la Mortalidad Materna, Fetal y Neonatal 2023–2030, que orienta acciones integrales dentro del sistema sanitario paraguayo.
Sin embargo, hizo hincapié en que ciertos conceptos como “derechos sexuales y reproductivos”, “educación sexual integral” y “autonomía corporal” siguen siendo objeto de debate, tanto a nivel global como en Paraguay. Señaló que su inclusión en resoluciones internacionales debe respetar “el marco jurídico interno y las prioridades de desarrollo de cada nación”.
Paraguay también defendió su texto constitucional, el cual consagra la protección de la vida desde la concepción y no contempla la interrupción del embarazo.
Al término del pronunciamiento, la Federación Nacional de Asociaciones de Padres de Estudiantes del Paraguay (FENAPEP) expresó su respaldo al gobierno por mantener “una postura firme, clara y contundente” en defensa de la vida, la familia y los valores constitucionales.
Contrapuntos internos y desafíos persistentes
El discurso en Ginebra contrasta con algunas preocupaciones persistentes dentro del país y en organismos internacionales. Por ejemplo, la intervención de Paraguay ante la 154.° Reunión del Consejo Ejecutivo de la OMS refleja que el país ha reconocido públicamente la necesidad de acelerar las acciones para alcanzar las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) relacionados con la salud materna e infantil. En ese marco, Paraguay presentó avances como la digitalización del sistema de salud (Sistema Informático en Salud HIS), con apoyo extranjero, para mejorar la cobertura y calidad de la atención.
Por otro lado, organismos de salud de la región destacan que Paraguay ha desarrollado talleres nacionales de vigilancia epidemiológica de la morbimortalidad materna, fetal y neonatal, con la participación de profesionales de 18 regiones sanitarias. Estas actividades forman parte del esfuerzo por fortalecer sistemas de alerta, análisis de casos centinela y difusión de mejores prácticas.
Además, el país concluyó recientemente un proyecto centrado en ampliar el acceso a salud materna e infantil en zonas rurales del Chaco paraguayo, con resultados favorables en atención descentralizada y participación comunitaria. El proyecto fue apoyado por la OPS/OMS y financiado con fondos vinculados al Gobierno de la India.
No obstante, informes independientes señalan algunas tensiones en cuanto a la efectividad real de las políticas. El “Mapeo de las políticas públicas en Paraguay” elaborado por organizaciones de la sociedad civil señala que aunque existen planes oficiales como el Plan Nacional de Salud Sexual y Reproductiva (2019-2023) y el Plan de Reducción de la Mortalidad Materna, Fetal y Neonatal (2023-2030), su implementación enfrenta obstáculos como la fragmentación institucional, limitaciones presupuestarias y desigualdad territorial.
Enfoques cruzados sobre soberanía, valores y salud pública
La intervención paraguaya en Ginebra revela una tensión clásica en el ámbito internacional. El choque entre compromisos globales de derechos humanos y la interpretación soberana de estos compromisos en cada Estado. Al defender que conceptos como “autonomía corporal” o “derechos reproductivos” deben armonizar con su Constitución, Paraguay enfatiza que su compromiso global no puede implicar una renuncia a sus valores nacionales.
Pero este discurso también plantea interrogantes vitales: ¿cómo compatibilizar ese marco de valores con la urgencia de reducir muertes evitables de madres, fetos y recién nacidos? ¿Se pueden exclamar principios morales al tiempo que se reconocen debilidades en la cobertura o calidad de servicios de salud en zonas remotas?
Para muchos expertos, la mejor respuesta estará en una política pública coherente basada en datos, centrada en la mujer, que promueva el acceso real y equitativo a atención obstétrica de calidad, sin dogmatismos, pero sin renunciar a principios éticos.
Ese día en Ginebra, Paraguay no solo habló, también reafirmó que concibe la vida como un principio inalienable y reivindicó su derecho a interpretar cómo implementarlo. Sus declaraciones ante la ONU vinieron envueltas en convicción y vigor patriótico. Pero la verdadera prueba no está en las salas diplomáticas sino en los hospitales del Chaco, en las comunidades dispersas, en los comités de vigilancia regional que estudian cada caso de muerte materna. Allí, entre códigos sanitarios y realidades humanas, se decidirá si esas palabras son solo discurso o si se traducen en menos ausencias dolorosas.