En el marco de la Conferencia General de la Iglesia Metodista Unida se propuso que todos los jueves sean de uso de vestimenta negra con el fin de visibilidad los abusos a los que las mujeres están sometidas en todo el mundo. Una iniciativa del Concilio Mundial de Iglesias que alienta a usar ropa negra en este día de la semana para llamar la atención sobre la violación y la violencia contra las mujeres y que fue recogida en este cónclave denominacional.
En muchas culturas, el color negro es símbolo de duelo, ausencia de luz y esperanza pero el pasado 25 de abril, los delegados a la Conferencia General afirmaron que el negro es un símbolo de resistencia y resiliencia, llamando la atención sobre la violencia contra las mujeres y prometiendo poner fin al silencio y la inacción de la iglesia. De esta manera la Obispo LaTrelle Miller Easterling, presidente de la junta directiva del Plan Nacional para el Ministerio Hispano-Latino, levantó la voz para decirle a las mujeres que han sufrido abusos: “Ustedes son fuertes, son valientes y son amadas por Dios”.
Según las Naciones Unidas 736 millones de mujeres (casi una de cada tres) fueron víctimas de violencia física y/o sexual por parte de su pareja, violencia sexual fuera de su pareja o ambas, al menos una vez en su vida. El silencio eclesiástico es una tragedia en la que LaTrelle Miller Easterling puso su mirada y señaló que dicho silencio “ha sido la respuesta de la iglesia al abuso doméstico, la violencia de pareja, la violación como arma de guerra, el incesto, la violencia contra la comunidad transgénero, así como el secuestro y desaparición de mujeres indígenas”.
Easterling le dijo a la iglesia: “¡Dejen de hacernos invisibles! ¡Digan nuestros nombres! Ministranos y habla palabras de esperanza, salud, sanación y sacralidad holística en nuestras vidas”. Al momento que contó que fue víctima de violencia por parte de su primer esposo y reveló que iniciar su ministerio, le instaron a no revelar esa parte de su vida: “Me dijeron que guardara silencio sobre esa parte dolorosa de mi pasado porque me haría parecer débil y las mujeres en el ministerio ya tienen suficientes batallas que superar”.
La Obispo agregó que “somos hipócritas si celebramos la resiliencia sin reconocer que la iglesia ha sido cómplice de apoyar una pedagogía del patriarcado que alimenta una hermenéutica de la arrogancia mientras que con demasiada frecuencia se niega a desmantelar los sistemas de dominación”. Y continuó: "Ninguno de nosotros puede permanecer en silencio ante la violencia. Debemos hablar de liberación y seguridad; predicar la igualdad y la equidad; crear la oportunidad para el arrepentimiento y la rendición de cuentas; abrir la puerta a la curación; liberar a todos de la esclavitud del abuso, tanto al perpetrador como a la víctima, porque hasta que todos sean libres, nadie lo será. Hasta que todos estén a salvo, ninguno estará a salvo. Hasta que no se valoren todos, no se valora ninguno y hasta que todos/as sean amados, nadie será amado”.
Como parte de su testimonio, la Obispo Easterling supervisa Semillas de Seguridad, un ministerio de prevención de violencia doméstica y violencia de pareja.