Brasil volvió a registrar fuertes lluvias durante el pasado fin de semana. La angustia y los ojos llenos de lágrimas volvieron a dibujar caras tristes, que muestran el agotamiento emocional y físico por tantas semanas de labor, para que otra vez el agua inunde el lugar.
El Rio Taquari volvió a subir y familias que habían regresado a sus hogares tras las lluvias de mayo, ahora nuevamente fueron evacuadas a los centros de albergue. La Alianza Evangélica Brasilera (AEB) asegura que “mucha gente está asustada y un movimiento de evacuación ya ha comenzado en la madrugada del lunes”.
“¡Ora por el sur de Rio Grande! ¡Ora para que pare de llover! ¡Oren también por la salud física y emocional de los residentes del Valle de Taquari!”, señalaron desde la AEB en su cuenta de Instagram.
Días atrás desde la AEB habían asegurado que “las vidas de miles de personas de Rio Grande do Sul han estado marcadas por el barro y el miedo, pero el amor de Dios manifestado a través de la vida de aquellos que están donando y participando en el servicio voluntario ha devuelto la vida, coloreado y restaurado la alegría del pueblo Gaúcho". Lo cual fue una noticia esperanzadora. Sin embargo, el domingo pasado, las lluvias comenzaron a bañar nuevamente a la "sierra gaúcha".
Como consecuencia, el agua bajó a varias localidades cercanas, como Porto Alegre y el municipio de Dom Pedro de Alcantara, donde se derrumbó la sala de la Gruta Nossa Senhora de Lourdes antes de iniciar una misa católica. El Departamento de Bomberos confirmó el incidente, al tiempo en que personal militar se desplazó de inmediato al lugar.
Mientras tanto, desde el área metropolitana de Porto Alegre miran de cerca cómo impactarán estas nuevas precipitaciones en una urbe ya muy golpeada por las recientes inundaciones. Las calles de São Sebastião do Caí, en Valle do Caí, volvieron a quedar inundadas. El avance del río, que superó el nivel de crecida el lunes por la mañana, obligó al menos a 400 personas a abandonar sus hogares.
Valdir dos Santos, de 67 años, tuvo que recoger algunas pertenencias y salir de la casa, que se estaba inundando, cuenta El Litoral, citando al portal GZH. "Ni siquiera lo creía, la verdad. Ayer (domingo) por la noche vino mi hijo, empezó a sacar algunas cosas, conseguimos [sacar] un refrigerador, una estufa. Pero quedó el sofá, la cama, la ropa, todo está dentro. Y es la cuarta vez... Ni siquiera podemos regresar a nuestra casa todavía. Es el sentimiento más triste del mundo", señaló el vecino.
Refugio 15 de noviembre
Una de las novedades que se conocieron la semana pasada es que las familias alojadas en el refugio del 15 de noviembre, el segundo más importante en la zona de desastres, ahora cuentan con más privacidad después de instalar tabiques de madera que forman cubículos con puertas cerradas y energía eléctrica individual. Estos espacios fueron creados con diferentes tamaños para diferentes familias, lo que brinda privacidad, individualidad familiar y seguridad para sus nuevas pertenencias, dado que lo perdieron todo.
La Alianza Evangélica Brasilera es la responsable de este esfuerzo y planean reproducir las mismas estructuras en el refugio central y en otros lugares afectados de Rio Grande do Sul. Las nuevas lluvias reenfocaron sus esfuerzos de ayuda, pero mantienen la diligencia hacia la protección de las familias afectadas.
En ese sentido el lunes 10 de junio representantes de AEB y Child Fund Brasil se reunieron con autoridades gubernamentales con el fin de garantizar dicha protección. “El lunes nos reunimos con Defensa Civil y Asistencia Social Southern Cruise, para asegurar que los niños y jóvenes estén seguros y protegidos en los refugios. Durante la reunión analizamos la situación de los albergues y fortalecimos el apoyo a las familias y niños, trazando importantes acuerdos que son medidas esenciales para garantizar esta protección”, señalaron en redes sociales.
Con su programa “Alianza para la Vida”, la alianza brasilera ha beneficiado a alrededor de 33 ciudades hasta la fecha, con la participación de 1127 voluntarios registrados y múltiples donaciones destinadas a los damnificados. Rio Grande do Sul, uno de los estados más afectados por las inundaciones, enfrenta una situación crítica con 388 municipios sufriendo las consecuencias del desastre natural, el número de heridos asciende a 800, otros cientos están desaparecidos, y alrededor de 70.000 personas se encuentran refugiadas en albergues.